REFLEXIONES


El gran amor y la necesidad que tenemos de nuestra Patria y de los seres queridos, verdaderamente lo llegamos a comprender en toda su magnitud cuando la hemos perdido.

Estamos luchando verdaderamente por la libertad de nuestra patria, o es que luchamos por sobresalir y dar rienda suelta a nuestro ego.

Al cubano en general le sobra patriotismo, voluntad de luchar, impetud de sobresalir, de ser humanitario, de aparentar ser amigo de todo el mundo. Pero serían muchos más valiosos si Dios le diera un poco más de humildad, de comprensión de los demás seres humanos y por lo menos oir sus opiniones.

Pensar en Cuba y su libertad, pensar en nuestro fundadores y nuestros mártires, es el fuego ardiente en el alma de todo cubano patriota, que lucha y vive para ver prevalecer los principios por los que generaciones de cubanos han luchado, sacrificado fortunas, familia y sus propias vidas.

La nación que queremos ser: es el sueño del pueblo cubano desterrado y de aquellos que en la patria sufren el rigor de un bárbaro regimen comunistas, apoyados por oportunistas y traidores a la tradición de cubanía por la que lucharon los forjadores de nuestra patria.

Nuestro pueblo está predistinado a ser faro y guía para futuras generaciones y para dar una prueba más a todo el continente, que fuimos amigos y ayudamos a sus hijos desterrados y a sus pueblos. Pero en nuestro destieros hemos visto como la gran mayoría de los países Latino Americanos nos han abandonado. Nuestro sacrificio en obtener la libertad, será en el futuro en baldón para todos esos gobiernos que nos han traicinado.

Dónde han estado los periodistas y prensas del mundo occidental, que dicen defender la verdad y la justicia de los pueblos oprimidos. Que dirán cuando Cuba sea libre y se demustre, lo que ya se sabe, y que ellos han querido desconocer, sólo por favorecer sus propios intereses, o por otras razones que serán públicas cuando Cuba sea libre.

Espero que el pueblo cubano aplique la justicia sin venganza, pero que los crímenes cometidos no queden impunes, y que los traidores y oportunistas paguen sus deudas.


Esteban M. Beruvides

Noviembre 1997

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