LOS CUBANOS NO SOMOS ALARDOSOS

por Esteban Fernández


No, no somos alardosos, lo que pasa es que nos provocan a serlo. Casi siempre nuestros alardes surgen cuando nos retan o cuando alguien infructuosamente trata de rebajarnos. Además, vamos a decir la verdad, es muy difícil ser humildes cuando sabemos perfectamente bien que somos EL PUEBLO ELEGIDO DE DIOS.

Sentado en el portal de su casa, tranquilito, leyendo un periódico, está el ancianito cubano, ha estado casado con la misma mujer por más de 50 años, jamás se le ha conocido un romance ni un desliz, su esposa fue su novia desde el Bachillerato, hasta ahí la historia es bella, pero (si quiere haga la prueba) usted se le acerca al viejito y con mucho cuidado comienza a "cuquearlo": "Viejo, la verdad es que TU NO SABES NADA DE MUJERES, ¿cómo vas a conocer nada de ellas SI TU NADA MAS QUE HAS TENIDO UNA SOLA MUJER EN TU VIDA?"... Pa'qué fue aquello. Ahí mismo el viejo (aunque su mujer lo esté escuchando) suelta 20 mil alardes dejando empequeñecido al mismísimo Luis Miguel y dice: "¿Qué sabes tú, muchacho? lo que pasa es que yo siempre he sido muy discreto, pero durante mi juventud tuve tantas aventuras que hasta Porfirio Rubirosa vino a La Habana para que yo le diera consejos".

Al más pacífico de los cubanos usted le dice: "Chico, la verdad es que tú nunca has hecho absolutamente nada en contra de Castro". Y todavía usted no ha terminado la frase y El pacífico cubano, molesto, responde: "¿Qué tú dices? pa'que sepas, mi hermano, que yo puse más de 20 bombas en mi pueblo, y es más ¡yo fui el que quemó El Encanto!". Vaya, más acciones que Orlando Bosch y Posada Carriles.

Algo raro e increíble de nosotros los cubanos es que podemos NEGAR QUE SOMOS ALARDOSOS y sabemos convertir nuestra modestia en un alarde. Por ejemplo, a mí me encanta decirle a la gente: "En mi opinión Agustín Tamargo es el SEGUNDO mejor periodista del exilio, no les digo quien es el PRIMERO porque yo soy muy modesto y no quiero hacer alardes"...

También la "caballerosidad" puede ser para nosotros un elegante disfraz del alarde: "Oye, mi socio, por fin ¿qué pasó cuando saliste con Mariquita?", y respondemos "Por favor, de eso no puedo hablar, tú sabes que yo soy un caballero"...

Utilizando solo seis palabras usted le puede sacar un saco de alardes al más calladito de los cubanos, y esas palabras son: "Chico, tú no estás en nada" Y ahí mismo el cubano le va a demostrar a usted que "¡él está en todas!". Dígale a un cubano "Tú no sabes nada" y él le demostrará que "se las sabe de todas todas".

Llame "impotente" a un compatriota mío delante de la gente (aunque tenga 97 años de edad) y ese cubano dejará aclarado hasta la saciedad que "¡Precisamente anoche dejó totalmente extenuadas a Thalía, a Jennifer López y a Sharon Stone!".

A veces el alarde no es por hacer ostentación sino para facilitar las cosas y no tener que darle tantas explicaciones a la gente. Por ejemplo, mi padre era Procurador Público en Güines y eso me lleva 10 minutos de explicaciones, sin embargo es muchísimo más sencillo cuando digo: "Mi papá era Abogado en la Capital del país". Si usted fue, por ejemplo, a la "Escuela Pública Número Uno" de Jatibonico ¿no es más fácil, y sale del paso más rápido, si usted dice “Yo iba a la Universidad de La Habana"?.

Está bien, acepto que cada uno de nosotros considera que sabe más de política internacional que el Presidente de los Estados Unidos, es cierto también que todos conocemos más de pelota que los managers de las Grandes Ligas, pero jamás hacemos alardes del hecho cierto de que Adán y Eva eran cubanos, y eso quedó plenamente demostrado cuando Adán se quitó la hoja de parra y Eva sorprendida y admirada gritó: "¡¡¡¡¡¡Qué cosa ma'grande la vida, muchacho!!!!!!!!!".



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