Foro Social Brasileño: izquierdas debaten utopías, estrategias y dilemas Los fantasmas de gobiernos de izquierda derrocados en América Latina resurgen en medio de ásperos debates por Gonzalo Guimaraens Entre los 30 mil participantes del 1er. Foro Social Brasileño (FSB), efectuado en la ciudad de Belo Horizonte, los motivos de discrepancia no estuvieron en torno de la ambigua "utopía" socialista sino en los métodos, estrategias y velocidades adecuadas para caminar hacia la misma. En varios momentos del FSB esa discrepancia se manifestó de manera aguda y hasta agresiva entre las partes, como cuando se trató de hacer un balance de los 10 pimeros meses del mandato de Lula. Lo cual dejó al descubierto dilemas y divisiones internas de las izquierdas brasileñas, inclusive, en el interior del propio gobierno. El seminario titulada "Estado y movimientos sociales: represión, cooperación, captación" se desarrolló con la asistencia de millares de asistentes que colmaban el estadio "Mineirinho". Uno de los oradores, el profesor de Historia de la Universidad de São Paulo, Valério Arcary, directivo del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), de tendencia trotskista, acusó a otros dos miembros de la mesa, los presidentes de la Central Única de los Trabajadores (CUT), Luiz Marinho, y de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), Gustavo Petta, de haber transformado esas organizaciones en "vehículos con chapas oficiales" del gobierno brasileño. Según Arcady, el presidente Lula, por su parte, estaría "haciendo una opción por el capitalismo" y no por el socialismo. Su inflamado discurso, identificado con la corriente procastrista y prochavista del FSB, consiguió polarizar y dividir en dos bandos a los presentes, que acompañaron sus palabras entre aplausos, gritos desafiantes, agresiones verbales y silbidos. El presidente de la CUT, uno de los aludidos por el profesor Arcady, e integrante de una segunda corriente partidaria de la gradualidad y de velocidades más lentas, respondió diciendo que "precisamos tener la sabiduría necesaria para no exagerar, porque de lo contrario podemos perder el tren de la Historia. Si derrocamos al gobierno Lula, como insinúa mi compañero Valério, ¿qué gobierno lo substituirá? ¿Uno a la izquierda del actual? ¿O será la derecha la que retomará el poder?" Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento Sin Tierra (MST), identificado con la extrema izquierda procastrista, pero al mismo tiempo percibiendo el abismo al que pueden llevar pasos en falso de ciertos dirigentes revolucionarios, hizo uso de la palabra para advertir que "no es posible hacer una revolución de arriba hacia abajo, porque históricamente está probado que ésta no consigue sustentarse"; que la "transformación social profunda vendrá si en todo Brasil se pasa a hacer lucha de masas"; y que "es preciso articular fuerzas y organizar", lo que es muy diferente de la mera "agitación y propaganda". El entrechoque entre ambas corrientes revolucionarias también estuvo presente en el seminario "Relaciones internas: por dónde ha ido y por dónde irá el gobierno Lula", efectuado en el auditorio de la rectoría de la UFMG. Juarez Guimarães, cientista político de la UFMG y actualmente asesor de la secretaría general de la Presidencia de la República, en Brasilia, después de recomendar cautelas, y explicó que estamos ante un "gobierno dramático porque carga dentro de sí, al mismo tiempo, fuerzas profundas de cambio y fuerzas que defienden la continuación del paradigma neoliberal". Hubo a continuación intervenciones de personeros del ala partidaria de profundizar rápidamente el proceso rumbo al socialismo, como el profesor titular del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ), Reinaldo Gonçalves, y también intercambios de insultos entre bases petistas defensoras de una y otra corriente. El profesor Juarez Guimarães comentó que esos incidentes "confirman que vivimos una experiencia dramática y que por ello las personas reaccionan dramáticamente" . Destacó, ante ese cuadro de divisiones y desentendimientos dentro de las izquierdas, "la dificultad de mantener la gobernabilidad que tiene este gobierno de izquierda", pidiendo a los radicales petistas, partidarios de caminar de manera rápida hacia el socialismo, que tomaran cuidado con lo que hacían. Porque actitudes similares precipitaron la ruina de "gobiernos de izquierda que fueron derrocados en América Latina" como el del socialista Salvador Allende, en Chile, e "inclusive el último gobierno de izquierda en Brasil, el de Jango Goulart, que también fue derrocado" . El asesor de la secretaría general de la presidencia reconoció que uno de los mayores problemas de la izquierda en el gobierno es "cómo hacer efectiva la superación del actual paradigma neoliberal" y que "la respuesta depende de cómo resolver la cuestión del nuevo paradigma". En este sentido, añadió que, "tal como dijo Emir Sader, no se encuentran antecedentes en otros países" por lo cual es preciso "elaborar una teoría de transición desde el modelo liberal" hacia el nuevo modelo que se desea. De cualquier modo, concluyó Juarez Guimarães, la "alternativa de ruptura frontal no es una política realista" . Sería un error político deducir de los testimonios transcritos que la corriente revolucionaria partidaria de la gradualidad sería necesariamente "moderada" y que por lo tanto debería ser apoyada como un mal menor. En efecto, sus líderes conocen y usan hábilmente las reglas de la gradualidad, que con una apariencia moderada tantas veces tienen como efecto desmovilizar y hasta anestesiar a sectores del centro y la derecha. Por ello, esta corriente es bajo ciertos puntos de vista más peligrosa que la integrada por grupos de extrema izquierda, que con sus frecuentes imprudencias políticas hacen abrir los ojos de muchos. Sobre las nuevas y eficaces estrategias de los seudo "moderados" a nivel internacional, sugerimos la lectura de los artículos sobre el 3er. Foro Social Mundial de Porto Alegre "‘Diversidad’ y nuevos totalitarismos" y "‘Transversalidad’ y caos" (CubDest, Febr. 14 y 15, 2003). Por fin, sería simplificar la realidad considerar como un mero "show" a las fuertes discusiones internas dentro del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y de las izquierdas brasileñas, sobre la velocidad que debería imprimirse al proceso rumbo al socialismo. En efecto, ellas tienen un indiscutible fondo de realidad y pueden inclusive llegar a definir el rumbo del gobierno Lula. No en vano varios participantes trayeron a colación los fantasmas de experiencias socialistas fracasadas en América Latina, entre cuyas causas estuvo precisamente ese delicado problema de la excesiva velocidad impresa al proceso revolucionario. Con lo cual hasta la opinión pública centrista y las capas sociales más humildes se sobresaltaron justificadamente, contribuyendo a precipitar la caída de esos regímenes. FIN
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