SOMOS HACHA Y MACHETE por Esteban Fernández Los cubanos somos bárbaros. Ningún cubano acepta ser miedoso ni cobarde. Nosotros no le tememos a nada, todos tenemos un tremendo historial de valor que no lo brinca un chivo. Nunca le hemos hecho caso a la frase de que es mejor decir “Aquí corrió un cobarde que aquí murió un guapo”. Sin embargo, estamos vivos todavía. No somos feos. Jamás yo he conocido un compatriota que acepte su fealdad. Es más, por muy horripilante que sea un cubano siempre lo podemos escuchar quejándose de la fealdad de otros. Y lo oímos decir “¡Ñoooo que feo está el tipo ese, compadre!”. Todos los cubanos en el pasado, y en el presente, hemos estado rodeados de mujeres preciosas. Casi nunca un cubano reconoce que una vez se acostó, o tuvo una relación, con una mujer fea. Los esperpentos se los dejamos a otra gente. No somos brutos. Entre nosotros nadie reconoce ni dice estas palabras “¡Yo soy muy torpe!”. Mientras más tonto es más inteligente y pícaro se considera el cubano. Ninguno, desde luego, dice que fue un “maleta” jugando a la pelota. A mí me parece que todos los cubanos consideramos que el único motivo por el cual “Perucho” Formental era líder de los bateadores con su promedio siempre de “300” era porque no nos dieron un chance a nosotros de batear "400" y porque se presentó primero que nosotros (o se levantó mas temprano) en los campos de entrenamiento. Ninguno está gordo. Vaya, estamos robustos, entrados en carne, pero gordo de eso nada, los que parecen “unas ballenas” y “lucen unos elefantes” son los demás gordos del planeta. Nosotros no. Los cubanos tampoco nos ponemos viejos. Nos gusta decir que “estamos acumulando juventud” En realidad todos creemos que “estamos igualitos” a los 80 que cuando teníamos 40. Tampoco los cubanos necesitamos “Viagra”, ni “la bombita” de Andrés García, ni nada parecido. No importa la edad que tenga un cubano se sigue creyendo ser “un caballo semental”. Y las esposas cubanas ayudan siempre diciéndole a la gente: “¡No, de eso nada, el viejo todavía está entero!”. Los cubanos fuimos, somos y seremos siempre tremendos bailarines. Todos creemos que cuando suenan un buen rumbón podemos superar a Bacallao el bailarín de la orquesta Aragón y a Tabenito el de la Sensación. Es posible que en la pista de bailes estemos haciendo 20 ridículos pero nos creemos que junto a la mujer que nos acompaña estamos dejando chiquitos a Ana Gloria y Rolando. Expertos todos en política internacional. En media hora, parados en una esquina cualquiera, podemos resolver los problemas internos de nuestro país, de Venezuela, de Bolivia, de Nicaragua y tumbar a Fidel, a Chávez, a Evo Morales y a Daniel Ortega. Eso es fácil para cualquiera de nosotros. Como militares somos unos genios. Dígame la verdad: si usted es cubano ¡cuánto tiempo haría que ya usted hubiera acabado con la guerra de Irak, invadido a Irán, barrido del mapa a todos los coreanos comunistas, y los Marines hace rato que hubieran estado caminando campantes por Caracas y por La Habana!. Dwight D. Eisenhower y George S. Patton fueron militarmente inferiores a cualquiera de nosotros los cubanos. Todos somos magníficos médicos y mejores farmacéuticos. ¿Cuántos profesionales usted conoce que tengan dos doctorados en medicina y en farmacia al mismo tiempo? La respuesta es: todos y cada uno de los cubanos. Y encima de eso todos somos mecánicos, carpinteros, pintores, escritores, oradores, abogados, poetas, musicólogos, y a la hora de contar un chiste somos 20 veces mejores que Guillermo Álvarez Guedes.
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