LA LIBERTAD SE CONQUISTA CON EL FILO DE UNA GUILLET

Por Esteban Casañas Lostal

El problema de nosotros los cubanos es más complejo de lo que pudieran entender expertos de cualquier parte del mundo. Muy sencillo, nosotros le rompemos la computadora a cualquiera, somos una intriga, un misterio, un enigma, un simple epíteto, un garabato, un tareco, pero hace rato que dejamos de ser pueblo. No nos engañemos.

Somos el ánima errante de lo que un día fuera un pueblo, aún así, nos consideramos “dignos”, y claro que sí, los somos, pero de lástima. Lo primero que hicieron fue borrarnos la memoria, no recordamos nada un segundo después de transcurrido el tiempo, el pasado no existe, el presente es tan volátil como la chispa de tren, ¿y el futuro? ¡Paremos! Las neuronas no nos alcanzan para pensar en eso.

Hay palabras que suenan fuertes a nuestros oídos, hieren nuestros sentimientos y atacamos sin piedad a quien se exponga a mencionarlas, pero no nos engañemos y disculpen la redundancia. Nos acostumbraron a vivir de la lástima, víctimas eternas de dos partes de este hemisferio, pero hoy, hoy se van borrando esas huellas sentimentales, apestamos. Poco a poco y con mucha paciencia han minado ese último rincón donde verdaderamente podíamos existir como pueblo. Pueblo enigmático y misterioso que sin apagar el sofoco que produce un ardiente sol, y sin saciar la sed de una larga marcha de protesta por cualquier locura ocurrida a nuestro amo, lanzamos un día las banderitas que tanto agitamos y hacemos cola por una visa. ¿Una visa hacia dónde? Quién sabe.

Erramos, nos convertimos en vagabundos, los nuevos palestinos del mundo, andamos regados por todas latitudes, y lo peor, en muchos casos tratamos de borrarnos, eliminando cada rasgo que nos identifique. Deseamos cortar el cordón umbilical a nuestra tierra, pero hay algo que nunca nos abandona y no nos engañemos, repito de nuevo, el miedo viaja con nosotros como sombras aún en las noches más oscuras y sin reflejos. Tenemos miedo, somos los mismos timoratos que un día levantamos la mano por inercia en contra de nuestro compañero, peor todavía, nos aferramos a no desprendernos de ese miedo. ¿Miedo a qué, no somos libres desde que nos montamos en un avión o balsa que nos sacara de ese infierno? Miedo sí, porque a miles o decenas de millas de aquellas costas no hemos aprendido a ser libres. ¿Merecemos respeto? No nos engañemos.

Somos un pueblo que desea velorio y nadie está dispuesto a aportar el muerto, me incluyo y hablo en plural, los únicos “locos” que han actuado rompiendo estas normas de vida están presos. ¿Y nosotros? Somos los cuerdos señores, los que esperamos se produzca un milagro y la libertad nos caiga del cielo como caen los mangos. Somos los mismos que protestamos por cinco degenerados presos en EU, y en nuestras cárceles se pudren miles de almas de cubanos. ¿Merecemos respeto? Nosotros marchamos.

Ya dije un día que las medidas adoptadas por el actual gobierno americano surgieron a deshora, que muy bien pudieran interpretarse como una maniobra en vísperas electorales. ¿Por qué nuestra libertad depende de las maniobras de un gobierno extranjero? ¿No somos un pueblo, un solo pueblo como pregonan muchos y desean hacernos comprender? ¿Un solo pueblo?

En medio de nuestra sordera y ceguera, el autor de toda esta tragedia maniobra a su antojo con nosotros, o somos nosotros quienes le ayudamos a izar las velas, me inclino por este último razonamiento, ¿qué no?, ¿qué fuimos hasta ahora, qué somos? Una turbita de llorones en Cuba convertidos en protestones ahora, ¿o no? ¡Fíjense que no me excluyo! Me incluyo, es una autocrítica, para hablarles en el vocabulario que no han olvidado, pero no la del compañero delante del compañero, es la autocrítica del pendejo frente a otro pendejo. No nos engañemos, insisto en redundar. ¿Jode verdad? Pero bueno, alguien tiene que hacerse el harakiri, yo comienzo. ¿Protestones ahora? ¿Dónde se encuentra la humildad mostrada cuando fuimos a solicitar la visa? ¿O aquel servilismo mostrado en la aduana del aeropuerto cuando nos deschorizaban el chorizo cargado de pacotilla? ¿Duele? No digo yo, jode que nos miren así y que no lleguemos nunca a la suela de los palestinos, o a la de los venezolanos, o a la de los peruanos, ¿verdad? ¿No somos un pueblo? No nos engañemos, somos la peste con el cuño de emigrantes clavado en medio del pecho.

No hay peor defecto que tener mala memoria, olvidar el pasado es como borrar la historia, es como dejar de existir o nunca haber existido, hasta esos límites hemos arribado. Para nosotros no han existido crímenes y ese país destruido siempre existió así, pena de pueblo.

Las medidas adoptadas por el gobierno de Bush han llegado tarde, siempre debieron existir y de esa manera se hubiera acortado nuestra agonía, o la de nuestro pueblo, porque ya nosotros estamos aquí. Miles han sido los que no pudimos acudir a los funerales de nuestras madres y hermanos, los que tuvimos tomadas las líneas telefónicas y debíamos hablar en claves, como si fuéramos extraterrestres. Miles de madres no han podido velar a sus muertos, porque las lanchas de esos criminales a los que les hacemos el juego con nuestras protestas, hundieron sus frágiles balsas. No nos acomplejemos y gritemos, protestemos como hacíamos en La Habana, que para eso se vive en democracia, bueno, así hablan pendejos como yo. Los mismos que nos cagábamos ante una mala evaluación del partido. ¡Oh! Pierdo la memoria y no recuerdo que me dirijo a seres como yo. ¡Protestemos coño! ¡Hagámoslo, vamos a ver! Protestemos para que juzguen a los que hundieron el remolcador 13 de Marzo, para que liberen a todos nuestros presos, para que nos dejen hablar libremente, “para que nos dejen emigrar en nuestro suelo”, ¿suena raro esto eh? Pero ustedes saben a qué me refiero, solo que tienen miedo mencionarlo para que no le decomisen lo que llevan en el chorizo, o los fulas para acostarse con una joven jinetera.

¿Qué no alcanzan 1200 fulas al año para que coman? ¿Y el que no recibe nada? ¿Qué me dicen del simple obrero que gana en pesos? ¡Perdón! A veces me desubico y no sé con quién hablo, ya sé que a ustedes no le importa nada de esto, o al menos no tienen memoria. Sí, son duras las medidas de los viajes a Cuba, ¿Y aquellos que han soportado durante decenas de años sin regresar al país? Todos, incluyamos al que no desea ir y al que se lo prohibieron. Ya sé, son extremistas para ustedes los desmemoriados, digo, para mí también que me he sumado a la tonga.

Hay que ser descarado para poner en manos de ese dinero mal habido el destino de todo un pueblo, hay que ser inmoral para vincular todas las desgracias de esa nación al corte de esa fuente poseída y explotada por un proxeneta, hay que ser sinvergüenza para justificar tanta destrucción moral y económica ocurrida en nuestro país con la aplicación de estas medidas, y hay que ser demasiado desmemoriado o pendejo para prestarse a tales manipulaciones políticas de aquellos que se agitan hoy, cuando ven desaparecer la fuente con la que han lucrado durante tantos años, el dolor de nuestro pueblo.

No nos engañemos, no me puedo alzar porque Castro tiene al ejército más poderoso, no puedo dejar de marchar porque pierdo el derecho al televisor Panda o al apartamento de la microbrigada. No dejo de asistir a las guardias por la beca de mi hijo, o por temor a perder el empleo. ¡Esperemos! Algún día esto tiene que cambiar, todo caerá del cielo, como los mangos.

Si yo fuera Bush les vendería un solo boleto, el de ida, junto a ese boleto les entregaría una cuchillita de afeitar marca Guillet, ya saben para qué.


FIN


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2004-07-03


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