EL "COMEBOLA" CUBANO por Esteban Fernández El primer "test", la primera prueba, el primer examen (para no ser un comebola cubano) que pasamos en la vida nos lo hace LA MADRE CUBANA cuando tenemos 4 o 5 años. Corremos por toda la casa, de pronto chocamos con la mesita de la sala y rompemos un precioso jarrón que es un orgullo de nuestra madre. Ahí, a 6 pies de distancia se para la madre cubana CON UN CINTO EN LA MANO y nos grita: “¡Ven acá, muchacho majadero, que quiero hablar contigo!”.... Ese es un momento histórico y trascendental en la vida de un cubano. Ahí los cubanos corremos el gran peligro, y estamos en la disyuntiva, de dar 3 pasos hacia la madre (tres pasos hacia “la comebolería”) y recibir 5 cintazos bien dados, o decirle a la madre: “¡Mami, tutaloca, cuando te calmes hablamos!”... Y eso solo es el principio, porque ahí comienza una larga lucha contra el resto de nuestros compatriotas para demostrarles que no somos “comebolas”, y cuando tenemos 40 años de nacidos ya les hemos tenido que decir a cuanto cubano conocemos más de 40 mil veces: “Chico ¿tú crees que yo me chupo el dedo o qué?”... Otro problemita es que todas las religiones nos aconsejan y nos inculcan: “Haz bien y no mires a quien”, pero enseguidita que le hacemos tres favores consecutivos a un H.P. picador profesional, o le perdonamos sus maldades, todo el mundo comienza a a decirnos: “¡Chico, la verdad es que tú eres un comebola, para que sigues ayudando al tipejo ese!”. Y somos Cristianos, pero pronto nos damos cuenta de que eso de “poner la otra mejilla para recibir otro sopapo” no funciona bien en el parque del pueblo, y si uno lo hace queda como “reverendo comebola”. Y entonces no nos queda más remedio, para seguir siendo Cristianos y que no nos consideren comebolas, que decir: “Ah, pero Jesucristo sacó a latigazos a los malvados del Templo”. Entonces, la Biblia en una mano y un cuje en la otra. Los cubanos hasta cuando somos nobles comienzan a decirnos: “¡Chico, lo que pasa es que tú eres demasiado bueno!” Y eso no es un elogio entre nosotros, en realidad no están diciendo: “¡Compadre, usted no es más que un comebola!”. Entre cubanos hay que aclarar muy bien las cosas para que no nos confundan, porque por ejemplo: “ser distraído, ser demasiado bondadoso, ser inocente, ser penoso, ser demasiado humilde, ser demasiado esplendido, ser despistado” pueden ser sinónimos de “comebola”. Vaya, usted le presta 20 pesos a un tipo. No se los devuelve. Vuelve a darle otros 20 pesos. No se los devuelve. Y ya a la tercera vez debemos aclararle: “Chico ¿tú te crees que yo soy un comebola o que?”... ¡Hasta un tipo que tiene un defecto físico puede ser confundido con “un comebola”!. Cuando yo estaba en tercer grado se apareció un muchacho tropezando con los pupitres, a pesar de que le decíamos 20 veces: “Yo me llamo Esteban y este se llama Pedro” a los 5 minutos ya no nos reconocía. Todos llegamos a la conclusión de que era “¡tremendo comebola!”. De pronto el muchachito llegó al colegio con un tremendo par de espejuelos y todos nos sorprendimos al comprobar que “no era verraco sino cegato”. Es más, hasta una persona DEMASIADO HONRADA puede ser catalogada como “comebola”. Porque yo les voy a decir a ustedes una cosa: fue aquí, en el exilio, donde yo escuché por primera vez referirse a los políticos cubanos de antaño como “ladrones y corruptos”. La gran verdad es que donde yo nací y me crié yo lo que escuchaba decir era: “¡Compadre, que clase de COMEBOLA es el tipo ese, increíble pero cierto, fue Senador por 4 años, y salió de allí con una mano “alante” y otra atrás, sin un centavo!”.. FIN
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