DOS TEMAS DE ACTUALIDAD

Por Hugo J. Byrne


Uno:

El socialismo, ingeniería social, colectivismo, economía mixta, o de cualquier forma que el amable lector quiera llamar la fórmula económico-social en que se niega o se restringe la libertad finaciera individual "en favor del poder colectivo", tiene aún sus proponentes. .

Dos de ellos son comentaristas del rotativo "El Nuevo Herald" y sus nombres son Daniel Hernández y Manuel Morcate. Hernández y Morcate la emprenden contra el "capitalismo canalla" en sendas piezas publicadas por el Herald el 17 de enero.

Hernández culpa la "fórmula mercadolibrista en boga" de la bancarrota económica en Argentina, país al que acusa de haber tratado ese sistema por los últimos 20 años. Si Argentina fuera un país comunista, escribe Hernánez, "todos los analistas achacarían la crisis al fracaso de dicho sistema."

Por su parte Morcate señala el escándalo de la bancarrota en la corporación petrolera Enron, como muestra de "las limitaciones del capitalismo", que las sociedades occidentales ignoran, pues "reprimen su imaginación política a un precio demasiado alto." Este "freno casi voluntario de la imaginación política" de nuestras sociedades, es de acuerdo a Morcate consecuencia de "los excesos de las utopias que ensangrentaron al siglo xx y que continúan ensangrentando al actual." La conclusión de Morcate es que hay una alternativa viable al capitalismo, pero somos incapaces de adoptarla.

Estos dos comentaristas debían empezar por aprender que la democracia y el capitalismo aunque son corolarios del sistema de vida en una sociedad civilizada, nó necesariamente coinciden todo el tiempo. No cabe duda que Gran Bretaña es una democracia funcional. Tampoco es un secreto que como consecuencia de la aplicación de un sistema socialista entre 1945 y 1952 con la elección del partido Laborista, Gran Bretaña inició un empobrecimiento colectivo que se mantuvo durante otras administraciones y sólo se alivió parcialmente cuando en la década de los ochenta Margaret Tatcher deshizo casi todas las estupideces de sus antecesores Atlee y Bevan. Por supuesto, este proceso británico nada tuvo que ver con los "excesos de las utopias …etc."

Otro tanto puede decirse del actual conflicto argentino. La enfermedad de Argentina se llama Perón. Con su despilfarro y "bienestar social" Perón forjó una mentalidad estatista ruinosa, aceptada y continuada por los gobiernos posteriores, tanto los regímenes militares como los electos por el voto popular. Las "reformas" de Menem nunca pasaron de ser cosméticas y el librecambismo o "mercadolibrismo" (¡!), como lo llama Hernández, estuvo lejos de implementarse. Al contrario, se respetaron las "vacas sagradas" con presupuestos deficitarios convirtiendo en incosteable la deuda nacional. La sombra "populista"de Perón aún se proyecta sobre la pobre Argentina. El caso contrario también se ha dado en la historia reciente. El dictador de Chile Augusto Pinochet, aunque presidiendo un régimen nada democrático, tuvo el talento o la suerte de rodearse de asesores partidarios de una economía de mercado. Ellos también aconsejaron su retiro y el retorno a la democracia (y esto no es coincidencia). A pesar de algunas dificultades recientes, Chile, gracias a ellos, tiene hoy una economía viable. Quizás la más próspera de América después de Estados Unidos y Canadá.

La "debacle" de Enron no se debe a los excesos ni a los "peligros y limitaciones" del capitalismo como afirma Morcate, sino a la corrupción del mismo. Las prácticas del libre mercado nada tienen que ver con desorientar a los accionistas de una empresa sobre su solidez económica, mientras la misma se desmorona y mientras los ejecutivos venden furtivamente sus acciones a tiempo. Eso se llama fraude y es un delito penado en los códigos de todas las naciones libres del mundo. El asunto está siendo investigado por un Departamento de Justicia que parece haberse saneado de la corruptela y arbitrariedad de los tiempos de Reno y compañía, cuando funcionaba sólo para satisfacer los intereses políticos del gobierno de Clinton, y es bien probable que los culpables paguen su crimen.

En el otro sistema económico (¡y sólo existen dos, señores anticapitalistas!), el fraude no es parte del sistema, sino el sistema mismo y por eso la bancarrota es indefectiblemente su resultado final e inapelable. Suficiente tinta para Hernández y Morcate.


El otro:

Nunca soñamos que alguna vez coincidiéramos con un traidor de la calaña de Alfredo Durán. Sin embargo, las recientes declaraciones de ese "dialoguero", a quien los veteranos de La Brigada 2506 expulsaran justa e ignominiosamente de sus filas, tienen una lógica absoluta. El nombramiento de Otto J. Reich a la posición de Subsecretario de Estado Adjunto para los asuntos del Hemisferio, tiene todas las características de una "movida" política. Simultáneamente a esa designación y por segunda vez, el Presidente utilizó su prerogativa para extender la fecha de aplicación del Título III de la llamada ley Helms-Burton, conviertiendo el nombramiento de Reich en un gesto político intrascendente, en lo que se refiere a los intereses de Cuba libre.

Helms-Burton, sin el llamado Título III es como un perro guardián con dentadura postiza. Para Castro, es la diferencia entre una molestia irritante y un cáncer terminal. Clinton lo sabía, como también lo saben perfectamente bien Bush y Reich.

Hay indicios de un relajamiento de tensiones entre la presente administración norteamericana y el régimen castrista, los que se manifiestan de muchas formas y la más ominosa de ellas es la presencia en La Habana de un agente de INTERPOL, quien está intercambiando "información con Castro sobre la guerra antiterrorista." Como enviado de la Unión Europea, obviamente este señor tiene la bendición de Washigton.

Nos imaginamos como deben sentirse los espías condenados a cadena perpetua (caso que tengan media onza de materia gris).

FIN


Hugo Byrne


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