LOS IDOLOS DE BARRO por Esteban Fernández Si hay algo que yo nunca he entendido en la vida es el fanatismo de muchísima gente con las celebridades. Individuos que por tener cierto talento (y a veces hasta sin mucho talento como Enrique Iglesias) la gente les cae atrás, los guataquea, les pide autógrafos y andan pendientes hasta del último detalle de sus vidas y de sus escándalos. Para mí eso resulta, y ha resultado siempre, inaudito e increíble. Los héroes de cada uno de nosotros deben ser exclusivamente las personas que conocemos durante muchos años, 20, 30 ó 40 años, que nunca nos han fallado, que nunca los hemos visto hacer una barrabasada, que los queremos, que los admiramos simplemente porque conocemos su proceder decente y correcto. “Celebridades” verdaderas son nuestros padres cuando eternamente se han portado bien con nosotros y con todo el mundo y han tenido una vida ejemplar. “Héroes” son nuestros hijos si son decentes, se portan bien, y están ahí reciprocando nuestro amor. ¿Dónde está Luis Miguel cuando usted tiene que pagar la renta de su casa y no le alcanza el dinero que usted tiene? ¿Puede usted llamar a Thalía para que lo ayude con su deuda? ¿Usted se acuerda de lo “famosa” que hicieron a Myrka Dellanos cuando se hizo “novia” de Luis Miguel? ¡Por favor, hasta la revista “People” la hizo LA ARTISTA DEL AÑO!... Y todos los “comebolas” pendientes de Myrka. Hace 5 años yo estuve en el Hospital con problemas de salud. Allí durante toda una semana estuvieron, sin dejarme un instante, mis dos hijas, y mi buena amiga Minerva. O.K. esas son mis heroínas. Estuve rodeado todo el tiempo por Hugo Byrne, por Abel Pérez, por Ángel Torres, por Antonio Rotella, Hebel Fernández, Aris Caso, Nino Cardoso, Luis Aguirre, Enrique Bin, Milton Sorí, con sus esposas, esos son mis héroes y celebridades. Durante esos 7 terribles días ¿dónde estaban Chayanne, José José, Cristian Castro, Juan Gabriel? Vaya, las celebridades “brillaron por su ausencia”, ni se enteraron, ni les interesaba mi estado de salud. Ah, pero yo me quedo frío el gran interés que despiertan hasta los “mocosos” de los artistas y celebridades. No pasa un solo día sin que la prensa de chismografías no nos hable de Miguelito el hijo de Aracely Arámbula y Luis Miguel. Y nos informan sobre los hijos de Angelina Jolie y Brad Pitt, y la de Tom Cruise y durante semanas nos han bombardeado con la recién nacida hija de la difunta Anna Nicole Smith y las averiguaciones de ¿quién es el padre de la baby? Porque parece que ni ella misma sabía quién era el padre de la criatura. Mi amigo Mario Byrne tiene la magnífica teoría de que “Todos estos artistas son nuestros asalariados, que nosotros somos los que les pagamos, y que debían ser ellos los que nos guataquearan y ser los interesados por nuestras vidas y salud” Y les aseguro que Mario practica lo que predica porque un día fuimos a comer al restaurante Las Palmas de North Hollywood y allí estaban comiendo un famoso cantante y actor junto a un grupo de amigos y yo le dije: “¡Mario, mira, ahí está Pablo Montero!” Y Mario ni lo miró. Me contestó: “So what, a mí que me importa eso”... Los seres humanos tenemos la tendencia a “levantar y admirar” a desconocidos. Aplaudimos delirantemente a políticos, a deportistas, a artistas, a actores, y después sufrimos tremendas decepciones. Yo conozco de casos de personas que le han puesto a su hijo “Richard Nixon Pérez”, y yo escuché de un tipo de apellido Castro, casado con una mujer de apellido Cruz, y le puso en 1959 a su niño “Fidel Castro Cruz”. Quizás ese hijo hoy ande exiliado por Miami. Y yo si tengo que escoger “héroes” aparte de los seres que me han demostrado decencia y amistad eterna, creo que me quedaría con los médicos, enfermeras y bomberos que salvan vidas. ¡Un aplauso para ellos y para mis amigos! .
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