ANTE LA INESTABILIDAD, HACE FALTA EL GOLPE

por ERNESTO F. BETANCOURT


Recientemente, el gobierno de los Estados Unidos agregó a Cuba a la lista de países en que se anticipa inestabilidad en los próximos dos a cinco años. Ya, antes, se había divulgado que la CIA tiene información de que Fidel Castro sufre de una etapa avanzada del mal de Parkinson. Por otra parte, los eventos internos en Cuba revelan un recrudecimiento de la represión, con los actos de repudio llegando a grados de bajeza increíbles. Además, con las medidas económicas que está tomando, pareciera que Fidel está igualmente convencido de que su fin se acerca y está promoviendo el Apocalipsis.

Los actos de repudio de un extremo a otro de la isla reflejan una política que sólo puede venir del propio Fidel. Hay que preguntarse, ¿qué es lo que persigue con movilizar esta gentuza envilecida y embrutecida para hostigar y humillar a los opositores pacíficos? A mi juicio, ésta es una política deliberada de Fidel para radicalizar a la oposición y hacerle cada vez más difícil la aceptación de la idea del tránsito pacífico, sin venganzas, que hoy en día comparte la mayoría de la oposición. La ira que se genera en mi ánimo cuando leo los actos contra Martha Beatriz Roque o Hilda Molina, o la denuncia del invidente Juan Carlos González Leiva, me revelan que estoy reaccionando tal y como quiere Fidel que reaccione. He llegado a la conclusión de que no debemos dejarnos manipular. Hay que acabar con el régimen.

En lo económico, los bandazos se hacen cada vez más claros. La revolución energética es otra charlatanada de Fidel. Está despilfarrando cientos de millones de dólares en adquirir pequeñas plantas generadoras en Corea del Sur y Alemania. No intenta reparar las grandes plantas generadoras dañadas por el petróleo cubano, alto en azufre, ni reemplazarlas por otras más eficientes. Ha reconocido que los ingenieros de la empresa eléctrica no comparten su solución. Sin embargo, estos ingenieros no han tenido oportunidad de dar a conocer al pueblo las razones técnicas en que se basan para discrepar de la solución de Fidel. En ningún país serio se decide un problema que puede afectar el bienestar de toda la sociedad, como es el del suministro eléctrico, sin escuchar las opiniones discrepantes. Sin embargo, la opinión del señor feudal que domina el destino de Cuba es la única que han oído los cubanos.

Ahora, según un despacho de Reuters, Fidel se propone dar un viraje en la cuestión azucarera. Después de haber festivamente decidido que había que acabar con el azúcar como producto de Cuba, ha resuelto revivir dicha industria. El ministro de la industria azucarera, general Ulises Rosales del Toro, ni siquiera es mencionado en el cable de la Reuters. El único a quien se consulta es al pobre diablo de Carlos Lage. Y el valiente general, antiguo jefe de estado mayor, ni siquiera presenta la renuncia.

Creo que ha llegado la hora de que, como en reiteradas ocasiones ha pedido mi querido amigo Agustín Tamargo, los militares honorables, que no están dispuestos a que este loco los arrastre a un final apocalíptico, actúen. No hacerlo sería desastroso para Cuba y para ellos. Hace falta que los militares den un paso al frente y pongan fin al régimen castrista. Creo que todavía están a tiempo y que serían bien recibidos por el pueblo y por la oposición, dentro y fuera de Cuba. Estoy seguro de que los Estados Unidos y la Comunidad Europea también verían con buenos ojos ese paso. Y, ante la creciente irracionalidad de Castro, en América Latina solamente Hugo Chávez, temeroso del precedente que se establecería, no los apoyaría. Los demás harán la vista gorda.

Ha llegado también la hora de que los cubanos de ultramar convoquen una asamblea general de todos los grupos de oposición al régimen para ponerse de acuerdo en un programa mínimo para la transición. Este es el momento histórico para crear la Cuba con todos y para todos que soñara Martí. Ya existen los foros para hacerlo.

Solamente hace falta una serie de principios básicos alrededor de los cuáles todos estén de acuerdo. Después, será el pueblo cubano, en unas elecciones libres, el que escoja a quienes quiere encargar el gobierno. Además de esos principios básicos, hace falta crear una mesa redonda, como se hizo en los antiguos países soviéticos, para administrar la transición.



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