¿Se acerca el final del carisma? por ERNESTO F. BETANCOURT Este año los festejos del 26 de Julio se celebran bajo condiciones nada favorables. El pueblo está consciente de que el comunismo es un fracaso y sufre las consecuencias materiales de ese fracaso pero Fidel insiste en no ceder un milímetro. O cede o se muere o lo quitan. AUTOR La estabilidad de un régimen depende en gran parte de su legitimidad. En el caso de Cuba esta legitimidad se ha basado por décadas en el embrujo carismático que ha ejercido Fidel sobre la opinión pública cubana, principalmente sobre sus seguidores en el aparato represivo. Pero la debacle material ocasionada por el fracaso del régimen, ahora agravada por el impacto del huracán Dennis, está erosionando las bases carismáticas de esa legitimidad. Esto hace entrar a la sociedad cubana de nuevo en las arenas movedizas de una transición de régimen, la cual puede ser pacífica o revolucionaria. Hasta ahora, Fidel se ha mostrado renuente a aceptar cambio alguno. Todo indica que pretende perpetuar el socialismo y el partido único aún después de su muerte. Así que Fidel desecha el tránsito pacífico. Pero de lo que no se da cuenta Fidel es de que su régimen ha fracasado y de que ya su carisma está agotado. Y después del fiasco de los programas Aló, Comandante, más aún. Ofreció remediar el colapso eléctrico y los apagones se han alargado. Ofreció ollas de presión, hornillas eléctricas y chocolatín y no aparecen. Y, ahora, rechaza tajantemente toda ayuda humanitaria de los EEUU y de la Unión Europea, creyendo que hablando de glorias pasadas influenciaría a un pueblo que ya no lo escucha. Con la salida pacífica bloqueada, sólo queda la revolucionaria. En mi libro Revolutionry Strategy: A Handbook for Practitioners desarrollo un modelo para analizar la propensión a la revolución. Dentro de ese modelo, la opinión pública se divide a lo largo de un espectro de cinco segmentos: desde los dispuestos a acudir a la violencia en defensa del status quo a los que están dispuestos a utilizar la violencia para derribarlo, que incluyen a los que están dispuestos a sufrir la represión como una manifestación pasiva de oposición al status quo. Por razones de espacio, aquí no es posible entrar al análisis de todos los segmentos. Por tanto, sólo comentaremos sobre la conducta del primer segmento en la actual coyuntura histórica cubana. En Cuba, el segmento dispuesto a defender el status quo por la fuerza, el MININT y el MINFAR, está sobredimensionado y el segmento de la disidencia está subdimensionado ante la excesiva capacidad represiva imperante, pero aun así ha tenido un crecimiento vertiginoso en los últimos años. El fracaso del régimen con el colapso eléctrico, de transporte, de vivienda, de alimentación y de otros servicios sociales se ha hecho una realidad apabullante. El cambio de sistema es imperioso e inevitable, gústele o no a Fidel. Eso lo saben los altos mandos del MININT y del MINFAR. Con su carisma en un grave y acelerado deterioro, la única salida pacífica factible requiere que los altos mandos del MININT y del MINFAR se den cuenta de que, en última instancia, el pueblo ya no aguanta mucho más. Y ellos son parte de ese pueblo. En ausencia del poder persuasivo del carisma de Fidel, el régimen carece de legitimidad; y, la única manera de recuperarla es yendo a una salida democrática y a una apertura de la economía a la iniciativa individual. Esto permitiría el levantamiento del embargo americano y el acceso a la ayuda financiera internacional, factores indispensables para restaurar el bienestar del pueblo cubano y la legitimidad del gobierno. La otra alternativa que tienen es caer en el uso de las brigadas de acción rápida, como hicieron el 13 de julio para reprimir la recordación de la masacre del remolcador 13 de Marzo, y llevar a Cuba a un baño de sangre. Por favor, mediten un poco antes de caer en esa espiral represiva. El Nuevo Herald, Posted on Sat, Jul. 23, 2005
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