EL DOCTOR OX, CUBA Y COLOMBIA

Por Gonzalo Guimaraens


El doctor Ox es un enigmático personaje de Julio Verne que conseguía modificar el temperamento colectivo de la aldea de Quinquedone mediante misteriosos gases producidos en su laboratorio, que hacían pasar a sus víctimas de la apatía y la indiferencia a la indignación y la exaltación, y viceversa ("Une fantaisie du docteur Ox", Amiens, 1872). Según la narración, hubo una accidental explosión de los depósitos de gas y así los quinquedoneses pudieron volver a sus cabales, recuperando la normalidad de sus funciones volitivas, intelectivas y sensitivas.

Verne afirma que el doctor Ox habría muerto por causa de la explosión de su laboratorio. Pero en realidad esto no aconteció. Restañadas sus graves heridas y a pesar de su avanzada edad el mefistofélico personaje se encuentra hoy activo en Cuba, Colombia, Estados Unidos y otros países, aunque actuando invariablemente en los bastidores.

Cada vez que el régimen comunista de Cuba adopta medidas que son de molde a despertar la indignación internacional, como es la actual e implacable ola represiva contra los opositores, el doctor Ox entra en acción con gases anestésicos, impidiendo que esas indignaciones se produzcan en la debida proporción.

Cuando se cumplen fechas importantes, que resultan incómodas de ser recordadas por el régimen de La Habana, el doctor Ox suelta otro tipo de gases que afectan la memoria de las personas y consigue que esas fechas pasen casi desapercibidas. Tal es el caso del 3er. aniversario del viaje de Juan Pablo II a Cuba, el 21 de enero pp., cuya mera mención coloca ante los ojos del mundo entero la trágica evidencia de que Cuba comunista se ha ido cerrando cada vez más al mundo, frustrando el deseo papal.

Cuando se habla del embargo norteamericano, el doctor Ox escoge gases excitantes, promoviendo cóleras furibundas contra aquel, aún cuando todos saben que es el embargo interno impuesto por el régimen totalitario la verdadera causa de la miseria y la opresión en Cuba.

Basta la más leve señal aparentemente distensiva de Fidel Castro para que el doctor Ox suelte gases que provocan infundados optimismos, preparando a los espíritus para aceptar como verosímil la ilusión de que el dictador estaría cambiando. Como se recordará, poco después que Juan Pablo II abandonara la isla-cárcel, llegó a ser aceptado por muchos como siendo verosímil el rumor de que Castro estaría en proceso de conversión... Los gases del doctor Ox llegan a penetrar por misteriosos tubos en las cancillerías, en las asociaciones empresariales, en organismos internacionales, en redacciones de grandes diarios, en fin, hasta en ciertos ambientes eclesiásticos. Él desprecia las guerras convencionales, así como la bacteriológica, la cibernética o la nuclear, no porque piense que éstas son inocuas, sino porque sabe que sus gases son armas mucho más eficaces pues tienen el poder de actuar sobre las propias almas. Existen pruebas incontestables de que el doctor Ox está interfiriendo también, activamente, en Colombia. Allí, de manera análoga a como lo hace en relación a Cuba comunista, colabora con sus gases para intentar adormecer las fuertes resistencias a las narco-guerrillas y de esa manera permitir que éstas avancen en el terreno político y en el militar. En Estados Unidos, sumamente contrariado con el resultado electoral y con el papel histórico de los desterrados cubanos en el mismo, teme que éstos, junto con las corrientes conservadoras norteamericanas, puedan influir de manera efectiva sobre las decisiones del nuevo gobierno.

Estas reflexiones me vinieron a la mente caminando por las pacatas e invernales calles de Amiens, al norte de Francia, las mismas por las que Julio Verne transitó durante años buscando inspiración para sus personajes y escenarios. El notable escritor francés, aunque dotado de una imaginación privilegiada, jamás pudo suponer que su controvertido personaje, consiguiendo escapar del destino fatal que la narración le había reservado, sobreviviese durante tanto tiempo. Y que consiguiese pasar del siglo 19 al 21, llegando a ampliar su campo de acción de la antigua y casi medieval aldea de Quinquedone a la postmoderna "aldea global". Sí, fue en Amiens que caí en la cuenta, con preocupación, de que el doctor Ox todavía vive. Pero, gracias a Dios, existen trazos característicos de su personalidad y de su modo de actuar que lo hacen fácilmente identificable en cualquier parte del mundo donde se encuentre. "¡Ahí está la mano del doctor Ox, testaferro de Castro, protector de las narco-guerrillas colombianas, enemigo mortal del destierro cubano y de los conservadores norteamericanos!" Gritos de alerta como éste, dados en el momento adecuado, podrán contribuir a exorcizar los sortilegios del doctor Ox sobre la opinión pública y, por ende, a acelerar la derrota del comunismo en Cuba, en Colombia y en las Américas .


FIN


Gonzalo Guimaraens es analista político, experto en asuntos cubanos.
E-mail: GGuimaraens@altavista.net

1 de febrero 2001

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