RENUNCIO A MI CIUDADANIA

por Esteban Casañas Lostal

No ha sido hoy que tomé esa decisión, ha sido hace muchos años que me privé de ella, pero hoy, cuando se realiza ese teatro de marionetas cuyo título es; “ Tercera conferencia la nación y la emigración”, lo hago con carácter oficial. Renuncio oficialmente a ser “ciudadano cubano”, no me importa portar un pasaporte que me desacredite como ser humano en el mundo. No quiero portar una libretica que me crucifique como posible emigrante ante embajadas extranjeras. Es dolorosa esa carga cuando en realidad deseo visitar a un familiar en el extranjero, a mi madre a punto de fallecer, a un hijo por operar, o simplemente pasear y cargar un poco las baterías, las necesarias para sobrevivir unos cuantos meses y volver a salir. Salir y regresar, regresar con un chorizo cargado de pacotilla, cargado de ropas como un embutido y con billetes en las plantas de los pies, obligado a mentir y especular, revender y negociar, vivir y explotar el dolor de los míos, luchar.

Renuncio a una ciudadanía que me llega a molestar y otros deciden por ella, que provoca conferencias donde se discute si tengo derecho a salir de mi tierra o a entrar. Donde hasta hoy, necesitaba una visa no exigida a ningún extranjero y debía pagar. No quiero esa ciudadanía otorgada por quienes me humillaron, lanzaron huevos que hoy les faltan para comer, y amplificaron gritos de escoria, gusanos, apátridas, traidores, gusanos y hoy derivadas en mercenarios, mafia.

No deseo ser ciudadano de un país donde no pueda disfrutar con mi hermano de sus hoteles y playas, donde se me reciba por mis billetes y se me llame señor, mientras a otros infelices llamados “compañeros” se les priven de sus derechos “ciudadanos”. Renuncio a ser cómplice de una infamia histórica, a que otro que yo no elegí asista a una conferencia donde no pueda expresar lo que siento, uno elegido por ellos y que no me representa. No deseo ser ciudadano de un país donde encarcelen a sus hombres por disentir del pensamiento impuesto, donde sus hijos se arriesguen a escapar en frágiles balsas en busca de libertad, donde ese gobierno ordene hundirlos y el mundo guarde cómplice silencio.

No quiero ser ciudadano de un país donde confundan a mi madre y hermana con una jinetera, por muy culta que sea. Donde la aspiración de cada muchacho sea la de escapar a un precio tan alto como el de la vida misma, renuncio. Detesto ostentar el pasaporte de un país, cuyo propietario apesta al ser identificado por su color o escudo como si fuera una epidemia. No deseo ser representado por seres que abracen pechos o aprieten manos ensangrentadas con las vidas de seres nacidos en mi pueblo, renuncio.

No me interesa ser cubano para aquellos que arruinaron mi tierra, poco me importa, poco me ha beneficiado, por no decirles que me ha causado muchos dolores de cabeza. Al extremo, de provocar avergonzarme de serlo, virtud para unos cuantos, felicidades, pero yo renuncio a la posesión de un puto pasaporte azul o verde con un escudo que nada protege ni representa, me limpio, bueno, ya saben.

¡Poco me importa caballeros! Soy pesao, intransigente, vertical, extremista, inclaudicable, arrogante, intolerante, anormal, desafiante, indiferente, yo soy lo que le salga de los timbales a todos los que hoy se reúnan en esa nueva obra teatral, pero soy independiente.

¡Me río señores! Me orino de la risa con las noticias, no es para menos, que si Menoyo representa a la disidencia mientras en las cárceles cubanas se pudren almas de mi pueblo, que si a unos “mercenarios” les devuelven la ciudadanía. ¡Hummmm! ¿Mercenarios? ¿Cubanos? ¿Les devolvieron la ciudadanía? ¿Cuántos? ¿Payasos cagalitrosos? ¿Mercenarios? ¿Y los cubanos que fueron a matar a Etiopía, Angola, Nicaragua, etc., eran mercenarios? ¡Ohhhh no! Misiones “Internacionalistas”. Necesitan fulas, están desesperados.

¡Renuncio señores! No me importa un bledo la ciudadanía cubana, me siento orgulloso de la canadiense, me ha devuelto la dignidad que a la otra le faltaba, nadie me para, no me miran con ojos de emigrante, no me exigen visas para viajar, tengo derechos, ¿saben qué es eso?, derecho a reclamar, algo vedado para el portador de un pasaporte azul o verde con un escudo extravagante, un posible emigrante.

Renuncio a todo, me considero sin derechos a viajar a mi tierra mientras cuatro guanajos se reúnan con las razones de mi destierro. Mientras esos que asisten para escuchar órdenes sean elegidos por el gobierno y no representen mi voz o pensamientos. Es más, me siento orgulloso de esta renuncia ahora que desean ofrecerla a “supuestos mercenarios” en bandejas de plata.

¡Eso sí, señores! Conservo la nacionalidad de Pepe Antonio, esa, no me la puede quitar nadie, menos aún doscientos cabrones.


FIN


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá


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