LA META FINAL DEL COMUNISMO Y LA «TERCERA VIA»Brillante editorial del DIARIO LAS AMERICAS, "El comunismo no ha muerto", señala la necesidad de estudiar a fondo las metas últimas del comunismo, así como sus nuevas estrategias posteriores a la caída de la Cortina de Hierro. La ocasión es propicia para recordar algunos análisis a ese respecto del eminente pensador católico, Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, quien fuera durante décadas colaborador de este diario. Muchos en Occidente pensaron que el desmantelamiento del ex-imperio soviético significaba, ipso facto, la muerte del comunismo. Sin embargo, esa interpretación, adoptada inclusive por algunos anticomunistas, a partir de un legítimo "wishful thinking", contiene un profundo equívoco; y refleja un conocimiento parcial de la esencia del proceso revolucionario comunista. En efecto, tal como muestra Plinio Corrêa de Oliveira en varios de sus escritos ("Autorretrato filosófico", 1994, "Revolución y Contra-Revolución", 3a. parte, 1992, etc.), Marx y los teóricos comunistas más notorios vieron a la dictadura del proletariado y al socialismo de Estado como una etapa, y no como la meta final del proceso revolucionario. Etapa que serviría para quebrar el padrón humano propio de la civilización cristiana, modificando profundamente las personalidades, extinguiendo cuanto posible los modos normales de relfexión, violación, y sensibilidad individuales; gradualmente substituyéndolos por formas de pensamiento, deliberación y sensibilidad cada vez más colectivas y despersonalizadas. Esos teóricos ya vislumbraban que, como consecuencia de una evolución en las entrañas del proceso revolucionario, debería producirse el desmoronamiento del socialismo de Estado y de la dictadura del proletariado. Federico Engels llegó a afirmar que "la máquina del Estado" acabaría yendo para el "museo de antiguedades". La desintegración del socialismo de Estado daría paso a una nueva fase del proceso revolucionario, rumbo a la meta final comunista. Esta meta consiste, en síntesis, en un estado de cosas radicalmente anárquico y autogestionario, en el cual, dicen los comunistas, el "hombre nuevo" habrá alcanzado grados de libertad, de igualdad y de fraternidad hasta aquí inimaginables. Si se presta atención en el caos político y moral imperante en muchos países ex-comunistas, en particular, en la propia Rusia; así como en el sistemático proceso de desintegración del tejido social de numerosos países libres, se verificará cuánto ello significa de avance, aún inadvertido, rumbo a la meta final anárquica comunista. El Prof. Corrêa de Oliveira cita una confesión del propio Gorbachev, en su libro "Perestroika", de que el sentido profundo de su política de glasnost y perestroika no fue el de conducir a su país a una verdadera democracia, como tantos interpretaron, sino el de abrir el camino para una transición del socialismo de Estado rumbo a la autogestión socialista. Autogestión que, según el preámbulo de la Constitución de la ex URSS, constituye "el objetivo supremo" de los comunistas. Autogestión anárquica, meta final del comunismo, a la que parece haber hecho referencia Fidel Castro --en el discurso de despedida a S.S. Juan Pablo II-- al anunciar con aires grandilocuentes que "los Estados desaparecerán" y "los pueblos llegarán a constituir una sola familia humana", "sin opresión ni explotación", "sin injusticias ni desigualdades", etc. Plinio Corrêa de Oliveira afirma que esa evolución del comunismo clásico rumbo a una sociedad autogestionaria, coloca a los anticomunistas en una coyuntura estratégica nueva. En efecto, tal metamorfosis del comunismo trae consigo un engañoso llamado: "Así como se disolvió la granítica estructura del comunismo, que Occidente se vuelva menos rígido en su aplicación de los principios básicos de la propiedad privada y de la libre iniciativa, aceptando dar pasos decisivos en dirección al socialismo. De este modo, Occidente y Oriente convergirán en un punto intermedio --no necesariamente a medio camino, y posiblemente bastante más cercano del comunismo que del capitalismo-- y se habrá encontrado una solución definitiva para la paz mundial". "¡Cuántos no se han dejado seducir por esta perspectiva en Occidente!", exclama el Prof. Corrêa de Oliveira, al hacer referencia al reflotamiento, con maquillaje diferente, de la vieja tesis de una "tercera vía" entre socialismo y capitalismo. Seducción que, en primer lugar, ha alcanzado a ciertos sectores católicos llamados "progresistas", con los teólogos de la liberación a la cabeza. Para éstos, por ejemplo, "en las conquistas sociales" de la revolución cubana se percibirían "las señales" y hasta "la presencia" del "Reino de Dios". La justicia social ya se habría alcanzado. Sería preciso que el Estado comunista fuese desmontando su estructura monolítica clásica; y bastaría que además pasase a conceder algún tipo de libertades, para obtener --según esos apologistas-- una suerte de paraíso en la tierra. Engañoso paraíso comuno-católico que, sin duda, tendría no pocas semejanzas con la meta final del comunismo. Ofrezco estas reflexiones como una leal contribución al oportuno llamado del DIARIO LAS AMERICAS para estudiar con redoblada atención la problemática comunista. FIN Gonzalo Guimaraens Cubdest Servicio de Difusión E-mail: cubdest@uol.com.br El autor de este artículo es periodista uruguayo, especialista en asuntos cubanos.
|