LAS VACAS QUE NO ERAN ENANAS

Por Esteban Casañas Lostal

Parece o se hace necesario continuar hablando de vaquitas, no lo hago por simple afición por la ganadería, pero el lío de esas vaquitas enanas con las cuales el gobierno cubano pensaba resolver el problema de la carne y leche en Cuba, y lo que escribí sobre ellas con la ironía propia de nosotros los cubanos, ha levantado un poquito de ronchas.

¿Se acuerdan de aquella cancioncita que una vez pusieron por la televisión cuando existían comerciales? ¡Claro que sí! Les escribo un pedacito; “Matilda va, Matilda viene, y suspirando se detiene”…… Creo que era para promover el consumo de leche.

Pues de aquellos tiempos para acá han caído muchos mangos, ahora, para un cubano ver un simple bistec o vaso de leche, es un milagro similar al de los mexicanos en ese afán por encontrarse con una figura de la virgen de Guadalupe. La ven en todas partes, cristales, troncos de árboles, en las paredes de alguna casa, etc. No hay mucha diferencia en este ejemplo, los cubanos ven un bistec donde quiera y han llegado a plagiarlos con cáscara de toronja y hasta frazadas de piso podridas, todo un sacrilegio.

Los más viejos, los que pronto vieron su memoria afectada tal vez por la ausencia tan dolorosa de ese bistec, saben perfectamente que Cuba se autoabastecía de carne y leche. No recuerdo haber visto en el mercado durante mi infancia, el anuncio de otras carnes importadas que no fuera el simple tasajo uruguayo, puede que no, pero tengo derecho también a perder la memoria por los mismos efectos sufrido por los cubanos.

Camaguey fue una provincia ganadera por excelencia, eso lo saben todos los cubanos que han perdido la memoria, y si no me equivoco, por ahí andan cifras que hablan de la cantidad de ganado existente per cápita antes de la llegada de esos depredadores revolucionarios al poder.

¿Qué pasó con nuestra ganadería? Eso sí que lo saben pocos cubanos, gracias a Dios ya me encontraba en la marina mercante, y señores, en su calidad de isla, toda o casi toda la mercancía que entra o sale a la isla, se mueve a través de barcos. Al loco que llevó nuestro país a ese estado comatoso actual, se le ocurrió un día dedicarse a la exportación de carnes. Cuba nunca se dedicó hasta entonces a ese tipo de comercio, pero así han funcionado las cosas por allá y se hace imprescindible refrescarles la memoria a unos cuantos apologistas que, insisten hasta la saciedad en culpar a sus vecinos de los males creados por ellos.

Fue así que se vivieron uno o dos años de sacrificios indiscriminados de animales que, luego fueron embarcados a bordo de los buques refrigerados “Frimaro”, “Las Mercedes”, Minas del frío”, “La Lima” y otros fletados con destino a Holanda y Bélgica. Cabe destacar que esos embarques se realizaban en el muelle “Manuel Porto Pena” del poblado de Regla, y que solo eran exportados los perniles. Esas piezas venían embaladas en unos saquitos de tela parecida a la utilizada en los sacos de azúcar blanca, y contaba con los dibujitos de una vaquita, y por supuesto, “Product of Cuba”.

¿Se imaginan por un solo segundo, cuántas reses es necesario sacrificar para llenar las bodegas de un barco? Por supuesto que no, pero son los miles de animales que se desviaron del consumo nacional, y que motivara la extinción de nuestra ganadería. Claro, mientras esto ocurría, los buques “Luis Arcos Bergnes” y la motonave “Camaguey”, realizaban constantes viajes hasta Canadá desde donde transportaban costosos ejemplares con el fin de desarrollar una ganadería “revolucionaria”, fue en uno de esos viajes que trajeron a ese famoso ejemplar nombrado “Rosafé Signet”, poco tiempo después convertido en un mártir de la revolución, y cuyo nombre sirviera posteriormente para bautizar al centro de inseminación artificial existente después de San José de las Lajas. Se gastaron miles de horas de programación televisiva, radio, y toneladas de papel periódico en la promoción de aquellos supuestos brillantes experimentos del “comandante”. Fueron centenares de rollos de fotografías gastadas en las poses del viejo loco junto a sus animales. Pero nunca, fíjense bien, nunca se mencionó una sola palabra de los desmanes cometidos en contra de una ganadería ya exitosa.

Hay que sumar a toda esta debacle los experimentos paralelos realizados por ese depredador, ¿olvidaron todos los campos de pastoreo convertidos en cañaverales? Bueno, todo el mundo sabe de ese poder que tenemos los cubanos para olvidar. Tierras también que fueron arrasadas por aquel contingente bautizado con el nombre de “Ché Guevara”. Terrenos condenados a la deforestación y que en muchos casos no sirvieron para nada.

Paralelo a esos experimentos, viajaban con mucha frecuencia los buques “Luis Arcos Bergnes” y Camagüey” hasta las islas Guadalupe y Martinica para participar en una especie de candonga, donde se vendían directo desde el buque al comprador, gallos de pelea y caballos de carreras frutos de las granjitas de Guillermo García. La población, como era de esperar, no tenía acceso a esas incursiones, ni hacia dónde iría a parar el dinero de esas ventas. Pero bueno, me estoy apartando del tema en cuestión.

No satisfecho el demente comandante, se dio a la importación de bueyes de agua desde Viet Nam y tampoco ha logrado resultado alguno de esos experimentos en un país donde el agua escasea para el ser humano, y, donde se han secado varios ríos y lagunas gracias a ese afán por demostrar que se las sabe todas.

Nada pudo frenar sus arrebatos al Napoleón del desastre cubano, y en su carrera de caprichos no solo cayeron las infelices vacas cubanas y toros canadienses. Importó desde Canadá hermosos y costosos ejemplares de chivos que resultaron endebles a nuestro clima, lugar donde las chivitas nacionales lo mismo comían papel que trapo y andaban sueltas con las tetas repletas de leche. Aquella enorme granja dedicada a los famosos “conejos gigantes” y localizada antes del pueblo Cuatro Caminos, solo daría abasto para un restaurante del mismo nombre en La Habana.

De poco sirvieron las masturbaciones a las que sometieran al mártir Rosafé Signet, ni las cortinas rompevientos de Voisin con su pastoreo intensivo. Solo lograron a una infeliz vaca llamada “Ubre Blanca”, otra infeliz asediada por la prensa cubana y presentada como un logro. ¡Un solo logro caballeros! Una vaca para repartir entre millones de niños y ancianos, otra infeliz convertida en mártir también. De poco ha servido una gallina que puso un huevo del tamaño de la luna, la defondaron y se quedó sin….. Bueno, no quiero decir malas palabras.

Si hay de cierto una cosa, primero verán los mexicanos a la virgen de Guadalupe jugando fútbol con las Chivas de Guadalajara, que un cubano un bistec en su mesa con frecuencia, y eso señores, no es culpa del imperialismo norteamericano.


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá

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