SADDAM, CASTRO Y LOS DEMASBy Ernesto F. Betancourt Uno de los rezagos de la Guerra Fría ha sido la existencia de una serie de regímenes que sólo surgieron y sobrevivieron gracias al conflicto soviético-Occidente. De ahí que países irrelevantes, y hasta meros movimientos terroristas, adquirieran papeles en las relaciones internacionales muy por encima de su peso intrínseco. Corea del Norte, Irak, Irán, Cuba, la OLP, la ETA y el IRA es el ramillete de gobiernos y movimientos que se nutrieron de la Guerra Fría. Con el final de ese conflicto era de esperarse que las aguas tomaran su nivel y se ajustaran las metas nacionales a las realidades de cada uno. En cierta forma eso fue lo que pasó con la OLP. Habiendo perdido el subsidio soviético, Yasser Arafat se aprovechó de la ingenuidad nórdica y la complicidad clintoniana para promover el acuerdo de Oslo, con resultados muy adversos para Israel. En Corea del Norte ocurrió algo similar con la cuestión nuclear. En ambos casos, la administración de Bush rehusó aceptar las premisas que heredó de la de Clinton. En eso estábamos cuando se produjo el ataque de Al Qaeda. No olvidemos que el objetivo era destruir la gobernabilidad política y económica de Estados Unidos. Además, el pueblo americano confrontó un peligro desconocido hasta entonces, un ataque terrorista masivo en su propio territorio, agravado por la existencia de armas de destrucción masiva. De pronto entramos en una nueva era. Se acuñó la frase Eje del Mal para agrupar a los países que otrora fueron beneficiarios del chantaje soviético y se asociaban con prácticas terroristas. Además, se estipuló que se cambiaban las reglas del juego introduciendo la doctrina de guerra preventiva. La prevalente doctrina de guerra reactiva era inaceptable, y políticamente suicida, ante armas de destrucción masiva. La primera aplicación de la nueva doctrina fue en Afganistán. No hubo consulta previa a Naciones Unidas, entidad notoria por su doblez en manejar todo lo que tenga que ver con el Occidente, la democracia y el capitalismo, para no hablar de Israel y los Estados Unidos. Sorprendentemente, el régimen talibán, supuestamente anclado en profundas raíces culturales y religiosas de la sociedad afgana, se desintegró ante las bombas inteligentes y una alianza de caciques locales formada a puros billetazos. Pero el objetivo de eliminar a Omar y a Osama bin Laden, líderes del talibán y Al Qaeda, respectivamente, se les escapó a las mirillas de las bombas inteligentes. Con esa agenda aún incompleta, el presidente Bush se lanza contra Saddam. La evidencia de que es una amenaza inmediata no ha sido convincente, aunque los motivos de Francia y Alemania para oponerse despierten serias dudas. Por eso pensamos que, más que una vinculación con Bin Laden, hay viejos vínculos con el terrorismo que se desea exterminar de una vez por todas. Y la ''nueva Europa'', recién liberada del comunismo, coincide. Esto hace la decisión estadounidense muy preocupante para viejos terroristas como Castro, cuyos vínculos con Irak son fáciles de documentar. Aunque, por ahora, Estados Unidos, sensatamente, no desea abrir otros frentes que distraigan la atención de lo de Irak. Los cubanos tendrán que esperar a que le llegue el turno a Fidel. Lo único que hace falta ahora es evidencia categórica de que se ha desmantelado la telaraña que urdió la espía Ana Belén Montes y que todavía no parece haber sido desechada por la CIA, Justicia y el Pentágono. En Cuba no puede haber una sucesión con Raúl, de espaldas a las legítimas aspiraciones del pueblo cubano, sino una real transición. Eso lo ha dicho Bush, pero no Tenet, Ashcroft o Rumsfeld. El heredero loquito de Corea del Norte, consciente de que, después de Saddam, él es el siguiente en la agenda, ha tratado de precipitar su crisis ahora. Parece estar siguiendo el consejo del Che de ''crear uno, dos o tres Vietnams''. Puede que haya otros. A Chávez, amigo y protector del terrorista Carlos el Chacal, la dinámica de su situación lo va a llevar a repudiar la mediación de Gaviria y los países amigos, la cual pidió cuando pensaba que legitimaba su pedigree de demócrata. Como además de terco es bruto, habrá que invocarle la Carta Democrática. Pero de que Hugo cesa, cesa. Finalmente, en Colombia, la brutalidad de los terroristas de la FARC y el ELN eventualmente tendrá que ser aplastada con las mismas bombas inteligentes que Estados Unidos se apresta a utilizar contra Saddam. Además, después vendrá una negociación israelí con un gobierno palestino post Arafat, el tránsito en Irán a los reformistas post república islámica y la modernización del resto del mundo musulmám. Arabia Saudita se modernizará y desmantelará el aparato terrorista montado extorsionando a los príncipes herederos del rey Ibn-Saud. Tremenda tarea que llevará décadas, si no siglos. Esto es lo que pudiera pasar si Irak sale bien. Pero, ¿y si sale mal? Por muchas dudas que tengamos, mejor ni pensarlo. El Nuevo Herald, Posted on Mon, Feb. 17, 2003 FIN
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