"Terrorismo intelectual", Iberoamérica y Cuba

Por Gonzalo Guimaraens


El "terrorismo intelectual" es una de las más poderosas armas que las izquierdas han venido usando contra sus adversarios ideológicos en Iberoamérica, Estados Unidos y Europa, así como en los países comunistas. Consiste en un conjunto de mecanismos publicitarios y psicológicos usados para desprestigiar, calumniar y reducir al silencio a quienes osan divulgar los crímenes del comunismo, a quienes señalan las complicidades que éste encuentra en medios políticos, financieros e inclusive eclesiásticos y a quienes denuncian las nuevas estrategias de revolución sociopolítica.

El escritor francés Jean Sevillia, en reciente libro, muestra con abundantes ejemplos cómo en su país una minoría de intelectuales de izquierda ha ejercido a través de esa arma una literal dictadura psicológica e ideológica sobre la opinión pública, en las últimas décadas ("Le terrorisme intellectuel de 1945 à nos jours", Perrin, 2000).

Fue esa minoría -liderada al comienzo por Jean Paul Sartre, que es considerado por Jean François Revel como un "terrorista intelectual típico"- la que en 1945 impuso como dogma el engaño de que Rusia comunista era un "paraíso"; la que en el 60 homenajeó como "justa" la revolución castrista; la que en 1968, con la revolución de la Sorbonne, proclamó que la felicidad nacería de la supresión de toda ley moral o jurídica; la que en 1975 se embriagó con la victoria de Pol Pot y del Khmer Rouge en Camboya; la que en 1981 presentó la victoria del socialista François Mitterrand, en las elecciones presidenciales francesas, como una vía irreversible que debería ser seguida por el mundo entero; la que desde 1999, habiendo propiciado en Francia la aprobación de ciertas leyes con contenido aberrante e inmoral, se encarga de anunciar el toque de finados de la familia y de presentar los principios morales como superados; etc.

En Francia, el "terrorismo intelectual" ha funcionado de manera tal vez paradigmática para Occidente. Pero similares mecanismos son aplicados, en grados diferentes y con características propias, en prácticamente todos los países del mundo libre. Por ejemplo, la imposición de ideas de izquierda eufemísticamente calificadas de "políticamente correctas" se obtiene en buena medida a través de mecanismos intimidatorios de "terrorismo intelectual". A esto lo conocen, por sufrir esas presiones en carne propia, quienes en cátedras universitarias, en redacciones de medios de prensa oral, televisiva o escrita, en parlamentos, en órganos empresariales o profesionales, etc., abordan con valentía ciertos temas tabúes, contrariando criterios de análisis impuestos artificialmente por las izquierdas. Dosis de calumnias y desprestigio, que a veces llegan hasta el linchamiento moral, son medios para intentar la claudicación de los incómodos objetantes.

En los países comunistas, el "terrorismo intelectual" ha seguido los padrones implantados por Lenin durante la revolución bolchevique de 1917. Según Revel, fue este jefe revolucionario quien otorgó a dicho método un carácter "científico", combinándolo con el terror físico.

Sin la aplicación maquiavélicamente científica de tan poderosa arma como lo es el "terrorismo intelectual" no hubiera sido posible detonar las sucesivas revoluciones comunistas del siglo XX, en particular la cubana, ni efectuar campañas de difamación contra sectores de opinión conservadores del mundo entero como, por ejemplo, el destierro cubano.

El "terrorismo intelectual" continúa en acción, no sólo a través de la difamación sino también, como lo acaba de señalar el escritor Jean D’Ormesson, de la Academia Francesa de Letras, por medio de la construcción de "muros de silencio, más difíciles de trasponer que el muro de Berlin", en torno de los crímenes comunistas, cuyos autores continúan beneficiándose de una especie de "extraterritorialidad moral".

En el organismo humano, el certero diagnóstico de una enfermedad incluye la detección de los virus que lo afectan y constituye un paso indispensable para un tratamiento de salud exitoso. Tratamiento análogo requieren las enfermedades del cuerpo social, cuando son atacadas por bacterias psicosociales como la que hemos analizado en este artículo. Demostrar firmeza en los principios, sin dejarse intimidar por las presiones, es un primer paso indispensable para neutralizar el "terrorismo ideológico".


FIN


Gonzalo Guimaraens es analista político, experto en asuntos cubanos.
E-mail: GGuimaraens@altavista.net



Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org