MONTERREY Y EL AISLAMIENTO DE CASTROBy Ernesto F. Betancourt Una vez que echamos a un lado las telarañas tejidas por las mañas de Fidel, la cumbre de Monterrey representa una manifestación clara del creciente aislamiento internacional de Castro.La realidad en síntesis es que Fidel intentaba colarse en una fiesta en la que no lo querían. Cuando, para su sorpresa, no le permitieron colarse en la fiesta, dio la patada a la mesa, creyendo que con eso tendrían que suspender la fiesta por pedido de los otros países. Pero, no fue así. El tema era demasiado importante para los otros jefes de estado como para dejarse arrastrar por la demagogia estéril de Fidel, que todos ellos saben ha llevado a Cuba a la ruina. Según Ricardo Alarcón, sólo algunos del Caribe inglés se abstuvieron de asistir a la fiesta motivo de la polémica. Fidel volvió a vivir el resentimiento de sus días de adolescente en Banes cuando, para entrar al Club Americano de la United Fruit, tenía que ser invitado por un miembro.La cumbre de Monterrey estaba en preparación desde hace tiempo. El ex presidente Zedillo fue encargado por el secretario de la ONU, Kofi Annan, de coordinar esas tareas. Se buscaba una redefinición de las reglas del financiamiento del desarrollo para que fueran más exitosas en reducir la pobreza que las del llamado Consenso de Washington. Tanto los países ricos como los pobres estaban embarcados en una búsqueda seria de un marco más efectivo para solucionar el problema de la creciente disparidad entre el norte y el sur.La solución se veía en modificar los procesos de globalización y del neoliberalismo para insertar medidas que ayudaron a reducir el creciente abismo que separa al norte del sur y ofrecer una base económica más efectiva que consolide y no debilite el progreso logrado en la liberalización política. Pero ya en el Foro de Sao Paulo, en La Habana, en el Foro Social de Porto Alegre y en las labores preparatorias de la cumbre de Monterrey se había hecho evidente que los grupos extremistas que promueve Castro perseguían metas incompatibles con lo que estarían dispuestos a aceptar los países ricos representados en el Grupo de los Ocho.Eso quedó plasmado en el documento Consenso de Monterrey, aprobado en las labores preparatorias de la cumbre. En una reunión de jefes de estado no se discute el detalle de resoluciones. Castro estaba consciente de que en Monterrey estaba derrotado de antemano. Bush había prevalecido.Por eso buscaba crear un incidente que distrajera la atención de la sustancia de lo que se había logrado y pusiera el foco en las tesis absurdas que presentó en su discurso. Ninguno de los otros mandatarios, tal vez con la excepción del pobre diablo de Hugo Chávez, apoyó la posición cubana. Cuba fue el único país que se negó a aprobar el consenso. Ni siquiera Venezuela se le unió en la abstención. Brasil, Argentina y Chile hicieron mutis, a pesar de que la iniciativa americana estaba encaminada a países más pobres y poco les ofrecía a ellos. Los andinos y los centroamericanos tenían sus agendas propias, que negociaron durante los viajes de Bush a Lima y El Salvador.El incidente se relacionaba con su asistencia a una actividad social paralela en la que estaría Bush. Es evidente que en una reunión de Naciones Unidas un jefe de estado tiene derecho a ser incluido en todas las actividades oficiales. Ernesto Zedillo, como funcionario principal de Naciones Unidas en el secretariado del evento, era el coordinador de todas esas actividades y no el gobierno de México. Aparentemente, con su arrogancia tradicional, que en el pasado se le había aceptado siempre, Fidel dio aviso a última hora del martes de que llegaría el miércoles para hablar el jueves. Con cincuenta jefes de estado presentes, hacer cambios a última hora no es fácil y de ahí surgieron los malos entendidos.La jugada de crear un incidente con Bush se le fue de las manos. El no estaba invitado. Por eso el papelazo de pedir que a Alarcón, a quien delegó ignorante y tontamente el status de jefe de estado, le dieran acceso a todos los eventos de la reunión, y la humildad hipócrita de retirarse para no crear problemas vinculados a su persona. Ahí es donde se le salió su resentimiento social visceral de ser hijo ilegítimo de la sirvienta de la casa con un padre que había sido soldado colonial español bajo Valeriano Weyler, cosa que le echaban en cara, con la crueldad típica de los muchachos, sus compañeros de escuela en Santiago. Para no hablar del rechazo de no poder acceder a un club social reservado para americanos. El hecho es que Castro está aislado. Ya es intrascendente y obsoleto. Gobernantes más jóvenes que él, como Fox, Lagos, Cardoso, Duhalde, Toledo y Flores, no lo siguen en sus fobias antiamericanas. Hay una nueva camada de líderes en las Américas que está en busca de lograr soluciones para los problemas de sus pueblos en cooperación con los americanos. Además del bienestar de sus pueblos, buscan consolidar la democracia en sus países. Cuba no ofrece más que demagogia y el ejemplo de un rotundo fracaso económico basado en una ideología que no ha funcionado en ninguna parte. Eso es lo que demostró la Cumbre de Monterrey. FIN Ernesto F. Betancourt El Nuevo Herald Posted on Sat, Mar. 30, 2002
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