Respuesta a las atrocidades de Castro

por ERNESTO F. BETANCOURT


En el comentario anterior sobre este tema [Perspectiva, 26 de abril], se sugería que la mejor respuesta a las atrocidades de Castro sería el reforzar las señales trasmisoras de TV y Radio Martí y convertir estas estaciones en ''la voz de la sociedad civil de Cuba''. Pero eso es sólo un medio. Habrá que complementar esas acciones con otras medidas para responder al nuevo reto que representa la ofensiva de Castro para provocar una guerra con Estados Unidos. Ofensiva que llegó a su mayor manifestación hasta la fecha en el acto del 1 de mayo.

Ya se ha comentado en el pasado que, desde el principio, Castro amenazaba con que su destino era terminar en una guerra con los Estados Unidos. Así se lo dijo en carta a Celia Sánchez en junio de 1958 y, de palabra, a los oficiales del coronel Barquín en una reunión en enero de 1959. Parece que ante el desastre económico insoluble de su régimen y la debacle de su aliado Hussein en Irak, Fidel ha concluido que la hora de su destino ha llegado. Hasta su amigo Carlos Fuentes sospecha que Castro intenta terminar en llamas, arrastando a la muerte a millones de cubanos.

Hay tres reacciones a las acciones tremebundas de Castro: los que proponen medidas que complacen a Castro, lesionando a sus oponentes, como cortar las remesas, o capitulan ante él, no importa lo que haga, como levantar el embargo. Al otro extremo hay los que propugnan ir a lo tremendo, inclusive invocando el ejemplo de Irak, para proponer, en última instancia, una invasión. Y hay una tercera reacción posible, la del mazo y la zanahoria. Hablemos de ésta.

Esta opción implica que cese la contemporización ante las provocaciones de Castro y se aliente su derrocamiento. La contemporización ha prevalecido desde la crisis de octubre de 1962. Las administraciones americanas titubeaban ante reacciones firmes que pudieran desembocar en otro enfrentamiento soviético-americano. Castro nunca cumplió su parte del acuerdo Jruschov-Kennedy y ninguna administración americana insistió sobre el punto. En definitiva, ese acuerdo se negoció ignorando a Castro.

Así, Castro adiestró comandos en Vietnam para atacar bases en Estados Unidos; sus espías de la Red Avispa recabaron las direcciones de militares americanos para atacarlos en sus hogares; hizo preparativos para lanzar ataques de guerra biológica, parece haber estado envuelto en la difusión del virus del Nilo Occidental; ordenó elaborar planes para atacar la planta nuclear de Turkey Point; y ha hecho interferencias a la red de radio ARINC, la que controla el tráfico aéreo en los aeropuertos de Estados Unidos.

Tanto el Pentágono como la CIA y el Departamento de Justicia han mantenido un silencio discreto en estos casos para evitar tener que responder. El mejor ejemplo es el caso del derribo en aguas internacionales de los dos aviones de Hermanos al Rescate. La respuesta lógica debió haber sido el bombardear la base de los aviones ofensivos, como se le aconsejó al presidente Clinton. Pero no, se aprobó la Ley Helms-Burton.

Además, Castro ha creado una red de agentes latentes y activos, reclutados de entre las brigadas Maceítos y Venceremos. Esta quinta columna puede hacer actos de terrorismo cuando lo ordene Castro. Excepto en el caso de la Red Avispa, la contrainteligencia americana ha seguido una política pasiva de observar y no arrestar y procesar a estos agentes castristas, reforzando la imagen de impunidad.

Hasta ahora, no sólo Castro ha disfrutado de impunidad ante esas acciones, sino ha trasmitido esa sensación de impunidad a los que siguen sus órdenes. Es inaceptable que esa impunidad continúe.

Bajo la política del mazo deben replantearse todos esos patrones pasivos de respuesta. Los cuadros para acciones hostiles dentro de Cuba deben ser avisados de que todo acto hostil será respondido con firmeza. Se debe emitir un anuncio de esa nueva política, como se hizo en Irak a los que controlaban armas de destrucción masiva. Se dehe alentar la desobediencia a cualquier orden agresiva que emita Castro. Finalmente, se debe desmantelar la organización subversiva durmiente de Castro en Estados Unidos. Inclusive, ofreciendo amnistía a los que Castro chantajea.

Bajo la zanahoria, se debe expresar que Estados Unidos aceptará gustoso prestar ayuda sustancial para la reconstrucción de Cuba en una transición democrática que debe incorporar a todos, inclusive los que rodean a Castro y participen en su derrocamiento, siempre que no sean culpables de crímenes de lesa humanidad.

Se debe iniciar desde ya la planificación de la ayuda de los organismos financieros internacionales a esa transición para acortar el trámite del financiamiento inicial de la reconstrucción de la Cuba postcastro. Todo esto debe ser ampliamente cubierto en la programación de unas Radio y TV Martí cuyas señales hayan sido fortalecidas.

Así se alentará a los desafectos dentro del régimen a no obedecer las órdenes absurdas de Castro en su etapa final y se sentarán las bases para construir una Cuba democrática y próspera, como ansía el pueblo cubano.


MIAMI HERALD
Posted on Sat, May. 10, 2003

Las credenciales específicas del columnista Ernesto Betancourt están descritas para información del lector en:

http://www.amigospais-guaracabuya.org/g_betancourt.html


Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org