Elecciones brasileñas: ¿declinación del magnetismo lulista?

por Gonzalo Guimaraens


Pocos días antes de la primera vuelta presidencial, una inédita embestida política y judicial de una candidata comunista-abortista de Rio de Janeiro, aliada de Lula, impactó profundamente a la opinión pública de ese país

En Brasil, el presidente y candidato a la reelección, Sr. Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), obtuvo el 48,61% de los votos válidos, contra el 41,64% del segundo colocado, el centrista Geraldo Alckmin. A pesar de ello, el clima psicológico en el partido gobernante es de desazón y hasta desánimo, porque se pretendía una victoria con más del 50% de los votos válidos ya en el segundo turno.

Los seguidores de Lula parecen percibir que el globo publicitario que sustentaba hasta hace pocos días al presidente Lula, y que lo mantenía incólume, por encima de todo tipo de denuncias de corrupción de altas figuras de su gobierno y de su partido, comenzó finalmente a perder altura.

A juzgar por la mayoría de los analistas políticos brasileños, el pinchazo decisivo para comenzar a desinflar el globo publicitario lulista fue el último escándalo protagonizado por figuras cercanas al presidente, que intentaron comprar, por una suma millonaria, un dossier que supuestamente incriminaría al candidato presidencial oposicionista.

No obstante, un segundo conjunto de hechos, ocurridos en Rio de Janeiro, menos comentado por los analistas, puede haber tenido un peso más decisivo aún para sacudir las conciencias, casi se diría anestesiadas, de vastos sectores del electorado, y abrirles los ojos para la verdadera faz del lulismo.

A mediados de septiembre, el Frente Carioca por la Vida, una ONG integrada por jóvenes universitarios, difundió en la ciudad de Rio de Janeiro y en otras ciudades de ese importante Estado un folleto mostrando que la candidata al senado Jandira Feghali, del Partido Comunista del Brasil, integrante de la coalición que apoya a Lula, era la punta de lanza de planes gubernamentales para la total liberalización del aborto en Brasil. Los abogados de la candidata, que hasta ese momento era la favorita en las encuestas por un amplio margen, presentaron ante la Justicia Electoral de Rio un pedido de busca y aprensión de dichos folletos en las propias dependencias del Arzobispado y en la residencia del Cardenal de Rio.

Un juez acogió el pedido, y se produjo así el hecho inédito en Brasil de un allanamiento a tan altas dependencias eclesiásticas. Más aún. El mismo juez mandó notificar al Cardenal de Rio y a sus sacerdotes para que permaneciesen en silencio, durante sus sermones, impidiéndoles de manifestarse sobre el tema del aborto. Una instancia judicial superior anuló posteriormente este segundo dictamen del referido juez, de amordazar a los católicos, pero el daño ya era irreversible. Ese conjunto inédito de acontecimientos tuvo un impacto enorme en la ciudad y en el Estado de Rio de Janeiro, en todo Brasil e inclusive en el exterior, ante la saña manifestada contra la Iglesia y los católicos por la candidata comunista-abortista, aliada del presidente Lula, con el aval, aún cuando haya sido pasajero, de la Justicia electoral.

El 1o de octubre, el día de las elecciones, la candidata comunista a senadora fue derrotada estrepitosamente en las urnas. Y es legítimo presumir que, en nivel nacional, los hechos protagonizado por la referida candidata hayan influido para que al candidato presidencial, Sr. Lula da Silva, le faltara el 1,5% de votos necesario para su reelección ya en la primera vuelta.

La invasión de las dependencias de la Arquidiócesis de Rio fue tal vez el único episodio con connotaciones al mismo tiempo políticas, morales y religiosas de todo el período preelectoral, que demostró tener una considerable capacidad de detonación en las conciencias.

Es posible que otros temas, hasta el momento silenciados, también posean análoga capacidad detonante. Llama la atención que el lulismo haya intentado eludir cualquier tema polémico durante la campaña, y se comenta que emisarios presidenciales habrían solicitado al presidente Chávez, de Venezuela, que no manifestase públicamente su apoyo a Lula, tal como lo hizo con los candidatos presidenciales de izquierda del Perú y de México, ambos, derrotados electoralmente en buena medida por causa de ese apoyo.

No se sabe lo que podrá ocurrir en las tres semanas que separan al Brasil de la segunda vuelta presidencial, marcada para el 29 de octubre próximo. Lo concreto es que existen señales auspiciosas de que puede haber comenzado el debilitamiento del magnetismo lulista -no falta quien hable de embrujo psicológico- que ha mantenido paralizados a amplios sectores del público brasileño.


Gonzalo Guimaraens es analista político
E-mail: cubdest@cubdest.org


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