ADIOS AGUSTÍN

por Esteban Fernández


Hace años, muchos años, siendo yo un joven, escribí un libro sobre mi pueblo titulado “Güines de mis Recuerdos”. Creo está demás decirles que no fue un “best seller” ni nada parecido. Sin embargo, cumplió su cometido, fue comprado por mis coterráneos y saqué los gastos. Eso fue todo.

¿Eso fue todo? No, eso no fue todo, porque inocentemente incluí unas cuatro o cinco líneas y esas palabras fueron la llave que abrieron un verdadero tesoro en mi vida.

Dije, contando los inicios de toda mi vida como un niño que abre sus ojos a la belleza de un pueblo y a la vida: “ Los jueves desde muy temprano en las mañanas yo me sentaba en un sillón en el portal de mi casa esperando que llegara el repartidor de Bohemia, el negro Simón, en un intento porque nadie me ganara la revista y poder leer antes que nadie a mi escritor favorito AGUSTÍN TAMARGO cuando yo tenia 10 años de nacido”...

Si eso lo hubiera escrito hace 3 o 4 años atrás hasta Agustín lo hubiera interpretado como una guataquería mas de las que le sobran a los famosos. Sin embargo, fueron escritas por alguien ( al igual que la mayoría de los cubanos en ese instante) que no tenia la más ligera idea de donde estaba metido Agustín Tamargo. Inclusive yo no sabia si todavía estaba en Cuba. Lo cierto es que no era el gran personaje que después brilló en el exilio miamense.

Pero, dondequiera que se encontrara Tamargo, esas líneas en mi humilde libro, escritas por un jovenzuelo en California, no solamente llegaron a sus manos sino que lo impresionaron extraordinariamente.

Pero el haberlo dicho cuando “él no era nadie en el destierro” me acredita hoy y me da la moral para poder decir que casi desde que yo nací MI ESCRITOR PREFERIDO, EL MEJOR ESCRITOR, SIEMPRE LO FUE AGUSTIN TAMARGO.

Y por esas cosas lindas de la vida ( y la vida tiene pocas cosas lindas) hace como 15 años me llegan las primeras noticias de que Agustín Tamargo, mi ídolo de la niñez, anda reciprocando sus elogios hacia mi persona y dice cosas increíbles en “Radio Mambí” como que “Aquel niño que me leía en Güines hoy vive en California y según mi opinión es el mejor COSTUMBRISTA del exilio cubano”...

Y desde entonces lee mis escritos, y mientras tuvo voz leyó mis artículos. Y todavía hoy me cuesta mucho trabajo aceptar que Agustín me admirara. Yo creo que es algo así como lo que representara para un católico que el Papa dijera de él “que es un gran religioso”.

Hace años cuando Agustín me entrevistaba en su programa le dije: Hace varios día el ex boxeador “Huracán” Carter al ver la pelicula de su vida interpretada por el actor Denzel Washington (un moreno súper bien parecido) dijo: “Wow, yo no sabia que cuando yo era joven lucia tan bien”. Y eso es lo mismo que a mí me pasa cuando usted, Sr. Tamargo, lee mis escritos, es cuando únicamente yo pienso: “¡Ñooo, la verdad es que yo soy un buen escritor!”...

Y el dolor me embarga, no es justo que Agustín se vea obligado a abandonar esta vida sin ver a Cuba libre. Esa Cuba que era su total y única obsesión en su vida. Esa Cuba por la cual él peleaba, se enojaba, se emocionaba y defendía con toda entereza.

Cada cual tiene el derecho de pensar de Agustín lo que mejor desee. Conozco a algunos que no lo querían, y conozco a otros que hoy lo ponen al lado de Martí y Maceo. Eso es parte de la libertad de opinión. Que cada cual crea lo que quiera.

Y les pido que me respeten la creencia de que fue, para mi gusto, el mejor escritor que ha dado Cuba, porque no han cambiado mis gustos y sigo pensando igual que aquel niño que esperaba con ansiedad los escritos de Agustín en la calle Pinillos en Güines.



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