¿CÓMO FUE QUE SE ARRUINÓ CUBA?

por Esteban Casañas Lostal


Luís Ortega ha sido un periodista de pluma refinada, no cabe la menor duda de ello. Yo hubiera sido un excelentísimo profesor de Navegación si me hubiera mantenido el mismo tiempo que él en esa profesión. Pero un día comprendí que mi lugar se encontraba muy distante del polvillo producido por el borrador y las tizas, los alumnos y la pizarra, el jefe de cátedra y el aula. Mi mundo no era ése y cedí mi lugar a los amantes de una importantísima profesión, la de formar seres. Mi mundo siempre fue distinto, mar, mujeres, galernas, contrabando, alcohol, un mundo de machos y repletos de aventuras, nada que ver con la tinta y el discurso diario.

Ese fue mi mundo, muy diferente al de Luís Ortega, donde la acción improvisada y oportuna, contrasta con la palabra bien escrita y refinada. Hablo de un mundo independiente, una nación aislada y poblada por un grupo de gente. Hablo de un mundo donde la palabra testículo no se conoce, pero hay que tenerlos bien puestos a la hora de imponer una orden.

En esas circunstancias tan opuestas, y me refiero a la existente entre la palabra culta y la decisión oportuna cargada de vulgaridades, comprobé que unos cojones expresados con energía podían salvar vidas. En esas oportunidades no existe espacio a la prosa exquisita o poética, te impones y te salvas, recitas y pereces. Ese es el mundo que desconocen muchos periodistas, escritores, compositores y poetas que desvelados. Se han sentado en el muro del malecón buscando una inspiración, yo me senté allí con una vara de pescar para tratar de llevar algo a la olla. La diferencia es muy grande. ¡Oh, rayo de luna!, dijo el poeta embriagado por el plenilunio mientras a su espalda la ciudad dormía. ¡Oh, rayo de luna! Me duelen las nalgas, tengo hambre y nada pica. Dijo el ciudadano que nada sabe de poseía, el que siempre desconoció Ortega en cada uno de sus artículos.

Resulta asombroso, Luis Ortega, y perdonen la redundancia, pero suponiendo que escribo para cubanos, y que gozamos de muy mala memoria, ha sido hasta ayer, y me refiero al doblar de la esquina, una de las plumas más ácidas y corrosivas en contra del exilio cubano. Bueno, aún no se ha desprendido totalmente de ese vicio y deja escapar de una manera sutil e inteligente su odio por la comunidad cubana en el exterior. Esas bilis se derraman cuando hace referencia a los de su generación, luego, el estiércol es desparramado con saña en contra de aquellos marielitos, y ahora.

Tengo que hacer punto y aparte, resulta que el viejo Ortega ha ido cambiando su discurso como buen camaleón que es, ya no es tan venenoso, su agresividad decrece, deja de ser tan ácido y se le escapan verdades que una vez expresaron sus enemigos, los mismos que él atacó con saña. ¡Cómo cambian los tiempos! Llama entelequia a su revolución, ¿pretende tomarnos por idiotas u obligarnos al uso del diccionario en medio de su chochez? Me inclino por lo último, su chochera es paralela a la de su último amo.

Su último artículo, ¿Cómo fue que se arruinó Cuba? (http://www.cubaenelmundo.com/Articulos/ortega2.htm) Suena tan falso, tan vacío, tan hipócrita, tan cobarde y tan estúpido. Que las verdades expresadas en el mencionado artículo, resultan falsas cuando son manifestadas por una culebra como Luís Ortega. Digo culebra en el sentido peyorativo de la palabra, y espero me disculpen ofidios y serpientes, animales que contribuyen a la estabilidad del reino animal.

Ha cambiado radicalmente su odioso discurso de la noche a la mañana, lo imagino escribiendo su artículo epistolar confiado en que el tiempo lo ayudará. Se equivoca una vez más, no todos somos tan viejos como usted y su admirado comandante. No todos olvidamos sus visitas a La Habana y las publicaciones de sus trabajos en la prensa cubana (homenaje que no reciben periodistas radicados en la isla, no menciono sus tendencias políticas) No todos olvidamos que su pluma ha sido embajadora del odio y desprecio por aquellos cubanos que renunciaron una vez a vivir encadenados. Nada de eso puede olvidarse Luís Ortega, por mucho que insista desde ahora hasta el minuto de su muerte.

Cuba no se ha arruinado por las causas tan estúpidas que usted pretende vendernos, hoy se atreve a llamar tiranía al régimen tan oprobioso que lo ha recibido en su seno. Palabra combatida por usted cuando fue pronunciada por otro cubano, ¿de qué le ha servido su cultura, su prosa, su sintaxis, sus conocimientos de historia, filosofía, ortografía, su desprecio, odio e hipocresía? Se lo resumo en pocas palabras, ¡de nada!

Las desgracias de Cuba no comenzaron antes ni después del retorno del gallego Ángel Castro como usted pretende demostrarnos. Esa desgracia tal vez fue culpa de una comadrona, poco importa, pudo haber sido la misma que trajo al mundo a Batista cumpliendo su trabajo, ellas no tienen la culpa. Las desgracias de Cuba comenzaron con usted y cientos de personas de su misma calaña. Los mismos que hoy se apresuran a cambiar su discurso, un poco tarde, ¿no cree?

Desafortunadamente, no todos han cambiado el discurso en la misma dirección, solo que usted lo hizo en el sentido equivocado, como buen arrivista y oportunista que ha sido durante toda la vida. No creo que le sirva de mucho, aunque su chochera, similar a la de su amo, no le permita comprender en medio de su senilidad, existimos cubanos sobrevivientes que disfrutamos de buena memoria.

Usted lo ha dicho, varias generaciones de cubanos han muerto y se encuentran enterrados en los cementerios de La Florida con los sueños de regresar a Cuba algún día. Afortunadamente, me encuentro entre los vivos que no se desesperan por ese regreso, ni se dejan matar por la nostalgia. Para nosotros, Cuba dejó de ser una isla hace mucho tiempo, Cuba se encuentra en cualquier continente, Cuba pertenece a cualquier universo. ¿Sabe por qué, don Luís? Porque muchos de esos cubanos a los que tanto usted atacó y vilipendió con su exquisita pluma, continuamos siendo los mismos cubanos y no necesitamos cambiar el discurso o cambiarnos de careta, el tiempo nos ha dado la razón.

Las desgracias de Cuba usted nunca las conoció, y si las supo, hizo lo imposible por ocultarlas. Continúe escribiendo así, los tiempos cambian, lo salado es dulce, lo negro es blanco, y el odio será amor algún día. Solo cuando gente como tú dejen de existir.


Esteban Casañas Lostal


Montreal..Canadá
2007-04-17



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