CONSEJOS DE MIS VIEJOS por Esteban Fernández Aquí en los Estados Unidos les aconsejan a los jóvenes cosas como: "Usen condones y digan NO a las drogas"... La verdad es que los consejos que me daban a mí eran de MENOS CATEGORIA. Me iba al cine y me decían: "Oye, Estebita, si hay un fuego en el cine NO VAYAS A CORRER"... Parece que mis padres preferían que sufriera unas cuantas quemaduras mejor que morir pisoteado... Otro consejo importante era: "Acuérdate de ponerte ropa interior limpia por si acaso tienes algún accidente". Es decir que a mi madre le preocupaba mucho que me cayera de la bicicleta, me partiera una pierna, y que al llegar a la Clínica el médico me dijera: "Por favor, yo no puedo atenderlo mientras usted tenga puesto ese calzoncillo cochino, váyase a la casa y cámbieselo"... Cuando iba a bañarme al río recibía un consejo racista increíble: "Sí usted ve que cuatro negros zangaletones se le acercan salga inmediatamente del agua" ¿Qué quiere decir eso, que si los zangaletones eran blancos podía quedarme en el agua retozando con ellos? Un consejo magnifico era: "Si llueve duro no te acerques al pararrayos de la Iglesia". Parece que creían que existía la posibilidad de que al comenzar el aguacero yo iba a subirme al pico de la Iglesia en busca de que me cayera un rayo en la cabeza. Como la parada de la Ruta 33 (Habana-Güines) quedaba cerca del Capitolio entonces cuando iba a La Habana me daban este inolvidable consejo: "Pasea todo lo que quieras en La Habana, pero SIN PERDER DE VISTA AL CAPITOLIO para que no te pierdas". Un consejo que he seguido toda mi vida era: "Límpiate bien los oídos porque te puede salir una mata ahí". Y otro que tenía que seguir a la fuerza era: "Al colegio se va a estudiar, no a comer catibía", simple y llanamente porque en ninguna de las escuelas encontraba el lugar exacto donde vendían la catibía. Recibía un consejo que hoy horrorizaría a los sicólogos: "Sí el muchacho es más grande que tú, y te mortifica mucho, y no puedes con él, entonces PARTELE UN PALO EN LA CABEZA". Desde luego, en eso mi padre me daba una opción muy buena por sí acaso no me atrevía a partirle el palo en la cabeza al muchacho: "Si no te fajas con él entonces te tienes que fajar conmigo". Otro consejo muy bueno era: "Acuérdate siempre de al pasar la calle MIRA PARA LOS DOS LADOS y espera hasta que no venga ningún carro". En época de zafra en el Central Amistad salía a la calle con una camisa blanca y mi mamá invariablemente me aconsejaba: "Fíjate bien que no te vaya a caer hollín en la camisa". Una vez el Instituto de Güines tuvo una excursión al zoológico de La Habana, y al despedirme mis padres me dieron un consejo extraordinario y que seguí al pie de la letra: "Ten mucho cuidado y no se te ocurra meter la mano en la jaula del león". En la etapa de Batista, y después con Fidel, mis padres me cuidaban con un consejo de 6 palabras: "¡Usted no se meta en nada!". Y acto seguido me decían: "¡Muchacho, no pise el piso frío descalzo!". Cuando me ilusionaba con algo me aconsejaban: "Usted no se deje llevar por cantos de sirena". Desde luego, está de más decirles que jamás pude ver a una sirena cantando en mi pueblo. En Agosto, con el sol partiendo las piedras, me decían: "Vaya por la sombrita". Y al salir de Cuba me dieron un consejo que no pude seguir: "Allá ni abras las maletas porque esto se cae en cualquier momento y usted regresa para acá antes de dos meses".
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