EL DESFILE Y MI NIETO por Esteban Casañas Lostal Todos los días habían sido parecidos, mi nieto nunca respondía a los pedidos de su abuela para evitar despertarme. A la misma hora lo sentía subir por la escalera hablando alto, minutos después, encendía el televisor y buscaba su canal preferido de muñequitos. Así desayuna diariamente hasta que le llega el tiempo de salir a tomar el bus de su escuela, solo pocas veces consume este tiempo en silencio o con el volumen del televisor bajo. Cuando salgo y finjo estar enojado, él se ríe, tal parece que no desea partir a su escuela sin darme un beso. Su risa infantil, sus pasos por toda la casa y sus muñequitos, han realizado un fino trabajo en mi subconsciente, creo que han creado un reflejo condicionado similar al de los peces de su pecera a la hora de alimentarlos. Lo siento llegar entre sueños y el día que no aparece me alarmo, me despierto involuntariamente a la misma hora y lo busco para darle su beso. El día 2 de Diciembre fue sábado, uno de esos días donde se rompe toda la magia de los días entre semana, él duerme un poquito más y yo me despierto como siempre aunque haya llegado tarde, como ocurrió. Las notas que llegaron a mis oídos eran conocidas, pertenecían a un pasado que ya comienza a ser lejano y no puedo negar que me asusté en ese contacto con ellas mientras lograba despertarme totalmente. Salí del cuarto y choqué de frente con himnos y consignas casi familiares, pensé que nos habían secuestrado. -Y eso, ¿qué coño es? Fue la pregunta que le hice a mi mujer mientras mi vista se clavaba en el televisor y reconocía el escenario tantas veces consumido. -Es el desfile de la plaza, lo están transmitiendo por la CNN. -¿Por la CNN, ya apareció el muñecón? -No, solo ponen un cartelito sobre las expectativas que existen por su llegada. Desfilaba en ese momento el pelotón de la escuela Camilo Cienfuegos y se escuchaba la voz del locutor cubano describiendo el año de su fundación y el arma que portaban. Le siguieron uno tras otros los pelotones y las mismas descripciones, solo que esta vez, el locutor hacía énfasis en el "visor" con el cual estaban dotadas esas viejas armas y aquello me llamó extraordinariamente la atención. ¿Visor, cuál es su función? ¿Servirá para detectar gusanos, inconformes, contrarrevolucionarios, indiferentes, etc.? Quién pudiera saberlo, pero el tipo insistió en mencionarlos hasta que se consumió el último pelotón. Hoy, recorro varias páginas de Internet en busca de información sobre ese desfile, no encontré mucha. Tal parece haber sido condenada por la indiferencia, quién sabe y se ocultan otros sentimientos humanos que toman sus días en brotar como cualquier virus. Pero me surge una pregunta que nadie hasta ahora haya realizado, ¿quién le pagó a la CNN por la transmisión íntegra de ese desfile? Todos los que lo vimos pudimos observar la eliminación de los espacios comerciales, y no solo eso, el desfile fue narrado en su totalidad desde La Habana con su cargamento de consignas y otras asquerosidades proselitistas. ¿Cuántos millones pagaron por esa transmisión? Porque no pensarán que todo el público que lo vio es estúpido, vivimos en países capitalistas y tenemos una idea aproximada de lo que cuesta la promoción en simples periodiquitos, imagínense pues, el costo de todo ese tiempo en un monstruo como la CNN. Después de los pelotones armados de AK-M con "visores" especiales que tanto repitió el locutor, vino la parte más interesante del desfile y tal vez, la que muchos desean evadir con sus temas, me refiero a la participación del "pueblo". Citan fuentes radicadas en La Habana que, eran alrededor de unas trescientas mil personas de la capital en representación de los habitantes de toda la isla. La tarea de encontrar por cientos se la dedico a los curiosos en matemáticas. Nadie al parecer quiere dedicarle unas líneas a esa parte del desfile y yo lo comprendo, hay mucha rabia detrás de ese silencio, demasiada frustración, desencanto, traición, tiempo perdido, palabras gastadas, ojos ciegos, oídos sordos, mucha propaganda y toda una gama de valores perdidos o reducidos a mierda. Nadie desea expresar algo por temores quizás a caer en el pozo del ridículo, o, para evitar despertar susceptibilidades cuando se dicen cuatro verdades nada absolutas, pero que no dejan de ser ciertas cuando hablamos de "pueblo" o "pueblos". Allí lo pudieron observar cargando pancartas alusivas al evento y confeccionadas de cualquier material. Se destacaron como siempre los pullovers de color rojo, el color distintivo del hambre, la miseria, la destrucción, la muerte, el odio, la separación, y hasta la mierda. Porque ese color sumió en un pasado reciente a millones de personas en otros continentes a eso, mierda. Pero el pueblo cubano no la reconoce y manifiesta felicidad cuando nada en ella, la ve a su alrededor y no es egoísta, la exporta de manera solidaria hacia otros países donde es bien recibida. Indudablemente, el otro Castro, el que asume el poder ante la mansedumbre de ese pueblo como si se tratara de una dinastía. Supo aplicar en estos meses las asignaturas enseñadas por su hermanito mayor hoy convaleciente y convertido en un ridículo muñecón. No ocultó el locutor encontrarnos nuevamente ante una marcha de "confirmación" revolucionaria, empleó otras palabras que no me llegan en estos instantes. Las mismas tácticas utilizadas durante estos casi cuarenta y ocho años de tiranía y que comenzaron cuando los eventos del Mariel, o al menos, se llegaron a institucionalizar. El mismo toque a tus puertas para cursarte la invitación a participar, so pena de ser considerado un contrarrevolucionario por tu ausencia. Lo cierto es que a nadie le ponen un fusil en el pecho para obligarlo a asistir, existen otras armas invisibles que no son recogidas por cámaras y micrófonos y muy bien pueden condenarle a una miseria superlativa, una miseria multiplicada a la que vive ese pueblo, la mierda. Todo esto lo sabemos perfectamente los que vivimos bajo ese régimen, pero, cuando miramos a nuestro rededor, vemos que existen otros pueblos que explotan por razones diferentes y de menores valores a las nuestras. ¿Por qué no explota el nuestro? Esta pregunta pocos la hacen abiertamente y las respuestas las ocultan por una diversidad de motivos que todos conocemos realmente. Como siempre he repetido, somos extremadamente susceptibles y un pueblecito adaptado a las nalgaditas, nadie desea enfrentar las verdades aunque dejen de ser absolutas, y todos, cada uno de nosotros, no dejamos de sumergirnos en la misma mierda. Las justificaciones para mantener esa postura indiferente ante los acontecimientos que nos rodean son muchas y hartos conocidas, nadie desea arriesgar nada, nadie desea renunciar a nada, ni los de aquí, ni los de allá. ¡Tengo que ir a ver a mi abuelita! Pudiera ser la justificación más inocente, pero las generaciones pasadas tuvieron abuelas también, eso creo y no deseo profundizar en lo que todos desean guardar silencio. El camino recorrido ha sido en vano si se tiene que comenzar a contar nuevamente desde cero, si esto ocurriera, el exilio estará condenado a muerte por envejecimiento y falta de relevos. Porque no tomarán en serio a un sustituto que no puede renunciar a nada, todo tiene una justificación en nuestras vidas y ellos lo saben y la explotan a su antojo. La libreta de la ropa desapareció y todos desfilaron bien vestidos, con gafitas solares y tenis que no se fabrican en la isla. La mayoría de ellos desfiló luciendo prendas que se producen en el capitalismo, las mismas que se les manda desde el lado de acá. Tal vez desayunaron por el dinero que les envía el hermanito desde Hialeah luego de trabajar doce horas diarias, desfilaron gritando consignas, al parecer son felices, ¿por qué interrumpirles esa felicidad?, no podemos ser tan egoístas. ¡Ahhhh! Luego, muchos de ellos harán colas frente a la embajada de intereses americanos, o se largarán en una balsa o lancha rápida si el pariente trabajó más de doce horas, o simplemente se casarán con un extranjero para "escapar" porque aquello no hay quien lo resista. La historia se repetirá en los próximos años y la vida continuará su ciclo, desfilar, esperar, escapar o vivir en la mierda. No nos engañemos, esa ha sido la vida de un pueblo durante cuarenta y ocho años, solo que a nadie le gusta escuchar estas palabras y no dejamos de pensar en la abuelita. Hubiera preferido despertarme con las travesuras de mi nieto y darle un beso antes de que partiera para su escuela.
Esteban Casañas Lostal Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha sido antes destruido. Jalil Gibrán
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