LA SUPERIORIDAD CUBANA por Esteban Fernández Un montón de latinoamericanos, erróneamente, piensan que los cubanos nos creemos superiores. Desgraciadamente tenemos que pagar “justos por pecadores”. Una de las virtudes cubanas es que mientras MÁS GENIAL ES UN CUBANO menos demuestra o se cree serlo. Cuando un hermano latino conoce a fondo a un cubano (a la inmensa mayoría) se da cuenta que es bueno, noble, correcto, decente y buen amigo. El cubano se quita la camisa que tiene puesta y se la regala a quien la necesita o simplemente dice que “le gustaría tener una igual”. Solamente los acomplejados ante la presencia cubana son los que propagan esa falacia de que “los cubanos nos creemos superiores” Solo siendo “muy poca cosa” se puede creer semejante barbaridad. El cubano inteligente y brillante es extremadamente humilde. Lo que pasa que hay quienes se hacen de la vista gorda ante su humildad y le enfocan su envidia en esa inteligencia y brillantez. Los cubanos, inclusive, tratamos de quitarles la costumbre al resto de los hispanos de llamarnos “usted” o “don”. Enseguida que nos tratan un poquito, que cogemos confianza con ellos, comenzamos a pedirles que no nos traten más de “usted” o que no nos llamen “Don Pedro” o “Señor Emilio”. El latinoamericano que se cree que nosotros somos unos “encumbrados” se encuentra de pronto con que ese cubano siempre termina diciéndole: “Por favor, chico, trátame de tú, yo soy Periquito para ti, TU ERES MI SOCIO”. Todo lo contrario, somos amigables, amigos de los amigos, defendemos los intereses del resto de los latinos, hoy en día estamos más interesados en los problemas de Venezuela y en contra de Hugo Chávez que muchos venezolanos. ¿Qué nicaragüense puede negar que cuando los Sandinistas tomaron el poder nosotros hicimos nuestros sus problemas y defendimos su causa igual, o más, que la nuestra? Lo que pasa es que si bien no nos creemos mejores que nadie TAMPOCO aceptamos la superioridad de nadie. Nosotros no consideramos ni a los americanos, ni a los franceses ni a NADIE (repito) mejores que nosotros. Y de ahí puede que surja la equivocación. Nosotros jamás nos quejamos de discriminación, ni demostramos sumisión, ni bajamos la cabeza ante nadie y eso se puede confundir con complejo de superioridad cuando en realidad es falta total y absoluta del complejo de inferioridad que padecen otros. El cubano sabe ser jefe y sabe ser subalterno, trata a todos con cortesía, no es abusador, y acepta que todos entren en confianza con él sin importarle si es un potentado o un mozo de limpieza. No discriminamos a nadie ni permitimos que nos discriminen. Todo el que se queja de nosotros es porque no nos ha tratado a fondo. El que ha querido tratarnos “de tú a tú” siempre ha logrado su objetivo. Solo el que nos mira con recelo, con envidia, o con complejo de inferioridad, es quien logra alucinarse viendo el fantasma de nuestro supuesto “complejo de superioridad”. El cubano con dos dedos de frente sabe que los seres humanos solo nos dividimos en buenos, malos o regulares. Y solo somos superiores a los malos. Jamás consideramos ser mejores que los buenos. Y eso es ajeno a la nacionalidad de nadie. Los buenos (vengan de donde venga) todos somos iguales. Y a los buenos los abrazamos y los creemos hermanos. FIN
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