"MUERTO EL PERRO, NO SE ACABA LA RABIA" por Esteban Casañas Lostal Hoy me llamó la prensa canadiense solicitando una entrevista relacionada con los eventos que ocupan casi todos los medios informativos en el mundo. Han visitado algunos lugares donde trabajan cubanos y como es de suponer, la gente no ha querido abrir la boca. Ellos no lo comprenden, nosotros sí, no es sencillo desprenderse de ese miedo vivido durante décadas, es un proceso largo poder transpirarlo, y no solo eso, muy pocos se arriesgan a que les nieguen la entrada al país. El periodista solicitó mi opinión y trató de acordar una hora de encuentro para la mencionada entrevista. Lamentablemente, hoy me tomo un día franco debido al exceso de trabajo y no deseo ser sometido a límites de estrés similares a los del comandante, he delegado mis funciones en mi hijo y será precisamente él quien enfrente a la prensa. Bueno, todos tenemos derecho a delegar en alguien, eso no es propiedad del comandante. -¿Mi opinión? Me resulta indiferente si se muere o resucita el viejo, le respondí. Yo llevo quince años viviendo en Canadá, soy ciudadano canadiense y en estos instantes me resultan más importantes los problemas de este país. Los problemas de Cuba deben ser resueltos por los cubanos que viven en la isla. Le respondí con toda la cortesía del mundo. -Pero es que necesitamos saber cuál es la opinión de la comunidad cubana en Montreal. ¿Podemos visitarlo dentro de cinco minutos? -Desafortunadamente estoy saliendo del restaurante en estos instantes, si desea pasar por aquí, el personal arriba a las tres y media, nosotros abrimos a las cuatro y media, pueden realizar todas las preguntas que sean de su agrado. Yo sabía que era una promesa difícil de cumplir, se producirían esas preguntas, pero no le garantizaba las respuestas. -Perfecto, estaremos en su local a las tres y media. Luego de colgar el teléfono llamé a mi hijo y lo puse al tanto de la situación. Debo confesar que no esperaba su participación en un tema que nunca le ha llamado la atención, la política no es su fuerte, y no lo critico, es la postura indiferente de la mayoría de los jóvenes de su generación. -¡Mira! Si quieres le explicas a la prensa las razones por las cuales sus intentos de obtener opiniones de la comunidad cubana resultarán difíciles, diles que, alrededor del noventa por ciento de los cubanos que viven en Montreal, han arribado casados con canadienses, y que por supuesto, temen ser vetados a la hora de visitar a sus familiares y que en el peor de los casos, tomen medidas represivas contra ellos una vez que se encuentren en la isla. -¡Oye viejo! No te preocupes por eso, yo voy a decir lo que me de la gana. -Bueno, ese es tu problema, pero es muy cierto que conoces esa realidad. La comunidad cubana en Montreal es apolítica y muda, sabes perfectamente sus orígenes aunque dentro de esa juventud puedan detectarse excepciones, ya sabes, casos muy raros. -No te preocupes, yo me encargo de eso. Luego de aquel corto intercambio, mi prioridad era hacer las compras para la casa de la semana. Luego de descargar el auto, me propuse escribir algo serio relacionado con el evento, pero fui interrumpido en varias oportunidades por mi hijo. -¡Oye viejo! Esto se ha llenado con representaciones de casi todos los medios de prensa de Montreal. -¡No jodas! ¿Y? -Nada, me desplayé y se me fue la lengua. -¿Se te fue la lengua? -Sí, me preguntaron si la enfermedad del viejo era motivo de celebraciones para nosotros y les respondí que sí. Creo que se me fue la mano. -¿Se te fue la mano? -Sí, les dije que si el dinosaurio moría, lo íbamos a celebrar con barra abierta para todo el mundo. -¡Coño! ¿Pero tú estás loco? -¡Ná! Y el tipo me preguntó si lo podía publicar en el periódico. -¿Y qué le respondiste? -Que sí, que lo publicara, que íbamos a celebrar la muerte de ese hijoputa por todo lo alto. -¡Se te fue la mano, men! Eso cuesta un huevo. -¡Viejo! Si tú eres el primero que vas a tirar la casa por la ventana. -¡Coño, verdad que sí! Tremendo lío me has buscao. -Hoy era el día que tú tenías que estar aquí, no sé cómo se te ocurrió perderte. -Sabes que estoy agotado y no quiero que me pase lo del comandante. -¡Amárrate los pantalones! -¿Qué pasó ahora? -Hay un cliente que vive en Québec y dice que te conoce. -¿Cómo es él? -Un blanco alto y de ojos claros. -Ese es Alberto, ¿que sucedió? -Que han entrado otros periodistas y el tipo se desplayó. -Ni se te ocurra cortarle la palabra, ese es de los pocos que conozco sin miedo para hablar. ¿Y habló alguien más? -No. -Yo lo sabía. Bueno, hay que apertrechar el bar por si acaso se muere la momia, me embarcaste. -Mañana hay que comprar todos los periódicos de Montreal. Mi hijo y yo siempre andamos metidos en peleas, líos de padres e hijos que se borran a los pocos minutos, tal vez horas, siempre nos fajamos. Pero debo confesarles algo, me ha sorprendido. Ayer disfruté y celebré con ellos todos los acontecimientos desarrollados en Miami. Contrario a lo que siempre ha manifestado la prensa, la mayor parte de los cubanos exhibidos en la televisión eran jóvenes. Muchachos que una vez fueron arrancados de sus raíces y han adquirido conciencia de ese desgarramiento doloroso que se ha producido en sus vidas. Es alentador saber que esa generación formada por el monstruo disfruta y celebra su enfermedad y posterior muerte, es aberrante celebrar una muerte, pero es una manifestación del odio y desprecio que se supo ganar durante décadas. No por morir el perro se acaba la rabia, ella continúa con la presencia de su hermano y todos esos canallas que forman parte de su gobierno. Solo un cambio político radical puede salvar a la patria que tanto menciona la momia en su proclama. Solo ese cambio puede sacar al país del profundo bache histórico al que fuera sumergido por todos esos bandidos. Solo así se podrá salir de la miseria reinante, pero ese protagonismo le pertenece a ese pueblo sumido durante décadas a un letargo del cual no acaba de despertar. Nosotros, bueno, nosotros celebramos todo el mal que pueda sufrir ese asesino y con ello no pagará nunca el daño causado a nuestra tierra y familias. Esa es nuestra venganza, y por supuesto, yo apoyo a mi hijo. Bar abierto para celebrar la muerte del hijoputa más grande que ha parido Cuba.
Esteban Casañas Lostal Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha sido antes destruido. Jalil Gibrán
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