LOS CUBÍCULOS

Por Esteban Casañas Lostal


Disculpen que me aparte un poco del tema de todos los días, me refiero a las guerras, bombas, muertos, tráfico de drogas, etc. De verdad que lo siento mucho pero podrán leer, ver en la tele y oír en la radio sobre estas cosas, que han llegado a ser el pan nuestro de cada día. A veces me despierto de madrugada porque he estado soñando que soy víctima de un secuestro, que me mataron a tiros en el trabajo o que me enviaron un sobre con Ántrax (aunque ya pasó de moda).

Prefiero otro tema para variar un poco, tal vez de esta manera, los sueños que programe para la semana que viene sean más agradables. Leyendo algunas noticias que nos llegan de Cuba (Pi x R al cuadrado), hablan de las transformaciones de las sobrevivientes "Posadas" en "Cubículos", no sé si está bien escrito.

La primera oportunidad en la cual visité una de esas "posadas" que luego formaran parte de mi vida, lo hice siendo muy chamaco. Recuerdo que fue con una exquisita mulatica del barrio Juanelo, ella tenía solamente 15 años y era casada, yo era un blanquito menudito y que la talla del pantalón en ese tiempo era de 28x30. Fuimos a la posada "Las Palmitas" que se encuentra en la avenida Acosta, digo, se encontraba porque ahora es un "cubículo" o en proceso de serlo de acuerdo a las noticias. Fuimos a practicar el deporte nacional, al menos lo era para la juventud de la época porque no teníamos otra cosa que hacer, solo beber y templar. Luego las cosas cambiaron un poco, pero nunca estuvieron al alcance de los "desposeídos y beneficiados por la revolución".

No podemos decir que todas las épocas fueron malas, hubo momentos en los que se podía entrar a un cabaret, restaurante, bar e incluso, con un poco de plata o "conectos" se podía pasar la noche en un hotel. Aquí es donde radica el gran problema, la plata y los conectos. De todos es sabido que en las mejores etapas de esa "revolución", ningún obrero podía darse esos lujos, muy simple, el salario no alcanzaba para ello y la única distracción a mano era ese, comprarse una botella de ron barato y si ligabas alguna jevita de puntería proponerle ir a una posada. Es bueno destacar que no todas aceptaban entrar en aquellos deprimentes lugares, si el pollo estaba bueno de verdad, exigía como mínimo un hotelito aunque fuera barato, con ello se daban a respetar y yo les doy la razón.

Las cosas no estaban tan críticas entonces, me refiero al o los días que fui a Las Palmitas con mi mulatica, claro, fue en esa época del famoso Cordón de La Habana, donde se llevaban a los posaderos a sembrar café y nosotros debíamos esperar por su regreso haciendo nuestra correspondiente cola. Tal parece que la revolución siempre estuvo en contra de la templadera, pero no lo crean, es una revolución promiscua. Solo que había que templar cuando y ella lo quisiera, todo parece indicar que es muy aficionada a que ese acto se celebre en pleno contacto con la naturaleza. Digo que no se encontraba crítica la situación en aquel entonces, porque muy poco después empeoró, entonces templar no era tan fácil y todo eso se lo debíamos al bloqueo americano, al mismo que hoy se le hacen cientos de piruetas para agradarle.

No es fácil, de verdad que no lo es vivir tantos años con el comunismo (ya estoy hablando basura porque aquello no se sabe lo que es). Lo más jodido de todo es que nadie se acuerda de nada, todo el mundo ha perdido la memoria o tal vez la vergüenza, tal parece que el único joven de aquella época era yo (perdonen la descarga). Joven al fin y dedicado con todo el corazón a la práctica del deporte nacional (templar y disculpen que lo llame así de esa manera tan cubana y vulgar) Me vi obligado a estar parado miles de horas en las colas de esas posadas (bueno, lo hice honradamente mientras carecí del poder de sobornar, entonces cambiaron los tiempos) En muchas oportunidades tuve que desistir de mi intento y partir con la escopeta cargada.

La historia es muy larga y cada generación tuvo que pagar su precio, pero en la medida que pasaban los años se sumaban a nuestra cola otros deportistas, los nuevos. Mientras crecía la demanda de esos servicios disminuían las capacidades disponibles, los muchachos aprendían muy pronto a darle uso a sus órganos sexuales, muy temprano entonces y nosotros no habíamos envejecido tanto. El nuevo lema era; "Antes de que se lo coman los gusanos, que se lo coman los humanos". Por culpa de los americanos las posadas se fueron derrumbando, las que se mantenían en pie carecían de sábanas, toallas, bombillos y agua para lavarse (solo una botellita para las mujeres), así, hasta que no nos quedó otro remedio que hacer aquello que llaman "amor" como los animales, hasta hoy y a partir de hoy mientras dure eso que llaman "revolución y bloqueo".

La Habana contó con una gran cantidad de posadas distribuidas en la mayoría de sus barrios, a ella asistían parejas fortuitas o simplemente personas con incapacidad de pagar un hotel cuando eran disponibles, luego, a esa gran familia se sumaron aquellas parejas que siendo matrimonios legales, carecían de un lugar donde disfrutar la sana unión de sus cuerpos, gracias al bloqueo también.

Fuera de la capital no abundaron muchas de ellas o al menos en los tiempos que comencé a navegar, así por ejemplo; en Santiago de Cuba y siendo la segunda ciudad en importancia del país, solo existían tres posadas que yo recuerde, el Km 6 (creo que ese era el nombre de una de ellas, el Chapela (en la carretera del aeropuerto) y la posada de los chinos (casi al finalizar la calle Enramada) cerrada muchos años antes de mi partida. En Cienfuegos solo existían dos; El Papito y El Remblo, no recuerdo de las existentes en Matanza, pero en el resto del país no conocí la existencia de ellas, allí había que hacerlo en el monte o la playa bajo las constantes picadas de los mosquitos ( muy bueno para el que padece de eyaculación precoz), pero muy jodido para el que no lo padece y sale con las nalgas hecha un guayo.

En fin, ganó el bloqueo o incapacidad del gobierno durante 43 años en garantizar ese servicio, hoy leo como están siendo convertidas todas en "cubículos", parece que les avergüenza llamarlos con el nombre que siempre tuvieron y fueron muy criollos, "Solares" o "Cuarterías", ¿les avergonzará también el simple hecho de que en 43 años fueron incapaces de resolver el problema de la vivienda?

No es fácil (una expresión muy cubana), no es fácil comer, no es fácil vestir, no es fácil tener agua, no es fácil tener electricidad, no es fácil el transporte, no es fácil encontrar medicinas, no es fácil hablar, no es fácil morir, no es fácil vivir y por último, no es fácil templar. ¿Qué ha sido fácil en ese país durante el socialismo?


FIN


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.

á 24 de Enero de 2002


Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org