"HA MUERTO VILMA ESPIN"

por Esteban Casañas Lostal


Murió una mujer y mi gente se debate entre la burla y el duelo, la alegría y el dolor, la celebración enajenada y el luto injustificado, la piedad y el odio, el perdón y la venganza. Muere una mujer y muchos pretenden enlutar a muchos, enlutar a quienes han vivido medio siglo de luto. Otros, celebran en macabro ritual la muerte de otros, porque a veces, la muerte de muchos se comporta como un extraño elixir de alivio en muchas almas.

Muere una mujer que erigieron como símbolo de una emancipación, la liberación de la mujer de las garras tiránicas del hombre. Tanta fue esa emancipación, que la mujer escapaba de una vez por todas de las barras donde se encerraba y abandonaba el hogar ante el aplauso y mirada de esa mujer emancipadora. Poco importaba si en esa huida, quedaban atrás los hijos concebidos en aquella celda, lo importante era la libertad. La infidelidad era un derecho compartido y no un patrimonio de los hombres negados hasta aquellos tiempos. No podía concebirse una sociedad equilibrada donde se eliminaran sus vicios, eran tiempos de venganza y las mujeres debían tomar las armas. Entonces, la mujer dio un paso al frente y se sumó, se unió a las nuevas corrientes que invadían la intimidad de nuestros hogares. Partió por períodos de tiempos prolongados a trabajos importantes que servirían para construir esa sociedad perfecta y emancipadora que aún hoy, medio siglo después, no han logrado alcanzar. En esa aventura tan prolongada, la mujer fue un poco más allá de sus fronteras, participó activamente en los zafarranchos internacionalistas de los que nadie se acuerda, era la vanguardia de la nueva mujer, la mujer “revolucionaria”. ¿Y sus hijos? Muy bien, bajo la custodia del padre o abuelas.

Ha muerto una heroína, dicen los diarios de la isla que leemos los de afuera, la noticia no es capaz de conmoverme, me resulta indiferente. Dicen que fue una luchadora por los derechos de los niños, tampoco me resulta relevante, mis hijos tomaron leche hasta los siete años, más allá de esa edad se convierten en hombres, pienso. Yo tengo una heroína mucho más importante que ella, la mía, se quitaba las latas de sardina que le daban por la libreta para llevarla a mi hermano mientras estaba en prisión. Recuerdo que una vez me escribió avergonzada porque se había comido una de aquellas laticas, flaqueó, según ella, y no pudo soportar el hambre, esa es mi heroína. Por ella siento mucha admiración y respeto. Viajaba cada mes hasta la prisión con una jabita donde llevaba lo poco que ella se quitaba de sí misma, eso solo lo hacen los verdaderos héroes, no los héroes de postalitas que viven en palacios. Mi hermano no era un delincuente tampoco, se pudría en vida junto a cientos de muchachitos como él para tratar de escapar de esa revolución “emancipadora”.

Las banderas se encontrarán a media asta en toda la república, no sé por qué, nunca lo hicieron por todas aquellas madres que hundieron en el remolcador 13 de Marzo, ¿No eran madres también? ¿No fueron hundidas con sus hijos? Creo que aquel crimen era razón suficiente para proclamar duelo nacional, nunca habíamos conocido tanto salvajismo.

Murió una mujer como otra cualquiera, una madre como otras de las que mueren diariamente en el mundo, nada importante, una burguesa, no tengo razones suficientes para guardar luto. Es probable me sobren para festejarlo, pero no lo manifiesto abiertamente, trato de ser humano. Admiro más a la madre de Elián González o aquella madre a la que encontraron muerta en su balsa con la criatura prendida de su pecho, por ellas guardo un luto eterno.

Muchos de nosotros festejan esa muerte, no es la primera ni la última vez que lo hagan, razones sobran. Tampoco es un privilegio concedido a los cubanos, la izquierda lo celebra a su manera. Bonafini brindó por el derrumbe de las torres gemelas y allí murieron muchos inocentes, muchas madres como Vilma, no como ella, aquellas se ganaban el pan de cada día con el sudor de su frente y Vilma nunca lo hizo.

Murió una madre que me resulta indiferente, no tanto, hablo de una madre que colaboró hasta sus últimos días a sembrar ese odio del que no podemos desprendernos. Muchos celebran su muerte y le cuentan los días al resto de la pandilla que forman cola esperando los pedidos de la pelona, no los critico aunque esa acción pueda ser considerada deshumanizada, ¿han sido humanos ellos? Murió una madre y una mujer por la que deban derramar lágrimas los dolientes o interesados. Yo las derramé por la mía en su momento y nadie se enteró, una mujer a la que solo le tocó una modesta corona de flores. Muchos ven en su muerte un paso más hacia la libertad y celebran, pueden estar equivocados. Muchos se alegran del dolor de sus hijos y celebran, pueden estar equivocados, ¿se han conmovido sus hijos por el dolor de esa gente? Vivimos en un mundo equivocado, con sentimientos equivocados, amores equivocados, nada es rechazado, todo debe ser aceptado. Abro una cerveza e izo mi bandera hasta el tope del asta.


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2007-06-19



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