ESTIMADOS DIFUNTOS, SEPAN PORQUÉ MURIERON por Esteban Casañas Lostal Un amigo acaba de regresar de España y se tomó la molestia de traerme un ejemplar del diario El País y otro del diario El Mundo. Ambos periódicos están fechados el día 23 de Mayo y me los entregó el 24, pueden suponer entonces que las noticias son frescas, acabadas de sacar del horno. Voy recorriendo cada página de aquellos voluminosos rotativos sin que nada me llame la atención. La mayor parte del contenido en ambos coinciden en un tema principal, las batallas desarrolladas entre Zapatero y Rajoy. El resto carece de importancia para mí porque las consumo diariamente por la televisión o Internet. Sin embargo, un nombre conocido por millones de cubanos provoca que me detenga en la página 31 del diario El Mundo. El encabezamiento de la noticia dice lo siguiente; Posponen hasta 2007 el veredicto del juicio en ausencia al ex dictador etíope Mengistu por asesinatos masivos. Razones sobran para detenerme y leer con la importancia que merece esa noticia ofrecida por este diario. Razones que tal vez comienzan a ser olvidadas por las nuevas generaciones de cubanos y desconocidas por millones de seres que hoy enarbolan banderitas rojas en distintas latitudes del mundo, y por encima de ese mundo, preocupa mucho este enfermo continente americano. Se le llama ex dictador y está acusado de asesinatos masivos, pero esa masividad tiene un nombre o cantidad y también fecha. Dice la noticia que entre 1974 y 1991, murieron asesinadas unas 500,000 personas. Cuenta el diario que de acuerdo a denuncias del secretario general de la sección suiza de la ONG Save the Children, eran asesinados diariamente entre 100 y 150 niños con edades cercanas a los 12 años, cuyos cuerpos eran abandonados en las calles y devorados por las hienas. El período de tiempo en el poder de Mengistu fue conocido como el Terror Rojo. Agrega ese órgano de prensa que el ex dictador se mantuvo en el poder gracias al apoyo económico recibido de la extinta Unión Soviética y su caída y posterior fuga se debió a los cambios experimentados en ese país después de la Perestroika. Asombrosamente no aparece ni una sola oración donde se refleje la presencia cubana en ese período fatal de la historia del pueblo etíope. Nadie desea molestar al dinosaurio cubano, nadie quiere manchar la reputación de su proceso revolucionario, nadie desea despertar su ira y dejan a la bestia pastar tranquilamente al frente de su rebaño. La noticia tiene su origen en Nairobi, pero no se cita la fuente. Solo se hace una leve referencia al apoyo ruso en lo económico, pero se omite el papel fundamental desarrollado por la presencia cubana en esas tierras, y su gran colaboración en cuanto a los aportes de muertos muy bien comprendidos dentro de las cifras que se le achacan al dictador Mengistu. Vale destacar la presencia de miles de soldados caribeños durante la guerra desatada entre Etiopía y Somalia, tropas y batallas dirigidas por el desaparecido Arnaldo Ochoa, así como, la permanencia de esas tropas en suelo etíope combatiendo a los opositores al régimen de turno. Vale destacar y disculpen la redundancia, que el ejército somalí fue adiestrado también por el gobierno cubano. Surgen entonces algunas interrogantes, preguntas que quedarán como es de suponer sin respuestas. ¿No era el gobierno cubano cómplice de un criminal? ¿No puede considerarse a todos aquellos soldados cómplices de ese genocidio? ¿Podrán llevar con orgullo las medallitas otorgadas por aquella “misión internacionalista”? ¿Qué cuento se le pudiera hacer a los hijos, madres y viudas de aquellos muertos? ¿Sabían ellos verdaderamente el sentido o significado de la misión que cumplían? ¿Supieron alguna vez por qué murieron? Definitivamente no, es probable que durante los últimos segundos de sus vidas llegaran a pensar que la muerte los sorprendería vestidos con la toga de héroes, eso pudimos pensar muchos en una isla enardecida y envalentonada con los éxitos pasajeros de sus aventuras militares, pero tarde o temprano la verdad llega a imponerse y caemos sin piedad en su emboscada. Dice un refrán nuestro que, tanta culpa tiene quien mata a la chiva como el que le aguanta la pata, ¿será que nos encontramos excluidos y contamos con una santa bendición al convertir a seres humanos en ángeles? No dudo que muchos de aquellos que un día se encontraron enrolados en esa aventura, insistan en colgar de sus pechos esas medallitas que una vez les entregaran por esa “honrosa misión internacionalista”. Hasta ellos no llegan estas informaciones por muy mutiladas que sean, y los hijos, viudas y madres continuarán creyendo que ellos fueron verdaderamente héroes. ¿Será necesario mantenerlos viviendo dentro de esa macabra fantasía? ¿Quién pudiera saberlo? A ellos, si de verdad existe el más allá. A ellos sí se les puede decir las causas de sus muertes aunque revienten de ira dentro de sus tumbas. Estimados difuntos, si alguna vez se sintieron motivados por verdaderos sentimientos revolucionarios o internacionalista, ustedes fueron engañados y traicionados, la pérdida de sus vidas ha sido en vano. Ustedes han muerto para mantener en el poder a un criminal, sobre ustedes caerá también el peso de la historia y el desprecio de todos aquellos familiares que aportaron alguna víctima durante esa guerra que no les pertenecía. Ustedes no fueron héroes de Cuba y nunca lo serán, ustedes podrán encontrarse también entre las víctimas del sistema que les tocó vivir. Amén.
Esteban Casañas Lostal
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