España-Cuba: Zapatero, ¡a sus zapatos!

por Gonzalo Guimaraens

Si el jefe de gobierno español está sinceramente empeñado en la causa de la libertad
de Cuba, y no en la supervivencia del régimen, debería comenzar por constatar el nulo
resultado de las experiencias de "diálogo" con Castro, como la que ahora propone


El gobierno español, encabezado por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, está impulsando la reanudación del "diálogo" de la Unión Europea con el régimen comunista de Cuba. El "congelamiento" de las relaciones diplomáticas había sido decidido por la UE a mediados del año pasado, después que el régimen de La Habana encarceló arbitrariamente a 75 opositores y fusiló a 3 jóvenes que secuestraron una embarcación para huir de la isla-cárcel. Para crear condiciones propicias y aplacar al dictador Castro, Zapatero propone que los representantes diplomáticos de la UE en La Habana dejen de convidar a los opositores y a los familiares de presos políticos a las recepciones en sus embajadas.

La posición española encontró lamentable eco en la reciente reunión del Comité del Consejo de la Unión Europea sobre América Latina, cuyos miembros alegaron que "la ausencia de diálogo" con el régimen castrista "no es positiva" y que, por lo tanto, las conversaciones deberían ser retomadas.

Una decisión final de la UE sólo podrá ser adoptada en 2005 durante una reunión del Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores. No obstante, las medidas que se anuncian son preocupantes para la causa de la libertad de Cuba, porque significarán una oxigenación política para el dictador Castro, provocarán un desaliento de la oposición y agravarán la desesperación del pueblo cubano.

La reanudación del "diálogo" por parte de la UE, sin la más mínima contrapartida de La Habana en materia de democratización y de mayor libertad para los cubanos, significará un recado inequívoco para el dictador en el sentido de que podrá impunemente continuar oprimiendo a su pueblo.

Esa posición española de "diálogo" con Castro -calificada de "incoherencia moral" por opositores cubanos- está viciada en su propia raíz porque presupone ingenuamente que la otra parte estaría dispuesta a entablar conversaciones sobre bases serias. En el caso de la dictadura de Cuba, ésta continúa demostrando que no le interesa en absoluto ese "diálogo", a no ser del punto de vista táctico y económico: sacar partido de las coyunturas internacionales propicias y obtener créditos que le permitan mantener el aparato represivo.

En un reciente simposio sobre el futuro de América Latina, organizado por Le Monde, el también socialista español Felipe González -que durante su gobierno promovió una intensa política de apertura con el régimen comunista- tuvo que reconocer que "está claro que Fidel Castro no dará pasos hacia la democratización". Muchos son los ejemplos de frustradas tentativas de "diálogo" en los últimos años, la más prominente de las cuales fue a propósito del llamamiento de Juan Pablo II, en 1988, durante su visita a la isla, de que el mundo se abriese a Cuba y Cuba se abriese al mundo.

El Sr. José Luis Rodríguez Zapatero, tal vez percibiendo la magnitud del malestar causado en el pueblo cubano por su iniciativa diplomática de apertura hacia la dictadura cubana, manifestó posteriormente a la agencia española EFE la "convicción que tenemos de que ese régimen tiene que cambiar a fondo". Tal declaración fue recibida sin ilusiones por opositores cubanos, por ser "incongruente" con su propuesta de diálogo, en la cual continúa insistiendo.

Si el jefe de gobierno español está sinceramente empeñado en la causa de la libertad de Cuba, y no en la supervivencia del régimen, debería comenzar por reconocer el resultado nulo de anteriores experiencias de "diálogo" con Castro, como la que ahora propone. De lo contrario, se habrá adentrado en una misión diplomática para la cual, por desconocimiento o por otras razones, no parece estar debidamente pertrechado, pudiéndosele aplicar la frase atribuida a Apeles, el pintor griego más célebre de la Antigüedad: "Ne supra crepidam sutor iudicet". Un zapatero debe limitarse a opinar sobre el tipo de sandalias que conoce.


FIN


Gonzalo Guimaraens es analista político. E-mail: cubdest@cubdest.org


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