DESPUES DE LA GALERNA SIEMPRE LLEGA LA CALMA

por Esteban Casañas


Siempre que se rompía ese movimiento sinusoidal del barógrafo con un pronunciado descenso de la presión atmosférica, nosotros comenzábamos a preocuparnos y manteníamos una constante vigilancia de su aguja indicadora. Cuando la presión descendía más allá de la media normal comenzábamos a tomar medidas de emergencia, pudo ser que el fenómeno se haya originado dentro de nuestra zona de navegación y aún no había sido reportado por las oficinas meteorológicas. Eran los presagios de días de insomnio, hambre planificada a extremos, ruidos ensordecedores, cabeceos constantes que pudieran conducirte a la oscuridad involuntaria y profunda. Balanceos peligrosos que refrescan la memoria y te regresan a Dios en contra de la voluntad de los políticos, del discurso diario, del círculo de estudio. Hablo de un Dios prohibido y oportunista que hoy goza de buena salud a pesar de haber sido crucificado varias veces y María, prostituida con odio cuando se mencionaba aquel milagro. El miedo no puede traducirse, carece de explicación exacta cuando falta la palabra que enlaza una oración para ser perfecta, cuando se ora por simple necesidad y la fe se encuentre perdida entre manantiales de niebla, y la Biblia no sea tan sagrada, digamos que prohibida, medida con la misma vara que la pornografía. Crujen mamparos y la noche amenaza con desarmar la nave, el arca de tantas almas infortunadas con destinos programados, rostros “parametrados” de día, fuera de medidas dentro de sus soledades y pensamientos. Solo se escuchaba una orden, ¡Contramaestre, ponga el buque a son de mar! Luego, esperar, esperar, siempre había que esperar a que el mar desahogara su furia sobre nosotros, sobre nuestra pasividad, porque contra el mar no se puede luchar, como la prostituta que espera con las piernas abiertas por la llegada de un chorro hoy reprimido por un condón. Esa espera nos costó medio siglo entre oraciones inconclusas o inventadas, total, si se realizan con fe el mensaje puede llegar. ¡Dios existe! Gritaron muchos después de la caída de un enorme muro que no nos dejaba ver donde lo crucificaron. Continuamos esperando.

Las olas fueron de letras, frases expresadas con una exquisitez desconocida, inusual, olvidada. Palabras de estilos arquitectónicos renacentistas, góticos, barrocos, modernistas, art deco, etc., etc. ¡Viva la cultura! Podemos gritar con orgullo, aún se encuentra viva aunque se haya olvidado de luchar su yuca, pensarán muchos chamacos por la isla. Mensajes se cruzaron en todas direcciones, imparables, sin control de tráfico. Atravesaron océanos y burlaron galernas, no la burlaron, ellos fueron el centro de ellas, ellos fueron el vórtice de bajas presiones o, pasiones encendidas por los recuerdos. Todos deliramos y fuimos invadidos por el mismo insomnio del que espera la llegada de una tempestad, nos engañamos, fue la misma desesperación del padre que espera el nacimiento de un hijo que no acaba de llegar, oramos ahora que estamos autorizados.

Pocas, poquísimas, fueron las intervenciones que se acercaran a la verdad, no a la absoluta, a la nuestra, y fueron valientes si te sientas a observar como se crucifica a un individuo que necesariamente no tiene que ser Dios, y que nunca gozará el privilegio de resucitar. Se habló de apóstoles que se sentaron en su mesa, solo de ellos. Peor, se plantearon en mensajes subliminales formas, correcciones, rectificaciones, métodos, estilos, experiencias vividas, caminos propuestos, medidas, metas, ideas, fines, etc. Y hay quienes se aventuran a mencionarnos la palabra “futuro”, tan maldecida por millones de cubanos. Todos dijeron mucho y nadie dijo nada, nos embarga el mismo temor del marino a la ola monstruosa que nos puede devorar en un solo segundo, no quiero mencionar la palabra miedo.

Pocos se atrevieron a mencionar las coordenadas de aquella galerna destructiva que azotó nuestra tierra, peor, muchas palabras abogaron por una especie de rectificación con tal de mantenerla viva, ¿me equivoco? Quizás hayan sido movidas por necesidad de protagonismo y pretensiones de ocupar un lugarcito en la historia, la misma que muchos han distorsionado con sus letras, ¿me equivoco nuevamente?

Cuba, la patria, la nación de millones de cubanos que viven en la isla y exilio, no es un disco que se pueda grabar y poner en boga por varios meses. Supongamos que se convierta en una joya y pase a la eternidad, logro no alcanzado en los últimos años, pero puede suceder allí donde fusilaron al bolero y un norteamericano tuvo que descubrir las bondades del son que se encontraba preso. Cuba no es un libro que se pueda publicar, una película por filmar, una obra de teatro, una novela radial, un artículo periodístico, un ballet. Cuba es un país donde nacieron millones de seres que no escriben bonito, no cantan, no recitan, no son buenos artistas, no son directores de películas, ni de radio, ni guionistas, no tienen buena voz, tradiciones enajenadas a extremos, explotada, esclavizada, cegada. Gente que debe luchar su yuca diariamente para sobrevivir, existir, vivir, simplemente vivir, como cualquier ser humano en esta tierra. No como los más descojonados, porque ese no fue el futuro que les vendieron, su actual presente. Son gente que se sumaron a una lucha para vivir como el mejor, no el peor. Esa es la Cuba que pocos mencionan en esa oleada de mensajes, en esa diarrea de letras exquisitas que solo lograrán un Girasol en el momento que les ha tocado vivir.

Nadie ha pretendido saltar la muralla donde los pavones y sergueras sirvieron como ladrillos. Nadie, absolutamente nadie, ha mencionado a los verdaderos autores de toda la infamia producida durante medio siglo. Casi todos se han limitado a mencionar primero un quinquenio que luego extendieron a decenio, casi todos. ¡Infames! Algunos se atreven a mencionar que ese período triste y macabro de nuestra historia no existe, que hay aperturas, que mencionar a intelectuales cubanos durante una feria realizada allí, donde tantos compatriotas nuestros fueron fusilados, es una señal de apertura, ¡Pendejos! Se los grito yo que no soy valiente.

¿Y nosotros, nos han preguntado? Porque ustedes fueron las víctimas de Pavón, Serguera y compañía, pero nosotros fuimos vuestras víctimas, ¿quién nos pregunta a nosotros? ¿Quiénes escribieron los libros obligados a leer, quiénes compusieron la música, quiénes escribieron los guiones de novelas y películas, obras de teatro? ¿De dónde salieron las consignas? ¿Quiénes son los que firman esos panfletos de confirmación revolucionaria?

Cuba, la patria, la nación de millones de cubanos que viven en la isla y exilio, no es feudo de intelectuales, no es un gremio, no es un sindicato de gentes cultas, no es una UNEAC, no es un país que pueda encerrarse en una poesía, cuento, novela, canción, ballet, obra de teatro. Cuba es mucho más que eso, la tierra de sueños frustrados, esperanzas destruidas, futuro incierto, almas devoradas por tiburones, cuerpos atravesados por el plomo de las imprentas, hipoacusia producida por el odio, envidia derivada por la ceguera, inercia rota por manos alzadas en contra de conocidos, crítica que destruye existencias, prisiones que doblegan al más valiente de los hombres, aunque existen titanes contra vientos y mareas, olvidados y nunca reflejados en sus letras, las de ustedes, mayoría parametrada o enmudecida por privilegios.

Ayer, cuando el barómetro de la isla intentó reflejar los signos de una galerna, todos sembramos esperanzas en aquel repentino despertar, pensamos que una vez por todas regresarían a la realidad de la que tanto estuvieron alejados. No fue así, después que pasó el temporal queda la costa repleta por los desperdicios del mar, pululan restos de sargazos que manchan el espectáculo blanco de la arena. La playa queda repleta de hojas escritas y palabras huecas, faltó algo que nadie quiere decir, la historia continua hueca. Afuera, decenas de jóvenes que pretendieron escucharse mientras unos, los viejos, los caducos, los que perdieron la oportunidad de ser protagonistas de su historia, participaban como invitados a su última cena, como aquellos apóstoles. El tiempo pasó y no se repetirá, ustedes se encargaron de fijar la fecha. Afuera, reina nuevamente el silencio, como si no hubiera ocurrido nada. ¿Cómo lo lograron? No ustedes, ellos, ¿cómo lograron silenciarlos nuevamente?, ¿qué pasó en el interior de aquellas cuatro paredes? Nada, se invocó nuevamente al futuro y armonía para salvar a la revolución. ¿Cuál?, ya sabrán ustedes los culturozos, mañana deberán desfilar nuevamente ante la plaza y filmar documentos de confirmación revolucionaria. Se les escapó el momento oportuno, ¿otra vez? ¡Qué viva la ignorancia!


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2007-03-12


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