América Latina: ¿unión o desunión sudamericana?

por Gonzalo Guimaraens

La recién creada Comunidad Sudamericana de Naciones pretende transformarse en una instancia de "coordinación política" en las "relaciones externas" de los 12 países miembros, suscitando una legítima desconfianza ante los planos que puedan articular los presidentes izquierdistas de la región

El 8 de diciembre pp., en la histórica ciudad de Cuzco, Perú, fue creada la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), que agrupa a 361 millones de personas de 12 países. La declaración que marcó el inicio de la CSN se refiere a la "unidad" y al "futuro común" de dichos países, algo que suscita un sentimiento natural de simpatía por tratarse de una región con similares tradiciones culturales y religiosas. Sin embargo, cuando esa misma declaración menciona como una de las metas de la CSN la de transformarse en una instancia superior de "coordinación política" en las "relaciones externas" de los 12 países, surge un sentimiento de recelo ante los planos a ese respecto que puedan articular los presidentes izquierdistas de la región como Lula, de Brasil, Chávez, de Venezuela, Kirchner, de Argentina, y el recién electo Tabaré Vázquez, de Uruguay.

Para justificar esta aprehensión, basta recordar los amplios acuerdos con China comunista recién firmados por los gobiernos de Brasil, Argentina y Chile; el empeño de esos mismos gobiernos, junto con el de Venezuela, de integrar a la dictadura cubana en organismos regionales como el Grupo de Rio, así como favorecerla, a toda costa, política y económicamente; el confesado anhelo de miembros de la "intelligentzia" cubana de que la CSN cumpla el papel de un "timón político" anti-norteamericano; el trabajo articulador de miembros del Foro Social de las Américas, que se reunió hace poco en Quito, para incentivar un "eje progresista del Atlántico", que se oponga a un supuesto "eje del mal del Pacífico" liderado por el presidente Uribe, de Colombia; la metástasis que las narco-guerrillas FARC están provocando en los países limítrofes con Colombia, ante la indiferencia de gobiernos afectados; el cariz dictatorial que va consolidando uno de los mayores entusiastas de la CSN, el presidente Chávez, quien acaba de aprobar una "ley mordaza" contra la prensa y la oposición venezolana; el avance del comuno-indigenismo en Bolivia, Perú y Ecuador; y otras noticias que constituyen motivos de preocupación.

Si lo anterior no fuera suficiente, bastaba que las izquierdas manifestasen expectativas estratégicas favorables con relación a la CSN -como lo están haciendo- para que se pudiese levantar una legítima preocupación.

Son los principales protagonistas de la CSN -como Lula, Chávez y Kirchner- quienes tienen en sus manos la posibilidad de aclarar qué tipo de "unidad" y que estilo de "futuro común" desean para 361 millones de habitantes de los 12 países sudamericanos, no sólo respecto de las "relaciones externas" sino también de la sociedad, la familia, la economía, la cultura, etc.

Las presentes consideraciones podrán sonar a algunos oídos como preocupaciones exageradas o aguafiestas. El tiempo las confirmará o no. De cualquier manera, lo que la gran mayoría de los sudamericanos desea es que la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) sea un factor de legítima unión y no de aventurerismo político, fractura o desunión.


FIN


Gonzalo Guimaraens es consultor político. E-mail: cubdest @ cubdest.org


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