Cuba: reforma constitucional, "pensamiento doble" orwelliano y caso Sandra

Por Gonzalo Guimaraens


Recientemente, en menos de una semana, los habitantes de la isla-cárcel de Cuba fueron protagonistas de dos nuevas pesadillas de estilo orwelliano: un día, 9 millones de personas fueron acarreadas a las calles, desde centros laborales y estudiantiles, para protestar contra el "imperialismo", supuesto causante de la miseria que asola a Cuba; y tres días después, los mismos 9 millones fueron coaccionados a a dar sus firmas de apoyo a un Proyecto de Modificación Constitucional que declara "intocable" el sistema comunista.

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y otros resortes de control sociopolítico fueron activados por el régimen, para asegurarse que ningún cubano mayor de edad se escabullera de las manifestaciones y dejara de dar su firma. Así, según alardeó el "Granma" del 19 de junio pp., la adhesión habría bordeado el 99%...

George Orwell -que lanzara su libro "1984" 10 años antes del inicio de la revolución cubana- se sorprendería hoy al ver en el sistema comunista de la isla tantas analogías con los métodos de control psicosocial por él descritos en su novela-ficción y que eran aplicados por el "Big Brother" sobre los habitantes de la infeliz "Oceanía".

"Si toda la gente acepta la mentira que el Partido impone, si todos los documentos presentan la misma versión, entonces la mentira pasa a la Historia y se convierte en verdad", escribía Orwell , definiendo esa artificial situación de control mental como un literal "pensamiento doble". Añade Orwell que en Oceanía simplemente dejar transparecer en el rostro expresiones consideradas "impropias" ya consistía una infracción punible: el llamado "rostro crimen".

En la Cuba orwelliana de hoy, valientes sacerdotes del Oriente cubano calificaron de "diabólica" la eficacia del aparato comunista para el control psicosocial de la población, trasmitiendo la falsa impresión de que la realidad totalitaria es una situación monolíticamente sólida, sin la más mínima posibilidad de ser enfrentada o cambiada.

Así, el cubano, sintiéndose a merced de un poder omnipresente, para sobrevivir se ve obligado a participar en las manifestaciones y a firmar los documentos que el "Big Brother" determina. Sin embargo, esa situación orwelliana, por la artificialidad en que se basa, conlleva para el régimen un alto riesgo, pues se precisan cada vez mayores esfuerzos represivos y malabarismos publicitarios para mantener la fachada de ese mundo hecho de irrealidad y sugestión, casi hipnótico. El investigador David Satter, del Hudson Institute, describió en su reciente libro "La era del delirio" una situación similar vivida en el imperio soviético, antes de su derrumbe.

La ventaja del pueblo cubano sobre el de la Oceanía orwelliana es que el "Big Brother" caribeño, contrariamente a su par de la novela, no ha conseguido "convertir la mentira en verdad". Todos sienten, inclusive los más altos jerarcas, que ese edificio de mentiras, a pesar de las apariencias de solidez, en realidad es cada vez más frágil y vulnerable.

Una de las maneras más efectivas de ayudar a los cubanos es la denuncia y la sensibilización a nivel internacional de esa situación de injusticia flagrante, haciendo que las entidades de derechos humanos, la prensa y las autoridades civiles y eclesiásticas no puedan permanecer calladas.

Voces interesadas susurran que las presiones publicitarias sobre el régimen sólo consiguen en contrapartida un endurecimiento de éste y nada obtienen en materia de libertad. Pero eso no es verdad y basta recordar un ejemplo expresivo. El día 23 de junio se cumple el primer aniversario de la liberación de la niña Sandra Becerra Jova, retenida en Cuba durante años, contra la voluntad de sus padres, los ingenieros cubanos Vicente y Zaida Becerra, residentes en Brasil.

Bastó que el "caso Sandra" saltase a la luz pública, en las tres Américas, para que el régimen cubano tuviera rápidamente que ceder y se viera obligado a entregar a la niña a los brazos de sus padres, para evitar mayores costos políticos y publicitarios.

Las maniobras orwellianas del régimen cubano para aprobar la reforma constitucional que establece como "intocable" el régimen comunista, deben ser denunciadas en el mundo entero y transformadas en un gigantesco "caso Sandra" que conmueva a la opinión pública mundial. Colaborar para que esto se dé es algo que está al alcance de cada uno.


FIN


Gonzalo Guimaraens es analista y consultor político.
E-mail: cubdest@cubdest.org


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