CUBA: ¿FRUTOS BUENOS DE UN ÁRBOL MALO?

Gonzalo Guimaraens

El fin justifica los medios: con este axioma, moralmente inaceptable, publicistas pro-comunistas intentaron hasta un pasado reciente disculpar los crímenes de una ideología "intrínsecamente perversa" que, en el siglo XX, sacrificó la vida de 100 millones de personas.

Hoy, en relación a Cuba comunista, una inesperada retórica de ciertos dirigentes occidentales está alterando el orden de los factores, contribuyendo, aún sin desearlo, a reforzar el producto: los medios (vistos por esos dirigentes como frutos buenos) justificarían de alguna manera el fin.

Sí. En el espacio de pocas semanas, dos mandatarios, uno de la mayor potencia de América del Sur; y otro, de la mayor potencia material de la tierra, elogiaron las supuestas "conquistas" que, en el terreno de la educación y la salud, habría alcanzado la revolución comunista en Cuba. El segundo de ellos, en conferencia de prensa trasmitida al mundo entero, llegó a alabar ese supuesto resultado como "meritorio y loable".

En realidad, la educación y la asistencia médica han sido escogidas por el comunismo cubano como dos de los medios más eficaces para el adoctrinamiento de la juventud y el control psicosocial de la población. Ello se explica pues ambas actividades poseen un instrumental capaz de influir profundamente sobre el comportamiento humano y la personalidad en general, y de modificarlos.

Lo reconoce el comunismo cubano cuando, en la nueva Constitución, coloca el "ideario marxista" como postulado fundamental de la "educación" y la "cultura"; y señala como objetivo específico el de promover "la formación comunista de las nuevas generaciones" (cap. V, art. 39). Lo reconoce el comunismo cubano cuando, en el manual "Principios de la Ética Médica", impreso por el Partido Comunista de Cuba (PCC), señala expresamente que la piedra angular de la actividad del médico de la isla está constituida por "los principios éticos de la moral comunista"; y cuando en el libro "Medicina General Integral", orientado a los "médicos de familia", les proporciona instrumental de psicología social para modificar las "actitudes no deseables" de los desdichados pacientes, que se aparten de "los principios de la moral socialista" (Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1987, vol. I, pp. 188 ss.).

El P. Donegana, del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), mostró antes del viaje del Papa a Cuba --en descarnado reportaje publicado por la revista "Mondo e Misione"-- cuánto la "educación" impartida en las escuelas de la isla-cárcel contribuye a la degradación moral y a la perversión sexual de adolescentes y jóvenes.

La alfabetización y la asistencia sanitaria --aún consideradas en sí mismas, haciendo abstracción del hecho de que son principalmente instrumentos para llevar a los cubanos a la meta comunista-- también han sido cuestionadas. Diversos investigadores sociales y economistas imparciales han puesto al descubierto las manipulaciones estadísticas que hace el régimen de La Habana, lo que coloca una seria hipoteca sobre los índices de atención médica y sus supuestos éxitos. En Grenada, según denunció en su oportunidad Armando Valladares, fueron encontrados manuales cubanos con instrucciones sobre cómo llevar dos juegos de estadísticas paralelos: uno para consumo interno, y otro, para efectos publicitarios. Por su parte, el clásico libro "Cuban Communism", editado por Louis Irving Horowitz, trae varios capítulos donde se constatan las manipulaciones de datos en materia socioeconómica.

Pero muy por encima de estos y de otros documentos que podrían ser esgrimidos, está la infalible regla enseñada por Nuestro Señor Jesucristo: un árbol malo no puede dar buenos frutos (cfr. S. Mateo 7, 18). Aquellos que en Occidente, no obstante sus buenas intenciones y sus deseos de libertad para la isla, elogian esos "frutos" del árbol comunista, contribuyen a justificar y a legitimar, de una u otra manera, al propio árbol malo.

Una de las consecuencias más preocupantes es que dichos elogios son caudatarios de un trabajo de verdadera "ingeniería" publicitaria, actualmente en curso, por el cual se va dibujando en el horizonte el "mito" de un comunismo estilizado, libre de su pecado original; el cual, codo a codo con el "mito" del Che Guevara, se prepara para entrar de contrabando en el tercer milenio que se aproxima. Sus artífices publicitarios --parafraseando la exclamación de los pares de Francia cuando fallecía un rey, y era inmediatamente aclamado su sucesor-- se aprestan a decir: "El comunismo ha muerto, ¡viva el comunismo!"

Sin embargo, ningún proceso humano --político, social, cultural, etc.-- es irreversible. El hombre es un ser racional y libre, y está por ello en condiciones de discernir el trigo de la cizaña. Sobre todo, la Divina Providencia se encarga de velar para que las fosforecencias propagandísticas del mal jamás prevalezcan sobre la luz de la verdad.


FIN


Gonzalo Guimaraens
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