EL DENOMINADOR COMÚN

Por Hugo J. Byrne


Bernard Cardinal Law de Boston. Gobernador Ryan de Illinois. Actor de cine y televisión y antiguo "activista de la izquierda", Robert Blake. ¿Cuál es la característica más común de estos tres notorios personajes?

No nos dedicamos a los acertijos, ni nos atraen las adivinanzas, pero es muy difícil resistir la tentación de analizar la sutil relación entre estos tres individuos que en las últimas semanas han logrado casi monopolizar las noticias. Decimos casi, pues su notoriedad ha tenido que rivalizar con otros acontecimientos de formidable importancia, como la violencia sin cuartel entre israelitas y palestinos en Israel, la "Ribera Oeste" del Río Jordán y el corredor de Gaza, el siniestro "Chavetazo" de mediados de abril en Caracas y el sainete negro que nos brindan el presidente bitongo de México y el tirano Castro. Esas otras tragedias contemporáneas también merecen nuestra atención y comentario, pero deseamos hacerlo por separado y hacer pausa, para que se despeje aun más el horizonte de esas encrucijadas históricas.

Hoy es el turno de Ryan, Law y Blake.

El más obtuso entre los tres es Blake. Por eso ya está tras las rejas y mucho sospechamos que al igual que la cacatúa que le sirviera de contrapartida en su serie televisada "Beretta", ha de verse forzado al ambiente de jaula, a menos que le seleccionen un jurado con I.Q. similar al de Simpson.

Es una gran ironía que Blake utilizara la excusa de "defender el medio ambiente" para desafiar la ley en los años ochenta, cometiendo vandalismo en la planta de energía nuclear de Diablo Canyon y en otras instalaciones privadas. Blake, cuyo talento histriónico se hizo patente desde su niñez con su actuación en la serie de comedia infantil "Little Rascals", también siempre demostró un desprecio total por la autoridad constituída, sin importar que esa autoridad residiera en sus directores y productores, quienes pagaban su sueldo, o en la policía, cuyo deber era proteger las plantas eléctricas objeto de su odio político.

Como adulto, Blake devino en un "Big Rascal." Para resaltar su "rebeldía" y a semejanza del desaseado Ernesto "Che" Guevara, cuyo cuerpo hedía hasta más de media cuadra de distancia, Blake rodaba el automóvil más sucio de Hollywood. El protagonista de "Beretta" hacía gala de nunca lavar su auto, el que era conocido entre sus vecinos como el "tiro al blanco de los pájaros de Hollywood."

La majadería impune de estos presuntos "célebres", en muchos casos despierta en ellos una enfermiza sensación de poder. Esa sensación es a menudo conducente a que intensifiquen sus ofensas contra la sociedad. No sabemos por seguro si ese complejo del diminutivo ex vándalo lo llevara al homicidio en el caso de su esposa, pero no recordamos una serie de circunstancias más incriminadoras hacia el sospechoso que las que rodean este caso (quizás con la excepción del caso Simpson, aunque para su desdicha, sin posibilidad de connotaciones raciales). ¿A quién podría sorprender su culpabilidad?

El Cardenal de Boston, Bernard Law, nunca se ha caracterizado por la modestia cristiana. Su carrera eclesiástica ha sido siempre motivo de comentarios en los medios de difusión. Law es un Cardenal de "high profile" y su amistad con Castro, a quien visita a menudo y su aplauso a los crímenes del dictador caribeño, son del dominio público. Como bien dice un refrán castellano "Dime con quien andas y te diré quien eres."

Enfrentado con acusaciones de abuso sexual a menores por parte de múltiples clérigos, Law optó por reasignar a los acusados, protegiéndolos de investigaciones correspondientes. De esa manera Law no solamente obstruccionaba la ley, sino que otorgaba a los sospechosos capacidad de reincidencia. No es imprescindible que el Cardenal de Boston tuviera evidencia absoluta del crimen de pedofilia en sus subordinados. Su obligación ciudadana y cristiana demandaba facilitar la investigación criminal. En lo que a nosotros concierne, el debate sobre su posible renuncia a la púrpura es tema totalmente académico. Law ha violado la ley de Dios y de los hombres. La pedofilia es un crimen penado en Estados Unidos con privación de libertad. La obstrucción de justicia también lo es.

Quizás nuestra demanda por el enjuiciamiento criminal de un miembro de La Curia de Roma (el que dudamos se materialice) resulte ofensivo para algunos fieles católicos. No es nuestro propósito ofender, pero recordemos que en una sociedad civilizada nadie está por encima de la ley. Por lo demás, ya hemos pisado múltiples callos en esta columna y unos cuantos más no harán gran diferencia.

Para nadie es un secreto que el Gobernador republicano Ryan de Illinois es un amigo fiel y admirador de Fidel Castro, a quien visita periódicamente y quien ha sugerido que se erija una estatua en Cuba al Gobernador, como premio a su denodada defensa de la tiranía.

Supimos hace poco que Ryan no es solamente un opositor destacado del "embargo" a Castro, sino también el objetivo principal de una extensa investigación criminal. Esa investigación, que abarca muchos otros miembros de su gobierno estatal, incluye malos manejos de fondos públicos y aceptación de soborno. De nuevo, ¿quién puede sorprenderse de algo así en un amigo de Castro?

El denominador común es corrupción. Corrupción que emana de arrogancia de poder. Esa arrogancia pavimenta un camino que merecidamente puede conducir a la prisión.


FIN


Hugo Byrne


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