CUBA EN RUINAS

por Hugo J. Byrne

"Miré las ruinas de la patria mía…"
Francisco de Quevedo y Villegas


La chilena allendista Lucía Neuman, a quien Ted Turner asignó la función de cacatúa amaestrada para la CNN (Castro News Network) en La Habana, con la misión de anunciar todos los sucesos importantes que ocurran en Cuba una vez que la censura del régimen aprobara el contenido de sus mensajes, logró un reportaje interesante el pasado seis de junio.

Tratando de enfatizar los "esfuerzos oficiales" del régimen por aliviar la espantosa crisis de la vivienda y poniendo como trasfondo en su video el estado ruinoso de los edificios en La Habana (la que en algunos sectores se asemeja a una ciudad bombardeada), Neuman entrevistó brevemente a un funcionario del gobierno a cargo del problema inmobiliario. Este sujeto afirmó que "…al presente sólo el 53% de los edificios en Cuba son habitables. Esto es un alivio, si se tiene en cuenta que hace algún tiempo sólo el 47% lo eran, pero ese alivio es difícil de percibir…" ¡Ese lacayito castrista descubrió el Océano Atlántico!

Neuman anunció en su reportaje que el castrismo planea construir 30,000 viviendas este año, pero que esa medida significará realmente un retroceso en la disponibilidad de inmuebles, pues más de 60,000 tendrán que ser demolidas por ser inhabitables, durante ese mismo tiempo. Para dramatizar la situación de la vivienda, Neuman también entrevistó a dos familias desamparadas ("homeless") cubanas. Estos desamparados, a diferencia de los drogadictos y aberrantes que a veces plagan ciertas confluencias de nuestras carreteras y calles, son realmente desamparados. En otras palabras, no escogieron voluntariamente su predicamento y claman en la medida de lo posible (y de manera de no provocar las iras de la tiranía) un alivio a su penosa situación, que incluye la exposición de niños pequeños a los elementos. Aunque Neuman se apresuró a declarar que el desamparo no es el común denominador en Cuba y que estos casos extremos son "una pequeña minoría en la población", la inferencia obvia es que sus filas aumentarán notablemente en un futuro muy cercano.

Tratemos de hacer un esfuerzo serio por dar una perspectiva histórica a este fenómeno de crisis habitacional en Cuba, determinando los orígenes de la misma. Cuando Castro tomó el poder en 1959, la industria de la construcción ocupaba el segundo renglón en términos ocupacionales en la economía cubana, sólo superada por la industria azucarera. De acuerdo a las investigaciones de Leslie Bethel, profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad de Londres (y no precisamente enemigo del sistema castrista, a quien trata de justificar desde el punto de vista histórico), Castro originó la presente crisis. Nos dice Bethel en su libro "Cuba a Short History" (Cambridge University Press, 1993) que durante los años cuarenta y principios de la década de los cincuenta, Cuba, con menos de la mitad de la población presente, construía un promedio annual de 27,000 viviendas. Bethel agrega que en los años sesenta ese promedio bajó a menos de 17,000 por año. Durante el primer plan quinquenal de Castro (1976-1980) el promedio annual de nuevas viviendas bajó a menos de 16,000. La intervención militar cubana allende los mares, con el envío de mano de obra y materiales de construcción requeridos para las aventuras "internacionalistas" de Castro en Africa y otras regiones, drenó la capacidad nacional para suplir vivienda.

Sin embargo, el problema habitacional se creó antes de que ocurrieran las morónicas "misiones internacionalistas" de Angola, Abisinia o Nicaragua. La emigración de exiliados al extranjero proporcionó a Castro más de 9,300 viviendas al año en promedio, pero el maltrato que experimentaron estos inmuebles a manos de de sus nuevos moradores (en algunos casos se utilizaron puertas y ventanas como leña) anuló prontamente esta ventaja temporal. Durante el período entre 1959 a 1975, a pesar de las muy cacareadas "microbrigadas de construcción", el promedio de nuevas viviendas bajó a 11,800 por año.

La vivienda del pueblo cubano nunca ha sido una prioridad para Fidel Castro. Al contrario, el proceso de subyugar a Cuba impone la utilización colectiva de inmuebles en los que familias enteras se ven obligadas a convivir en un hacinamiento que produce virtual carencia de privacidad, resultando en promiscuidad y relajamiento de las costumbres morales del país. Este es el caldo de cultivo para que se imponga la llamada "moral socialista", que ha producido en Cuba la tasa de divorcios y suicidios mayor del continente y acentuado su notable declinación en el índice de fertilidad, uno de los más bajos en el mundo contemporáneo. Un pueblo amoral, infeliz y miserable, es imprescindible al mantenimiento de un sistema totalitario.



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