LA FABRICA DE MORCILLASBy Esteban Casañas Las morcillas más deliciosas que me he comido en la vida fueron preparadas por campesinos de las montañas de Baracoa. Matar un cerdo era motivo de júbilo en casa de cualquier campesino, siempre se separaban trozos para los amigos cercanos del cuartón, aunque allí era muy difícil hablar de amigos porque casi todos eran parientes. Las tripas eran llevadas hasta el río donde las invertían para limpiarla de los excrementos, luego y con mucha paciencia le quitaban todo vestigio de mal olor a golpe de naranja agria. Esas tripas pulcramente limpias eran rellenas con pedazos de carne, grasas y sangre del puerco muy bien adobadas, usando para ello condimentos que la sabia naturaleza ponía en sus manos. Luego eran colgadas encima del fogón de leña donde se ahumaban durante varios días. Aquellas morcillas eran servidas en los desayunos acompañando un buen plato de una variada gama de viandas, debo aclarar y lo hago en especial para los jóvenes, que en esos tiempos los campesinos utilizaban el “chopo” de la malanga para alimentar a sus cerdos, más tarde y cuando el hambre apretó en la ciudad lo convirtieron al consumo humano. La confección de las morcillas a nivel industrial debe tener un principio parecido al de los campesinos, solo que las tripas han sido sustituidas por material sintético en oportunidades y en otras por otro digerible, sin embargo, aunque he probado muchas en varios países, no he encontrado alguna digna de compararse con aquellas producidas en esos tiempos por los campesinos, hablo del año 1961. Esta no es la fábrica de morcillas motivo de mi trabajo, la gran industria que me vino a la mente es aquella donde por un extremo se mete un hombre, se le lava todo lo que tiene dentro del cerebro como si fueran las tripas del puerco, y una vez limpia se rellena con todas las porquerías que existan a su alrededor. El producto finalizado es una morcilla que el que se atreva a comerla se revienta de la indigestión. Esa gran fábrica es el Partido y su morcilla lo es el militante, un producto sabiamente elaborado y donde se han borrado algunas de las cualidades comunes a todos los seres humanos, hablemos pues de la sinceridad, el valor, honradez, poder de decisiones, criterios propios y la lista sería bastante larga. ¿Cómo funciona esa fábrica de morcillas para mantener una constante producción? Eso lo sabemos los cubanos, pero no los que van de turistas o defienden aquello desde las comodidades del lado de acá. El crecimiento del Partido o producción de morcillas no es una operación desorganizada, ellos planifican debidamente desde los niveles superiores ese mencionado crecimiento, es así como, desde el Comité Central bajan orientaciones que luego son distribuidas por todos sus canales hasta llegar al nivel de base. En esas directivas para los planes de captación queda específicamente detallado quienes deben ser las nuevas víctimas. Los secretarios de núcleos de base reciben instrucciones sobre la cantidad de obreros a captar, destacándose entre ellos los de la raza negra (dato que parecería increíble pero es cierta), se menciona también a la cantidad de aquellos considerados en la categoría de dirigentes (allí esa denominación la recibe todo aquel que tenga bajo su mando a otras personas). Una de las vías usadas también en su producción la constituye el “proceso directo”, en esta categoría solo se encuentran comprendidos los militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas que arriban a la edad requerida para pertenecer al Partido, y que de no pasar a éste (algo sumamente difícil de acuerdo a la importancia del trabajo que se esté desarrollando en esos momentos) causarían baja definitiva de la UJC. Otras de las vías de ingreso al Partido sin necesidad de análisis o discusión lo es, cuando se realizan actos de heroísmo, me imagino que derribar avionetas indefensas o hundir un remolcador cargado de seres humanos. Por último, se podía aspirar a militar en el Partido por solicitud propia, éste es el caso menos frecuente entre todos. Por lo general solicitaba su entrada al Partido aquella persona que nunca se tuvo en cuenta para ello, quien no fuera propuesto en una de las tantas asambleas que se realizan en los centros de trabajo por no gozar con la simpatía de los trabajadores. En esos casos podemos agrupar a los conocidos como “chivatos”, “chicharrones”, “arrastrados”, etc. Para ellos era un riesgo muy grande presentar su solicitud en público, porque al ser acreedores de la antipatía de sus compañeros podían ser el blanco de fuertes críticas en esas asambleas. Para no hacer tan extenso la presente y sintetizar en lo posible mis propósitos, ante esa insistencia de muchos de los simpatizantes de aquel sistema, que se empeñan en otorgarme el carné del Partido ahora que me encuentro en el exilio, claro, eso es solo para consumo de los tontos útiles, es que me propongo hacer esta breve historia. Yo estuve muy próximo a convertirme también en una de esas morcillas, creo que el record mundial de permanencia en el Partido Comunista de Cuba lo tengo yo, y debe ser reflejado algún día en el libro donde se registran todos esos fenómenos, no es para menos, yo fui militante por un período inferior a las 24 horas. Milité en la UJC desde el año 1971 hasta mi regreso de aquel viaje donde transporté tropas para Angola en el año 1975. Luego de mi regreso ingresé en la Academia Naval del Mariel como Profesor de Navegación, donde nunca me di alta en ningún comité de base e iniciara mi deserción de esas filas. Transcurrido ese período de un año en la Academia partí para Angola como trabajador Internacionalista como he manifestado en muchos trabajos. La gente se preguntará, ¿por qué aceptó militar en la UJC?, la respuesta la tienen los cubanos y no todos, me refiero a aquellos que tengan una posición u opten por ella. En el caso de los jóvenes que aspiran a una carrera universitaria, es imposible que se puedan negar a formar parte de las filas de esa organización. Esto no lo expreso como una justificación ante lo que pudiera calificarse con toda razón como una actitud cobarde, pero cabe entonces preguntarse, ¿cuántos se negarían estando a mitad del camino recorrido para alcanzar sus sueños?, creo que muy pocos, solo que como dice el refrán; “fuera del agua todos nadamos muy bien”. Sencillamente es una trampa donde tienen atrapados a todos los cubanos, negarse a pertenecer al Partido o a la Juventud Comunista es autocondenarse sin obtener frutos algunos. ¿Cuál es la solución ante esa situación? Muy sencilla, aceptar la propuesta, aparentar estar de acuerdo con las políticas orientadas y en el fondo del ser detestarlas y odiarlas. Obtienes lo que te propusiste pero vives condenado a poseer una doble moral, una ante la sociedad y la otra muy tuya solo mostrada frente el espejo a la hora de afeitarte. Después de mi regreso de Angola parto para las microbrigadas de Alamar, no creo que sea muy fácil vivir en una casa con 21 personas, un solo baño, una cocina y toda esa gente repartida entre cuatro cuartos, en esas promiscuas condiciones muy próximas a la desesperación se aceptan muchas cosas para tratar de salir de un túnel sin salida, aunque luego te detestes y cargues en tu conciencia eso que repetidamente señalo como cobardía, pero siempre me pregunto y debe ser la pregunta común a muchos cubanos, ¿debo ser yo el único de la isla que dé muestras de rebeldía?, ¿tengo que ser el único valiente o suicida? Entre tantas de estas preguntas han pasado más de cuatro décadas y nadie se atreve a ser el primero, se opta por la salida más fácil, bailar al son de la música que tocan y resolver como se puedan los problemas. Un día cualquiera del año 1980 y en plenos acontecimientos de la embajada del Perú, se me acerca el secretario del núcleo de la microbrigada, un negro retinto y bajito llamado Eduardo Bartrell Lamar y me informa que se me había iniciado el proceso de ingreso al Partido, imagínense ustedes, con la necesidad de vivienda que tenía y siendo Oficial de la Marina Mercante, ¿créen que podía negarme?, o sea, de hacerlo renunciaría a la felicidad de mi familia que esperaba por un nuevo hogar y tiraría por la borda todos mis sueños en convertirme en Capitán. Claro que muy pocos dirían; “Métanse el carné del Partido por el culo” Muy pocos lo hicieron pero estoy seguro de que perdían poco. Acepté con resignación y me olvidé de aquello, si puedo afirma que me llamó la atención que sabiendo ellos que yo era un desertor de la UJC, se arriesgaran a iniciarme ese proceso. La situación entonces era caótica y se dio rienda suelta a una represión nunca antes conocida, es cuando se legaliza la actuación de esas brigadas hoy integrantes del sistema. Fue cuando los acontecimientos del Mariel que tomaron fuerzas esos actos de repudio, mítines y represiones contra aquellos que deseaban abandonar el país, sembrando el terror y pánico antes no experimentados a nivel nacional. Todo el mundo actuaba con una pasividad increíble, éramos plumas que nos movían con mucha facilidad sin soplar el viento. En esos tiempos yo me encontraba de Jefe de Obras en la brigada, o sea, el encargado de la ejecución de todo lo relacionado a la construcción de tres edificios entre 19 hombres. Hay que descontar de esa cifra los “movilizados” por el Partido, los que son enviados a pasar cursos políticos, los que se encuentran enfermos, los de vacaciones, etc. En resumen, nunca pude reunir a 10 hombres a pie de obra para atender 70 apartamentos, y hay que agregarle a ello que el Partido desarrollaba con aquellos cuatro gatos reuniones en horas de trabajo. Todo eso me llevó a la renuncia y cuando me pidieron explicaciones manifesté que todos eran unos descarados. Debo aclarar que solamente existíamos cuatro que no pertenecíamos al Partido. Aquella renuncia acompañada de mi manifestación provocó revuelo entre todos ellos que sabían se encontraban violando lo establecido en las microbrigadas, y la solución final adoptada fue tratar de “fumarme”, para ello aunaron criterios y era mi voz contra la de todos, era mi necesidad de vivienda contra la decisión de aquellos “camaradas”. Debo confesar que me juré que si perdía la vivienda dejaría paralítico al Secretario del núcleo, aunque tuviera que cumplir condena, mi familia no la disfrutaría pero él tampoco. En esos días y luego de olvidarme del proceso que se llevaba para mi ingreso al Partido, llegó hasta la brigada la persona que había sido asignada para llevar a cabo las investigaciones sobre mí. El hombre resultó ser uno de aquellos que se incorporaron a la marina en el año 1967 y me conocía perfectamente. Hablando a solas me comunicó que la responsable de vigilancia del Comité de Defensa de la cuadra, una vieja bruja llamada Gloria que vivía en los altos de la bodega situada en la esquina de las calles La Sola y Luis Estévez en Santos Suárez, expresó que yo era gusano, que no hacía guardias, que me expresaba en contra del gobierno, etc. Aquello no me preocupó tanto, peor fue cuando me dijo que uno de mis parientes de la casa que era militante del Partido había dicho cosas peores. Pueden imaginarse hasta donde ha llegado la división de la familia en la isla. Ese individuo que no estaba obligado a dar opinión alguna sobre mí, olvidó en ese momento que estaba condenando a mis hijos también, esto, ni lo olvido, ni lo olvidaré y se lo tengo guardadito aunque la mayoría de sus sobrinos saben esta historia, el peor castigo que pudo recibir es que sus hijas le salieron gusanas. Aquel socio rompió los papeles en mi presencia y escribió otros recomendándome tuviera mucho cuidado, debo confesar que sentí tremendo miedo porque los edificios estaban casi en su terminación. Unas semanas después me citaron al seccional del Partido de la marina mercante, en esos momentos estaba situado en un local ubicado en la avenida del Puerto y frente al muelle de Caballerías donde se toma la lancha para Casablanca. El secretario del Partido en ese seccional era un detestable individuo de apellido Ceijas, no puedo olvidar a ese hijoputa porque fue al primero que conocí antes de entrar en la marina mercante, por sus mentiras muchos jóvenes desmovilizados del Servicio Militar renunciaron a la idea de ingresar en ella. Aquel gordo y rechoncho individuo que nunca había conocido la palabra “trabajar” me comunicó que yo había tenido la honrosa dicha de haber sido aceptado en las filas del Partido. Simultáneamente debió llegar una comunicación al núcleo del la brigada y por su lado ellos movieron sus caracoles. Al día siguiente recibo en la mañana otra citación para presentarme en un núcleo de la Empresa de Navegación Mambisa. Me extrañó aquello y solicité autorización en la brigada para salir antes de hora, a todas estas nadie del núcleo me informó nada. Asistí al encuentro con aquel núcleo integrado por desconocidos para mí y cuando se hizo silencio con mi presencia, el que dirigía aquello comenzó a leer un panfleto donde se expresaba que el núcleo de la microbrigada no aceptaba mi incorporación al Partido por las siguientes razones: 1.- Yo manifestaba que el periódico Granma informaba mentiras cuando el éxodo del Mariel. 2.- Yo utilizaba los conocimientos adquiridos de filosofía para combatir a la revolución. 3.- Yo era un fiel oyente y difundía las noticias de La Voz de los EU. 4.- Yo era una persona antipartido en todas mis manifestaciones. Bueno, las acusaciones sobrepasaban diez y recuerdo perfectamente algunos de los nombres de los acusadores, Silvano Sánchez (excombatiente del Ejército Rebelde) A quien pensaron darle de baja en las microbrigadas y yo lo salvé de esa situación, Rubén Graupier (fallecido) técnico de refrigeración que navegó conmigo en Angola y al cual ayudé durante su estancia en ese país, Eduardo Bartrell (antiguo compañero de estudios) Secretario del núcleo y autor de un fraude para obtener la vivienda que luego entregara a su hermana (irónicamente una magnífica mujer), Idelfonso (un enfermero naval que luego llegó a ocupar el puesto de Comisario Político, hasta que les dieron una patada en el culo y los sacaron de esa buena vida sin trabajar). Lo más lamentable de todo esto es que aquellas acusaciones fueron avaladas por el voto de la totalidad de los militantes, donde se incluían personas a las que consideraba “socios”. Solo uno de ellos se negó a firmar ese papel, pero después de mi deserción le dio la espalda a mi familia con la cual tenía grandes deudas de gratitud. En medio de aquella inesperada emboscada tendida en uno de los locales de Navegación Mambisa, le solicité en varias oportunidades al dirigente que repitiera cada una de las líneas leídas, solo deseaba gravar nombres y acusaciones, hoy con el paso del tiempo he olvidado la mayoría de ellas pero no las principales y suficientes para que me expulsaran. Luego y ante el silencio reinante me dice el individuo: -¿Qué tiene que alegar ante esas acusaciones?- Con toda la calma del mundo y jugándome todo contra nada le respondí: -No conozco a ninguno de ustedes que hoy me juzgan por lo que leen en ese papelito, no hay razones entonces para darles explicaciones, esas se las daré a aquellos que como putas lo escribieron y le faltaron cojones para decírmelo en la cara como hacen los hombres.- Tranquilamente me levanté del asiento que ocupaba y me retiré del local donde todos permanecieron asombrados por mi respuesta. Al día siguiente y muchos más pasé por el seccional del Partido y le solicité al tal Ceijas un careo con todo el núcleo, expresándole que no entendía esos mecanismos del Partido donde te acusaban y juzgaban a espaldas. Nunca recibí respuesta y supongo que todo aquello haya quedado allí por las irregularidades que se cometieron en mi proceso no solicitado. Debieron haberse dado cuenta posteriormente de ello para que palabras de tanto peso dichas por mí quedaran en el vacío. Hoy, a una pila de millas y tiempo de aquella pesadilla, algunos de los que levantaron la mano en mi contra por carecer de criterios y valor de oponerse a una traición (en lo personal), se encuentran residiendo en Miami y otras ciudades de los EU, no los menciono porque en definitiva ni soy rencoroso y siempre me pregunto; ¿Qué yo haría encontrándome en el lugar de ellos? En resumen, a todos ellos quiero expresarles mi más profundo agradecimiento por evitar que yo me convirtiera en otra morcilla no digerible al consumo humano. FIN Esteban Casañas Lostal. Montreal..Canadá 2001-10-18
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