"DE SIBERIA A LAS TUNDRAS CANADIENSES" por Esteban Casañas Lostal La práctica de neo esclavitud desarrollada por el régimen de Castro data de varias décadas. Unas veces realizadas de manera independiente, y otras, en franca complicidad con sus socios extranjeros, actuales inversores dentro del territorio cubano y principales interesados en mantener la parálisis política y social que se experimenta en la isla por más de cuatro décadas. La exportación de esclavos cubanos durante la existencia del bloque comunista, fue realizada en esa dirección durante muchos años y de nadie fue un secreto. Para el cubano de a pié, no dejaba de ser una misión a cumplir en nombre del explotado “internacionalismo proletario”. Sin embargo, hubo jóvenes que se dieron cuenta del papel de esclavo que estaban desarrollando y llegaron a comentarlo. Pongamos como ejemplo aquellos muchachos que partieron como supuestos estudiantes a la desaparecida República Democrática Alemana, y que una vez en aquel país, fueron destinados a laborar en factorías. Entre ellos, me encontré a varios que realizaban sus labores en una fábrica de ventanas, pero en medio de sus desilusiones eran algo felices, eran unos esclavos contentos. Escapaban de los rigores de una libreta de abastecimiento, aprendían un idioma, y como era de esperar, luego de apretarse el cinturón hasta el último huequito, economizaban con un solo propósito, llevar una moto MZ para Cuba. Este detalle los ubicaba muy por encima de los niveles de vida de la población en general, condición que los convertía en superiores a sus vecinos. Esa actitud ha sido casi generalizada dentro de nuestra población hasta convertirse en una especie de nueva disciplina. La ostentación, hoy llamada especulación por casi toda nuestra población, es un arma utilizada por el cubano en esa competencia que existe entre vecinos por tratar de sobresalir allí, donde solo existen dos clases sociales a saber, los que ostentan el poder, y los que fueron condenados a la miseria. Aquellos muchachos eran felices aún sabiendo que los explotaban, pero podían considerarse afortunados o “privilegiados”, como solían decirle a todos los seleccionados a cumplir esas extrañas misiones, máxime, cuando eran jóvenes arrancados de pequeños pueblos donde no existían esperanzas de progresar. Entonces, el cubano vio en esas salidas al exterior, una posibilidad de progresar en algo y distinguirse de sus compatriotas. Artículos tan simples como los efectos electrodomésticos, fueron signos distintivos dentro de esa comunidad que hace solo unos meses tuvo su primer contacto con “ollitas arroceras”. La tenencia de una moto donde sacar a pasear a la jevita, te elevaba una categoría muy superior. De igual forma salieron cubanos a cortar madera en Liberia, no debe ser muy fácil para una persona habituada a vivir en los trópicos, adaptarse a las rigurosas condiciones climatológicas de aquella región rusa. Existía algo muy cierto en aquellos momentos, ni los alemanes “democráticos” deseaban desarrollar aquellas labores, razones que empujó a su régimen a la importación de mano de obra barata, procedente generalmente de Asia, África y Cuba. Y les aclaro, nada de esto me lo contaron, yo pude compartir con aquellos seres en mis frecuentes viajes a ese país. Ni los rusos estaban interesados en abandonar sus ciudades para dedicarse a las rudísimas labores que ocurrían en la Liberia. Otras formas de explotación y exportación de esclavos cubanos se han experimentado durante esas cuatro décadas de “revolución”. Yo pertenecí a ese ejército laborioso y mal pagado, mientras el estado se embolsaba el fruto de mi sudor. Cobra límites inconcebibles ese trato que hoy se experimenta dentro de la isla con la anuencia del gobierno cubano, y su complicidad con inescrupulosos capitalistas de varios países, donde la participación española es la más destacada. Los estilos aplicados son muy variados actualmente, hablemos de médicos cambiados por petróleo, profesionales de diferentes ramas contratados por salarios miserables, marinos alquilados a compañías extranjeras, artistas que viajan al exterior y reciben una dieta que no satisface las necesidades de un día, etc., y etc. La semana pasaba visitó el restaurante un hombre de origen Naskapi, la curiosidad condujo sus pasos hasta nuestro local en su viaje turístico a Montreal. Durante una amena conversación con aquel hombre, me hizo parte de la historia de su región de origen y me sentí cautivado en escuchar páginas de esa historia que corresponde a un inmenso país llamado Canadá y del cual me siento muy orgulloso de ser ciudadano. Viene de una pequeña villa llamada Schefferville y que se encuentra al borde del paralelo 55 norte. Me dijo que aquella villa correspondió a una antigua mina de hierro cerrada por el año 1982 definitivamente, luego de una gran recesión económica y la pérdida de interés por el hierro en el mercado mundial. Manifestó aquella persona que, como resultaba más costosa la demolición de todas las viviendas construidas por la compañía minera, las mismas fueron vendidas al gobierno por el precio de un dólar. Muchas se demolieron, pero otras fueron dejadas en pie y entregadas a indios Montañeses y Naskapis, cuyas reservas se encontraban en las proximidades. La historia es muy larga y me desviaría del tema central, razón por la cual me limitaré a pequeños aspectos actuales, según me contara aquel hombre. El pasaje de ida y regreso hasta Montreal le costó $1 800 dólares, no pude contener mi exclamación de asombro, teniendo en cuenta el costo de un pasaje Montreal-Miami en su época más cara. No hay acceso por carretera, creo recordar que me dijo la existencia de un ferrocarril con viajes semanales hasta un punto que no me llega a la memoria. La ambulancia es un avión y en la villa existe un médico y una enfermera para prestar los primeros auxilios. La gente espera el vuelo que arriba con frutas frescas y verduras con mucha ansiedad cada semana. La gente se dedica generalmente a la pesca y caza del Caribú al no existir otras actividades productivas. En invierno, los termómetros bajan con facilidad los límites de 40 grados centígrados bajo cero, etc., etc. Y un millón de etcéteras que harían dificilísima la vida de cualquier persona nacida en los trópicos dentro de aquella región. Cuando le pregunté por el origen de su curiosidad por nuestro restaurante viniendo desde tan lejos, el hombre comenzó a relatarme una historia que nada tiene que ver con su región y descendencia, algo con lo cual él no simpatizaba. Dijo aquel indio que, desde hace un tiempo y del cual no me ofreció detalles precisos. En la zona se encuentran trabajando cuatro cubanos de la isla, al parecer, existen intensiones de reabrir nuevamente aquella anciana mina. Dice el hombre que aquellos cubanos trabajan diez horas diarias y que son verdaderamente laboriosos. Se dedican a barrenar en diferentes partes de la región para tomar muestras que luego son enviadas a un laboratorio. Al preguntarle por las razones de su desacuerdo, el hombre me dijo que él había realizado ese trabajo por un salario de $30.00 dólares la hora, y que a los cubanos los tienen trabajando todo ese tiempo por $15.00 dólares al día. Vale destacar que ellos no pagan renta ni alimentación, pero con el pago de el salario justo, no resultaría difícil mantenerse por sus propios medios, cuando la renta en aquel lugar es más baja que en otras regiones de Canadá, aunque la alimentación resulta un poco más cara. Escuchar aquella narración me hizo retroceder en el tiempo y solidarizarme con el indio sin que mediara solicitud de su parte. Creo que llegó al lugar indicado y en el momento justo. Como ciudadano de este país desde hace quince años, conociendo que la discriminación está prohibida por la ley y que en este país no se toleran manifestaciones de esclavitud o neo esclavitud con sus ciudadanos. Conociendo que existen leyes que regulan la contratación de extranjeros para trabajar en este país, y sintiendo como propias, cualquier tipo de abuso que se cometa en contra de personas que desconocen lo anteriormente mencionado. Envío copia de este artículo a la Fundación Cubano Canadiense para que realice la denuncia de este hecho que atenta en contra de la dignidad humana, y que se realiza dentro del territorio canadiense por parte de compañías de este país y el gobierno cubano. Estoy plenamente convencido de que la reacción de esos compatriotas será negativa ante esta demanda, pero los que escapamos de un régimen esclavista, no podemos permitir que se practique la esclavitud en los territorios donde alcanzamos nuestra libertad.
Esteban Casañas Lostal
Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis destronarlo, pero comprobad que
el trono que erigiera en vuestro interior ha sido antes destruido.
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