Ante la bestialidad de las FARC

por Ernesto F. Betancourt


El asesinato de once diputados, secuestrados por la FARC desde hace varios años, ha ocasionado una fuerte reacción del pueblo colombiano. Esto es lo que dio lugar a los actos de masas a través de toda Colombia durante el pasado fin de semana demandando el fin de la violencia. Hay líderes izquierdistas como Rafael Correa, presidente de Ecuador, que todavía dudan en catalogar a las FARC como una organización terrorista. En Europa, el nuevo presidente francés, de inclinación conservadora, cree que las FARC son una organización guerrillera seria con la que puede negociar la libertad de Ingrid Betancourt, de doble nacionalidad francesa y colombiana, que hace años fue secuestrada por las FARC cuando hacía campaña por la presidencia de Colombia.

Con las artimañas de costumbre, las FARC han puesto condiciones para entregar los cadáveres de los once diputados que asesinaron. Lo que no quieren es que un análisis forense de los cadáveres permita establecer que los asesinaron y no que murieron a resultas de verse atrapados en un fuego cruzado ocasionado por un intento de rescate del ejército colombiano. Ese intento de rescate fue la primera excusa de las FARC y nunca se produjo. Ahora un análisis forense descubriría que no tan sólo las FARC los asesinó, sino que mintieron descaradamente en cuanto a la causa de su muerte.

En los EEUU, los congresistas y senadores demócratas, que controlan el poder legislativo desde la derrota republicana del 2006, han decidido debilitar al presidente Uribe tanto cortando el financiamiento de la ayuda militar bajo el Plan Colombia, como imponiendo condiciones a la aprobación del Tratado de Libre Comercio que se había negociado y ahora queda en una especie de limbo. Por suerte, la postergación del tratado de exención arancelaria, llamado ATPDEA, por ocho meses--venció el 30 de Junio—ofrece un compás de espera para rectificar estos disparates.

Hay que esperar que los líderes del partido Demócrata recapaciten y le faciliten al gobierno de Colombia la ayuda militar que necesita para proseguir la, hasta ahora, muy exitosa lucha contra la guerrilla terrorista de las FARC. Igualmente, es indispensable que se apruebe el TLC con Colombia para facilitar el desarrollo de las exportaciones colombianas a EEUU, ofreciendo así un incentivo para dar mayor empleo a trabajadores colombianos.

Las negociaciones del Gobierno de Colombia con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han avanzado apreciablemente y pudiera producirse un acuerdo similar con estas fuerzas izquierdistas al que se ha hecho con las guerrillas derechistas de las Auto Defensas Unidas de Colombia (AUC). Ha llegado la hora de que tanto el New York Times, uno de cuyos reporteros dejó el trabajo periodístico para convertirse en funcionario de Naciones Unidas al servicio de la izquierda terrorista de Colombia, como la izquierda del partido Demócrata y los liberales europeos (y algunos conservadores como el presidente francés), acaben de reconocer que las FARC son una organización terrorista que no merece ser tratada como una fuerza guerrillera respetable.

La masacre de los once diputados y la reacción de la opinión pública colombiana ante esta bestialidad de las FARC ofrecen una oportunidad para seguir avanzando por el camino correcto. Aprovechémosla. Cierto que las AUC estaban vinculadas con los carteles de drogas y que ha habido relaciones de las gente alrededor del presidente Uribe con esos elementos. Pero, no se engañen, también los ha habido entre los del ELN y las FARC. En Colombia abundan los tejados de vidrio.


Publicado el 07-11-2007



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