EL TRUJILLISMO, ETAPA FINAL DEL CASTRISMO (II)

Por Ernesto F. Betancourt


Aparte de una proyección ideológica mundial mucho más favorable que la del trujillismo, a cambio de servir de instrumento militar del comunismo, sobre todo en Africa, el castrismo recibió subsidios ecónomicos que alcanzaron los cinco mil millones de dólares anuales.

Miles de cubanos dieron sus vidas como tropas internacionalistas de un estado mercenario que los vendía como carne de cañón al servicio del expansionismo soviético en Africa. Sin mencionar la gloria para el caudillo.Esto permitió crear un éxito económico que se desplomó con la desintegración del imperio soviético.

En lo social, se creó el mito del éxito en lo educacional y en los servicios médicos, los cuales pasaron a ser insostenibles financieramente con el cese del subsidio soviético. No hay modo de que la economía cubana pueda sostener una relación de un médico por cada doscientos habitantes. La matrícula universitaria ha sido reducida de 250,000 a 100,000. El desplome de los salarios profesionales en valor dólar ha hecho más atractivo el trabajo en el turismo que ejercer una profesión. La fuga del profesional médico auxiliar y educacional de sus trabajos ha forzado al régimen a habilitar miles de enfermeras y educadores en cursillos de emergencia.

En alianza con el brasileño Lula da Silva, Fidel auspició la creación del Foro de Sao Paulo, primero y del Foro Social, después, para levantar la bandera de oposición al globalismo y a la economía neoliberal. Pero la decadencia de su poder de convocatoria se evidenció cuando Lula lo vetó de asistir al reciente Foro Social en Punta Alegre por temor al daño que ocasionaría a sus aspiraciones presidenciales. La imagen marxista del caudillo se deteriora. Privado de ella, sólo va quedando el caudillismo.

En República Dominicana no se podían hacer negocios sin darle participación al Generalísimo. Así ocurre que, a su muerte, fue necesaria una campaña de privatización porque, al confiscar sus empresas, el estado pasó a ser el mayor empresario nacional. Algo semejante está ocurriendo con el otro caudillismo caribeño. Los inversionistas tienen que ser socios de Fidel, el dueño de la isla, o de la oligarquía financiera que le rodea. Ya se ha revelado el mecanismo de las llamadas ''cuentas del comandante en jefe'' en bancos internacionales, que ha hecho que la revista Forbes lo incluya entre los grandes multimillonarios.

En la etapa comunista del régimen la corrupción era limitada. Cierto que había un grupo alrededor de la máxima dirigencia que disfrutaba de toda clase de privilegios, mientras se hacía alarde de un régimen igualitario. Pero eran privilegios de usufructo. Al abrirse el país a la inversión extranjera por vía de las empresas mixtas, crearse las sociedades anónimas y legalizarse la tenencia de dólares, Cuba ha quedado dividida en dos clases, el diez a quince por ciento que tiene acceso a dólares y el ochenta y cinco a noventa por ciento que vive básicamente en la economía del peso.

La división de clases en Cuba se ha tornado tan desigual como en el resto del hemisferio. La oligarquía de la nomenklatura dentro de la clase dolarizada a veces tiene intereses económicos antagónicos a los intereses políticos de Castro, lo que se refleja en las conductas titubeantes del caudillo que nos sorprenden: como en el caso de los talibanes en Guantánamo. Mientras a Trujillo lo mataron gente desafecta dentro de su propia oligarquía, la oligarquía castrista vive genuflexa y obsecuente.

El otorgar prebendas en dólares se ha convertido en un instrumento de Castro, el caudillo cubano, para comprar lealtad; similar al que utilizaba Trujillo, el caudillo dominicano, para recompensar a sus leales servidores. El hermanísimo, Raúl, es uno de los grandes beneficiarios de este nepotista y corrompido sistema, basado en altos oficiales del MINFAR y el MININT.

De acuerdo con un artículo en Diario 16, de 24 de junio de 2001, el general Julio Casas Regueiro, mano derecha de Raúl, preside GAESA (Grupo de Administración Empresarial, S.A.) cuyo director ejecutivo es el mayor Luis Alberto Rodríguez, yerno de Raúl Castro. De acuerdo con ese artículo, en 1997, GAESA facturó cerca de mil millones de dólares.Pero ése es solamente uno de los grupos millonarios de la oligarquía que ha surgido dentro de la nomenklatura del régimen castrista en su etapa final.

En un documento de circulación privada, el economista Jesús Marzo Fernández, quien trabajaba en las altas finanzas internacionales del régimen, ha identificado otros cien secuaces del caudillo que han acumulado fortunas privadas en exceso de un millón de dólares, la mayoría depositadas en el extranjero.

Esa práctica cautelaria Trujillo la interpretaba correctamente como síntoma de duda en su futuro y una deslealtad. Al final, hasta su familia trató de situar fondos fuera.La nomenklatura cubana todavía no ha llegado a esa fase, tienen cifradas sus esperanzas en una transición controlada por el caudillo y su heredero, Raúl. Para ello cuentan con la complicidad de generales americanos retirados, como el general Barry McCaffrey, que propone incluir a Castro en un mando conjunto contra las drogas en el Caribe, y los generales Wilhem y Atkeson, que declararon a favor de los espías de Castro durante el juicio de la Red Avispa. Estos militares siguen tercamente aferrados a las conclusiones de que Castro no es amenaza para Estados Unidos, promovidas por la espía castrista confesa Ana Belén Montes, analista principal sobre Cuba de la Defense Intelligence Agency. A su vez, están aliados con inversionistas como David Rockefeller y Dwayne Andreas, para quienes el afán de lucro siempre ha prevalecido sobre el respeto a principios como la democracia y el respeto a los derechos humanos.El apoyo de esta alianza militar-financiera para facilitar el continuismo de Raúl es el último aspecto de la similitud entre el trujillismo y el castrismo en su etapa final.


FIN


Ernesto F. Betancourt
El Nuevo Herald
Mar. 16, 2002


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