La oposición tiene que tomar la iniciativa por ERNESTO F. BETANCOURT En mi columna anterior planteé que había llegado la hora de hablar con los militares. Cuba entra a la hora cero. Es dudoso que Fidel pueda volver a dar el liderazgo que ha dado hasta ahora. Los líderes carismáticos no pueden enfermarse. El carisma es incompatible con la postración por sangramiento intestinal. Las fotos circuladas con motivo de su cumpleaños sólo revelan esa postración. Fin del carisma. Raúl, por su parte, no tiene ni carisma, ni intelecto, ni prestigio internacional para llenar los zapatos de Fidel. Ha llegado a su fin la dictadura carismática del señor feudal que nos dimos en 1959. Y digo nos dimos porque fui miembro del Movimiento 26 de Julio. El fracaso político y económico de la revolución se debe a que, en vez de restaurar la Constitución del 40, se instaló un régimen caudillista estilo Trujillo. Lo del comunismo fue un ropaje ideológico, junto con el antiamericanismo, que Fidel dio a la revolución para encubrir su ambición autoritaria de implantar un estalinismo soviético. La Cuba de hoy es una sociedad retrógrada. En lo político y administrativo se maneja como un feudo en que el señor feudal es dueño de vidas y haciendas. En lo económico se centraliza todo el poder en el señor feudal. Por eso no puede haber iniciativa privada alguna. Todo el mundo le debe su trabajo al señor feudal, y hasta la casa en que vive. Aun la corrupción es una tara que se tolera para asegurar la incondicionalidad de los súbditos. Pero, de ser conveniente, se puede usar para defenestrar a cualquiera. Pregúntenle, si no, a Carlos Robinson o a Roberto Robaina. Mientras Fidel esté vivo es dudoso que se inicie el cambio. Hable o no hable Raúl. Pero la golpeada salud del líder carismático, si no su muerte, aseguran que ahora la transición es inevitable. Esta transición tiene que basarse en las fuerzas armadas. Sólo ellas pueden garantizar el tránsito pacífico que es evidente desea el pueblo cubano. Además, una nación que depende del turismo no puede gastarse el lujo de caer en el caos político. La apertura política tiene que empezar por la libertad de los presos políticos. Es necesario restaurar la libertad de expresión y el derecho de libre asociación. Estos son prerrequisitos para un llamado a elecciones. El aceptar que Fidel nombre a otro señor feudal es perpetuar el régimen retrógrado. La soberanía está en el pueblo, no en el Partido Comunista. Sólo un gobierno elegido por el pueblo, con partidos múltiples, ofrece una base institucional adecuada para sustituir el régimen feudal actual. Ricardo Alarcón quedó fuera. Sus declaraciones revelan un esfuerzo por llenar el vacío que ha creado el silencio de Raúl y compensar por la omisión de su nombre en la proclama de Fidel. Pero el que Alarcón haya tratado de usar el potencial rechazo estadounidense para vetar a Raúl revela que la élite del régimen sabe que la aceptación de EEUU es indispensable en la etapa postcarismática. Implícito en sus palabras está la noción de que él sí es aceptable a EEUU. Lo que es dudoso. A la brevedad posible hay que iniciar la apertura en la economía. El bienestar del pueblo demanda que se libere la capacidad productiva de todos los cubanos. Durante la reciente reunión de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE), que tuvo lugar en Miami a principios del presente mes, varios economistas cubanos discutieron medidas que serán necesarias para lograr esa apertura de la economía. A pesar de que el régimen se ha aislado de los organismos financieros internacionales, hay muchos profesionales cubanos que han laborado en esos organismos y han contribuido a la liberación de las economías del antiguo bloque soviético y otras en las Américas. Sus valiosas experiencias están a disposición de las nuevas autoridades que emerjan del proceso de transición. Estos son los temas iniciales que debe tomar en consideración una mesa redonda entre gobierno y oposición. La agenda puede expandirse después a otros temas. Un futuro estable y próspero para Cuba tiene que satisfacer las aspiraciones de todos los cubanos, dentro y fuera de la isla. Eso no se logra con perpetuar la sociedad feudal actual, sino con el establecimiento de un régimen democrático y una economía de mercado.
Posted on Sat, Aug. 19, 2006 - Miami Herald
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