HAITI, VENEZUELA Y LA CARTA DEMOCRATICA

Por Ernesto F. Betancourt

La huida de Aristide de Haití bajo la protección de tropas americanas ha sido torcida por éste y el Partido Demócrata, especialmente John Kerry, quien, en su afán de denostar al presidente Bush, no titubea en socavar los intereses nacionales americanos.

Miente Aristide cuando dice que fue destituido por Estados Unidos y calla hipócritamente que fue Francia quien primero pidió su renuncia, en apoyo de la oposición haitiana. Kerry revela su ignorancia e irresponsabilidad cuando dice que Estados Unidos trata de restaurar a los militares haitianos en momentos en que su país les ha demandado que depongan las armas y los forzó a retirarse de Puerto Príncipe. Sin la protección de los EU, los ton ton macoutes se hubieran encargado de la salida de Aristide del poder.

La realidad es que Aristide defraudó y resultó un gobernante autoritario, represivo y corrompido. Fue vuelto al poder por el presidente Clinton, con respaldo de 20,000 marines y después recibió 3,000 millones de dólares de ayuda de EU. Ayuda que despilfarró su administración corrupta e inepta. Las últimas elecciones haitianas fueron cuestionadas tanto por la OEA como por Naciones Unidas, así que eso de que se abandonó a un gobernante democráticamente electo es falso. Lo fue inicialmente, pero no últimamente. Por favor, senador Kerry. En Haití no hay legislatura porque el mandato de la actual caducó y Aristide no ofreció garantías para elegir una nueva.

Aquí es donde entra el ignorar la Carta Democrática de la OEA. Dicha carta es la culminación del proceso de poner fin a los gobiernos dictatoriales y consolidar el compromiso hemisférico con la democracia, plasmándolo en un instrumento regional. Dicha carta, en su artículo 18, plantea que cuando un gobierno democráticamente electo se vea amenazado puede acudir a la OEA para que ésta le preste apoyo para preservar la institucionalidad democrática. El gobierno de Aristide nunca hizo uso de esa opción. Habría que preguntarse por qué. Lamentablemente, EU tampoco invocó el artículo 19 de esa carta, que establece los procedimientos a seguir a nivel regional cuando un gobierno viola la institucionalidad democrática.

¿Es este titubeo americano ante la violación de la carta lo que lleva a Aristide a pensar que los EU estarían dispuestos a enviar a los marines para mantenerlo en el poder? Eso, a pesar de que la legitimidad de su origen había sido destruida por el fraude en su última elección, el caducar la legislatura y la violación masiva de derechos humanos por sus testaferros.

La Carta Democrática es de reciente aprobación, precisamente el 11 de septiembre de 2001, y su primer prueba fue cuando la renuncia de Chávez y su vuelta al poder en abril de 2002. En esa ocasión, Chávez se abrazó frenético a la bandera de la OEA para pedir el respeto al gobierno democráticamente electo en Venezuela. Y es a pedido de Chávez, e invocando dicha Carta Democrática, que César Gaviria, secretario general de la OEA, es invitado a mediar una salida democrática al diferendo que había en Venezuela entre gobierno y oposición. Claro, superada la crisis, Chávez ha tratado de deshacerse de ese engorro democrático.

Ante los atropellos jurídicos a la propia constitución chavista y la privación del derecho de más de tres millones de venezolanos de invocar el referendo previsto en esa constitución para buscar una solución pacífica y democrática al diferendo sobre la continuación de Chávez en el poder, es imperativo que la región invoque el artículo 19 de la Carta Democrática. Se debe declarar amenazada la legitimidad del gobierno de Chávez al negar éste con argucias técnicas y procedimentales los derechos del pueblo de Venezuela.

Sobre todo, después que su Consejo Nacional Electoral ignoró los cuestionamientos al respecto del Centro Carter y la OEA, así como las sugerencias para obviarlos.

Chávez parte de la premisa de que la OEA no va a hacer nada y es por eso que reaccionó con tanta ira cuando Estados Unidos reconoció que Aristide había perdido la legitimidad y debía renunciar. Este cambio de posición, en relación con Haití, abre la posibilidad de que, en el caso de Venezuela, se apliquen los artículos 19 al 21 de la Carta Democrática y las acciones del gobierno de Chávez para impedir el referendo revocatorio le hagan perder legitimidad internacional. Esto pudiera ser decisivo en determinar la actitud de los militares venezolanos, cuya pasividad es un requisito para consolidar la dictadura chavista.


FIN



Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org