PIEZAS DE UNA MÁQUINA DIABÓLICApor Esteban Casañas Lostal Conforme al funcionamiento de la sociedad cubana todos sus males fueron llevados al seno de la marina mercante de nuestro país. Se establecieron los mismos métodos de vigilancia de sus miembros, acompañados por los sistemas de evaluación que no son otra cosa que un invisible mecanismo de represión llevado a cabo, donde se controla la vida del hombre en cada viaje. Un expediente laboral manchado por cualquiera de esas evaluaciones, significa la separación de sus miembros de la flota y de ellas no escapaban ninguno de los integrantes de una tripulación, desde el último marino hasta el Capitán debían ser evaluados por la administración y el Partido a bordo de todo buque. Pero veamos como funciona todo este engranaje destructor. Ocupando la plaza de Primer Oficial, yo tenía la obligación de evaluar a los Oficiales Subalternos del departamento de cubierta, estos eran; Segundo Oficial, Tercer Oficial, Telegrafista, Sobrecargo, Médico o Enfermero, Agregados de Cubierta y la Maestranza compuesta por Contramaestre, Mayordomos, etc. Para algunos se tenía en cuenta los aspectos técnicos, disposición ante el trabajo, disciplina, puntualidad, don de mando, etc. Luego, estas evaluaciones debían ser firmadas por el Capitán del buque, pero todo no es color de rosa. Estando navegando a bordo del buque “Aracelio Iglesias”, el Capitán de la nave me pide que le realice una mala evaluación a la Doctora, que se encontraba navegando con nosotros ese viaje. No entendía las razones para hacer tal canallada y cuando me pongo a realizar averiguaciones, todo tenía su origen en que el Capitán había estado pretendiendo a la mencionada Doctora, pero ella prefirió a un maquinista que además de haber sido compañero mío de estudios, era un buen hombre. Aquellas relaciones entre ambos tuvo un final feliz ya que en la actualidad son marido y mujer. Hice la evaluación como me dictó la conciencia, se la di a firmar y le entregué una copia de ella, alertándola para que no aceptara otra evaluación que no fuera aquella. No le expliqué las razones por un problema de ética, pero estoy seguro de que si se lo hubiera contado al maquinista, éste le rompería la cabeza a aquel degenerado. En mi caso, yo debía ser evaluado por el Capitán del buque en cada viaje y esta evaluación era entregada al Departamento de Cuadros de la Empresa, esa era una evaluación técnica, pero también, el partido de abordo me tenía que evaluar políticamente y es aquí donde surgen los verdaderos problemas. Si por una u otra razón, yo me veía obligado durante el viaje a tomar una medida disciplinaria contra cualquier tripulante, ya sea por ausencia a una guardia, realizar las mismas en estado de embriaguez, peleas con otros tripulantes, etc. Casi siempre ese tripulante era militante del partido, entonces, en la reunión final de ese organismo donde se analizaban las evaluaciones de toda la tripulación, ese tripulante o sus secretarios tomaban venganza por la acción que yo u otro Oficial, había tomado en contra de uno de sus miembros. En la generalidad de los casos ocurría así, porque cuando se tomaba una medida administrativa contra cualquier militante, el Partido estaba en la obligación de amonestarlo o sancionarlo y ellos no entendían que un simple (siendo de cualquier rango) pudiera sancionar a un militante. De esta acción vengativa no escapaban los Capitanes y se encontraban en una posición mucho más desventajosa cuando ellos eran militantes del Partido. Siguiendo con las evaluaciones, el partido tenía la obligación de evaluar cada viaje al Capitán, Jefe de Máquinas, Segundo Maquinista, Primer Oficial y al Sobrecargo. Este último no tiene rango de Oficial pero lo evaluaban por tener acceso al dinero del buque, ya sea de los pagos a las tripulaciones como de las compras que se realizaban, por ello se convirtió en un personaje importante pero que no tenía contenido de trabajo, la mayoría de ellos eran ladrones y colaboradores de los órganos represivos que extendían sus tentáculos hasta nuestros buques. Los miembros del Partido se evaluaban entre ellos, pero casi antes de la caída del bloque comunista e imitando a los rusos, introdujeron dentro de la marina cubana a un parásito llamado “Político”. Este individuo sin contenido de trabajo alguno, estaba dedicado a la vigilancia de los Oficiales de más rango a bordo de los barcos y era también el encargado de evaluar al Secretario del Partido, aunque en apariencias, se encontraba subordinado al núcleo del barco. Por su parte, el Secretario del Partido podía hacerle una mala evaluación al Político y lograr su destitución, como sucedió en muchos casos. De la misma manera que se realizaban las evaluaciones en el departamento de Cubierta, así se hacían en el Departamento de Máquinas, pero aquí no termina todo, la Unión de Jóvenes Comunistas tenía sus evaluaciones que realizar con los más jóvenes a bordo, fueran militantes o no, por otro lado, el Sindicato gubernamental llevaba también sus evaluaciones sobre los afiliados, que en el caso de la marina debían ser todos los tripulantes, ya que era inconcebible no pertenecer a ese organismo en esta rama laboral. Ya a finales del año 1991 y antes de desertar, las tripulaciones de los barcos cubanos estaban compuestas casi en su totalidad por militantes del Partido o de la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas), solo dos o tres en cada barco eran los llamados simples, se encontraban navegando porque era personal probado durante muchos años y considerados como confiables por el gobierno. Ahora con el desplome de la economía y las ventas de muchos de los buques, muchas tripulaciones quedaron sin empleo, la mayoría de ellos son gente simple. No se puede olvidar tampoco la presencia a bordo de los buques, de aquellos informantes al servicio del Ministerio del Interior, cualquier informe realizado por estos individuos podía echar por tierra todo lo manifestado por el Partido. Para concluir, solo me queda señalar al Comité de Protección Física, estaba integrado por unos pocos tripulantes y su función era garantizar la seguridad del barco ante la posibilidad de posibles sabotajes, etc. Deben imaginarse que una tripulación esté formada por cientos de hombres, para responder a las demandas de tantas organizaciones, pero el que piense así está equivocado, las tripulaciones más numerosas fueron de unos 35 hombres, por eso el control sobre las vidas de cada cual, era extremadamente cerrada, todos vigilaban a todos, en eso radica el éxito de ese sistema. “”” DONAR SANGRE PARA SALVAR UNA VIDA “””Donar sangre es un gesto humano muy noble y digno de admirar, aquí en Montreal se realizan constantes campañas exhortando al pueblo a donar sangre. No se vale el estado o gobierno de la provincia de ningún organismo social y menos de la coacción política para lograr sus objetivos, todo es muy sencillo para nosotros, dona la sangre quien se sienta en condiciones de hacerlo, como debe decirse, voluntariamente. Hoy me llegan noticias de las exigencias realizadas en una escuela cubana sobre su estudiantado para que acudan a realizar ese acto tan humano. Para serles más exacto esa información se refiere al politécnico de Comercio y Gastronomía René O’Reine ubicada en la Víbora. Leyendo esa información mi mente viaja velozmente a un pasado olvidado por muchos, desgraciadamente no poseo esa facilidad de otros en olvidar. Las pocas veces que doné sangre en Cuba lo hice por algún amigo o familiar, si la gente no lo sabe, es bueno aclarar que para ingresar en cualquier hospital en la isla con el fin de una intervención quirúrgica, es “obligatorio” dar una donación de sangre. Aún después de ser hospitalizada una persona herida urgentemente, se le exige posteriormente a su familia la correspondiente donación, estas no son suposiciones porque yo la realicé por un hermano herido en el hospital Nacional de Altahabana. Nunca fui de esos donantes que acudían movilizados por las “organizaciones de masas”, el asunto es que casi nunca permanecía en Cuba por motivos de trabajo. Luego de mi permanencia en Angola como “trabajador internacionalista”, tenía prohibido donar sangre en la isla, no recuerdo si fue por un período de cinco años. En fin, aquello de donar sangre se convirtió en una rutina en la isla y la gente acudía, unos generosamente, otros por cumplir metas, algunos para obtener méritos y otros por la simple aventura de hacerlo. Repito, por mi condición de marino podía esquivar muchas de las exigencias que se le hacían a la población, entre ellas aquella de ponerle el brazo a unos vampiros que en el menor de los casos, tampoco sabían que era lo que estaban haciendo. Por mi condición de Primer Oficial de la marina mercante y como responsable directo de las operaciones de carga de un buque, tenían que llegar a mis manos toda la información referente a todas las mercancías a embarcar. Esa información que llegaba en un documento conocido como “Cargo List” debía detallarme todas las características del cargamento como lo son, peso bruto, cubicaje, características especiales donde se distinguirían si eran peligrosas, entre ellas las explosivas, venenosas, toxicas, etc. Todos aquellos datos eran utilizados a la hora de hacer una correcta distribución del cargamento, operación que muy bien puede tomar unas ocho horas donde no existan los adelantos de una computadora diseñada para el buque en cuestión. Me asombraron muchas cosas en mis años de Primer Oficial, no solo con los cargamentos que eran destinados a Cuba, me sorprendieron los que salían de la isla. La isla y durante muchísimos años importaba porquerías que no eran de consumo humano y luego se perdían al ser estibadas al exterior de los puertos. Sin embargo, muchas exportaciones eran causa de mi sorpresa, Cuba exportaba artículos vedados al consumo de la población. Unas veces los exportaba en los negocios comunes en los intercambios comerciales comunes a cualquier país, otras veces no era así. Cuba y entiéndase el gobierno cubano donaba artículos de los que carecía el pueblo cubano y de ellos ejemplos sobran, basta hablar de esos cargamentos destinados a Nicaragua, Angola, Etiopía y Mozambique simultáneamente, era de suponer que la pobre economía de la isla no soportaría tamaño peso y los efectos de esas locuras se han vivido en más de dos décadas de producidas aquellas aventuras. Mi sorpresa mayor en todos esos años de Oficial se produjo cuando un día en el Cargo List entregado en La Habana, aparecían cuatro contenedores de “Plasma Humana” destinados al puerto de Ámsterdam en Holanda. Aquella operación se repetiría en dos viajes posteriores y desconozco si se habían realizado con anterioridad y si se continuaron haciendo. Era de suponer que venía especificado el peso del contenedor y las temperaturas exigidas para su transportación. Cada contenedor tenía un valor aproximado de unos $50000 dólares, la tripulación desconocía el contenido de cada contenedor embarcado. No creo haber sentido tanto asco como en aquellas oportunidades, donde se vendía algo que era parte de ese pueblo y que como expresé anteriormente, muchos donaban por distintas razones. Un día se sabrán todas las traiciones cometidas contra ese pueblo, tarde o temprano tendrán que saberse porque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. FIN Esteban Casañas Lostal Montreal..Canada 2002-03-16
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