EL NAUFRAGIO

By Esteban Casañas


En la historia de la marina mercante cubana, esa historia que algún día escribiremos quienes fuimos una plancha de sus barcos, sucedieron muy pocos naufragios. No por gusto hasta los propios comunistas de abordo manifestaban con descaro que; en la proa de cada buque navegaba Dios. Casi siempre lo decían en broma porque allí, donde más del 95% de sus tripulantes era militante del Partido o la Juventud cualquier palabra pesaba, y había que medirse mucho a la hora de hablar. Tenían mucha razón aquellas bromas que solo servían para ocultar ese miedo que siempre nos acompañaba como un fantasma. Nadie deseaba perder esa posición considerada “privilegiada’, claro que era un privilegio franquear la entrada del Morro en todos los tiempos, solo un reducidísimo grupo de cubanos ha tenido la oportunidad de admirar su tierra desde el mar, nadie sabe como es aunque mucho se lo imaginan, es bella y no se puede negar. Solo que al entrar de nuevo rompiendo esa infranqueable barrera, aquella belleza se torna irreal, eso me sucedió también en la ciudad de Bombay.

La vida útil de un barco es muy parecida a la de una persona aunque duran menos años, para los que aman esa dura profesión una nave es casi una persona a la que se llega a amar. Una nave tiene su estado embrionario mientras es concebido con amor por sus diseñadores e ingenieros. Esa nave nace y crece poco a poco en una astillero, desde la creación de su columna vertebral o quilla, de donde parten casi siempre equidistantes sus costillas para darle forma al casco. Una vez creado el buque es bautizado con un nombre como cualquier persona, tiene un puerto de matrícula que se registra en algo similar a la inscripción de nacimiento, ese barco enarbola la bandera de estado al que pertenece y como puede ser vendido y portar otra, un barco puede ser también un emigrante. Vive mientras navega hasta que muere y es desguazado para darle vida a otros quizás, todo marino recuerda con mucho cariño cada una de las naves con las que compartió parte de su vida, con la complicidad de la amante o el amigo.

Antiguamente los buque eran construidos de una fortaleza muy superior a los de ahora, eso debe suceder no solo en la ingeniería naval, los edificios han sufrido transformaciones similares y aquellos viejos que nos vieron crecer se mantienen erguidos, firmes y burlones ante estos productos de la modernidad, cual no será el orgullo del Morro al mantenerse tan joven, mientras sus biznietos o tataranietos de desmoronan ante su mirada. Pero a los barcos los afecta hoy por hoy no solamente la debilidad de sus construcciones, muy inteligentemente logrados para reducir su desplazamiento en rosca y poder aumentar así su capacidad de carga. Están condenados a la labor depredadora del hombre, de ese hombre dedicado a explotarlo al máximo y reduciendo al máximo también los costos en las transportaciones y explotación del mismo. Esto se traduce en una radical reducción de las inversiones que antiguamente se dedicaban a su mantenimiento. Cuba no queda excluida de esa posición asumida por inescrupulosos armadores que, tratan de lograr el máximo de ganancias con el mínimo de gastos, aunque se sometan a sus tripulaciones a incontables sacrificios en el mar, aún al costo de la propia vida.

Entre mis primeros trabajos en la net se encontraba uno dedicado al naufragio de la motonave “Guantánamo”, revisando mis archivos no lo encontré, es muy probable que lo haya perdido en uno de esos ataques cibernéticos, como es de suponer no han logrado borrar otro archivo mucho más importante, mi memoria, para ello necesitan otro tipo de virus, no solo el que me afecte el cerebro, debe paralizarme también los dedos y la voz.

La marina cubana perdió varios buques en el tiempo comprendido desde mi ingreso a ella en 1967 hasta mi deserción en 1991, ellos se debieron casi siempre a errores personales. No recuerdo muy bien si nuestros barcos se encontraban asegurados contra “Impericia y mala fé”, aunque creo que si porque sobre ese tema tratamos en las clases sobre Derecho Marítimo. Era lógico pagar esas pólizas de seguro cuando se sabía perfectamente que muchos de sus Oficiales y Capitanes eran “incompetentes”, que fueron ascendidos por su incondicionalidad al régimen o por desarrollar labores al servicio de la “seguridad cubana” a bordo de nuestros buques. Una práctica muy común desarrollada en silencio fue siempre, la de acompaña a esos “Ñames con corbata y carnet” con otro Oficial técnicamente capacitado en sus funciones, apartando la modestia, yo fui uno de aquellos acompañantes de esos burros en los que ponían no solo la responsabilidad de un barco, cuyo costo había superado los 16 millones de dólares, pero no solo eso, incluyendo el valor del cargamento se podía muy fácilmente duplicar, y no hablemos el precio de las vidas humanas que se ponían en las manos irresponsables de esos individuos incapacitados. Puedo mencionar a algunos de ellos como; Montenegro, Miguel Haidar, Gabriel Sánchez, Remigio Aras Jinalte, Argudín, Montalbán y otros cabronzuelos que hoy se encuentran en un muy extraño exilio, hay muchos más para engrosar esta lista.

A pesar de esas dificultades personales mencionadas los accidentes dentro de nuestra flota eran muy contados, citemos por ejemplo la colisión del buque “Oriente” en el mar del Norte con el consiguiente hundimiento de la nave, la varadura por la isla de Taiwán del “Aracelio Iglesias” un barco de construcción polaca, no recuerdo exactamente si fue éste u otro de construcción española perdido igualmente porque han pasado muchos años de ello, yo navegué por aquella zona y pude ver los palos de la nave fuera del agua. En fin, no habían sucedido tantas pérdidas y menos aún humanas.

El caso de la motonave “Guantánamo” es otro caso que sucedió estando yo aquí en Canadá y cuya noticia me conmovió. La sentí porque en ese naufragio hubo un solo sobreviviente y yo conocí a varios de aquellos tripulantes que una vez fueran subordinados míos, militantes o no, fuimos compañeros de trabajo y yo conozco muy bien los mecanismos existentes que impiden negarte a pertenecer a cualquiera de esos organismos políticos represivos. El Guantánamo era una nave construida en Rumanía con la que coincidí una sola oportunidad en el puerto de Bilbao, ellos habían acabado de salir de astillero y yo me encontraba como Primer oficial del buque “Pepito Tey”, que luego de una explosión en la máquina principal frente a las costas de Argel, fuimos remolcados hasta Barcelona por el buque “30 de Noviembre” comandado por el Capitán Carlos Yero (cuñado de Rogelio Acevedo y muerto en dudosas circunstancias mientras lo conducían detenido desde Matanzas hasta La Habana, por “supuesto” tráfico de drogas) En Barcelona permanecimos tres meses y medio reparando la nave e increíblemente pasando hambre, en mi encuentro con la nave “Guantánamo” en Bilbao les cambié pintura del buque por comida. Esa fue la única vez que tuve un encuentro con ellos y no puedo negar que era un buque de pequeño porte muy bonito.

El tiempo pasó y se puso viejo, solo que en esa isla se envejece al doble de la velocidad que en muchos países, el barco, como un similar al ser humano sufrió también el paso de ese duro tiempo que le tocó vivir. Creo que para las naves era mucho peor que para las personas, y esto se extiende también a cualquier equipo de explotación. La solución a los problemas se resolvía “canibaleando” un equipo para resolver el problema de otro, es decir, extrayéndoles piezas a uno para mantener a otro en funcionamiento mientras se esperaba darle una salida al que se paraba, que casi siempre era declararlo inservible. Otros, los que sobrevivían a esa acción de mutilación de sus partes, navegaban a riesgo de las vidas de sus tripulantes. No creerán si les digo que la sola falta de unos simples balones de acetileno y oxigeno, pueden provocar el naufragio de una nave. Eso es algo imprescindible en cada buque para efectuar trabajos de cortes y soldaduras de emergencias, porque es muy normal la rotura de tuberías importantes durante una larga navegación. Pues en varias oportunidades tuve que navegar sin poder comprar un balón de ellos porque Cuba no depositaba el dinero para ello, no solo para materiales, no encontrábamos nuestra paga y menos aún dinero para comprar comida. Solo llegaba el del combustible y la orden de continuar.

Antes de salir definitivamente de Cuba los barcos gemelos al “Guantánamo” eran una calamidad, me imagino que aquel lindo barquito se encontraría en condiciones similares. En fin, me sorprende la noticia del hundimiento de la nave y recuerdo que entre ellos había un electricista que navegó conmigo en el Pepito Tey y que después se casó con una mulata vecina mía llamada Martica. Nosotros le decíamos “El Mudo” porque el muchacho por ser medio tartamudo apenas hablaba, como les dije anteriormente, hubo un solo sobreviviente que fue rescatado por un barco y conducido hasta Puerto Rico.

¿Qué pasó? Aquel sobreviviente fue esperado en la isla del Encanto por elementos de la seguridad del estado y no le permitieron hacer ningún tipo de declaraciones, luego a su arribo a la isla lo desaparecieron (debo aclarar que ese individuo vivía en uno de los edificios de doce plantas de Alamar). Los familiares lo estuvieron buscando infructuosamente y no volvió a aparecer hasta que el gobierno lo presentó ante las cámaras de televisión para que declarara lo que le habían orientado. ¿Qué puede declarar un electricista de valor sobre las condiciones de un buque? Nada que se aparte de su oficio.

Pues bien, el gobierno cubano declara como desaparecido a aquella nave a los siete, ocho o nueve días de haber perdido comunicación con ella y cuando existía el conocimiento de un sobreviviente. Vayamos por pasos para que comprendan mis fundados razonamientos, los buques cubanos estaban obligados a comunicar la posición geográfica, rumbo, velocidad, millas navegadas, combustible en existencia, agua en reserva, fuerza de la mar y el viento, estimado del tiempo de arribada al próximo puerto y tiempos perdidos por paradas involuntarias con caráter obligatorio y diariamente a través de la estación radicada en Jaruco conocida por las siglas CLA. ¿Por qué el gobierno cubano no reportó aquella pérdida de contacto con su nave? Sencillamente porque no era la primera vez que sucedía, con la motonave Pepito Tey perdimos contacto con La Habana durante un mes en viaje hacia Japón, y solo comentaron que nos habían dados por perdidos. ¿Por qué esa actitud indiferente? Por ser muy normal que todos los barcos partieran con problemas sin resolver desde la isla, donde los Capitanes eran presionados a partir y de esa manera los operadores se quitaban una “tiñosa” de su camino. Para ello se valían de cualquier inescrupuloso truco como; la extensión de prórrogas a certificados vencidos. Para ello ejercían presión sobre los inspectores cubanos representantes de la Lloyd Register o la Bureau Veritas, muy sencillo y eso lo expliqué en otro trabajo, aquellos certificaban que un buque cualquiera no se encontraba en condiciones navegables, se les presentaban funcionarios de la seguridad cubana y los presionaban para que extendieran las prórrogas, si aquellos se negaban los sacaban de sus funciones, y se veían privados al disfrute de ciertos privilegios pagados por las sociedades Clasificadoras como autos, gasolina, gasto de hoteles en viajes al interior y ciertos pagos en dólares por sobornos, etc. Si ellos no accedían a las presiones de esos agentes, aparecerían otros inspectores candidatos muy dispuestos a desplazar a sus compañeros al precio que fuera necesario. ¿Los perjudicados? Los marinos que tenían que salir a jugarse la vida en palanganas inseguras como les pasó a los tripulantes del Guantánamo.

Acerquémonos un poco a la nave en desgracia, solo el que se ha encontrado a punto de naufragar sabe muy bien las cosas que pueden pasar por la mente del ser humano. Como esa etapa entre la vida y la muerte puede ser prolongada durante varios días, llega el momento que se acepta esa situación con resignación y calma, se sufre tanto en esa larga espera que hasta se desea arribar al final con calma y serenidad. No ocurre lo mismo ante un accidente desprevenido donde cunde el pánico desde los primeros minutos, y no se sabe como puede reaccionar el hombre, me refiero a la nave que se encuentra al garete y en medio de una tormenta.

Creo que ese buque se encontraba comandado por una persona inepta que partió de la isla bajo las presiones mencionadas, luego y según manifestaciones del sobreviviente, comenzaron a hacer agua en medio de un mal tiempo. Mi primera pregunta es, ¿por qué no envió un S.O.S desde el primer momento en que se encontró en peligro? Muy sencillo de responder, si una nave es rescatada por otra se tiene que pagar en ese salvamento de acuerdo a todos los intereses invertidos en ella, o sea, pagan también los propietarios del cargamento transportado, que en ese caso es del gobierno también. De ahí el fundado temor de cualquier Capitán a lanzar un llamado de auxilio. Pero bueno, supongamos que el equipo de telegrafía se encontrara fuera de servicio (muy normal en nuestra flota), queda el equipo auxiliar de emergencia, pero supongamos que ese equipo también se encontrara roto, queda el equipo automático que lanza una señal de socorro hasta los últimos momentos para que pueda ser captado por los radiogoniómetros de los barcos cercanos a la zona de desgracia. Supongamos también que ese equipo se encontraba fuera de servicio y que el buque se hundió sin poder emitir una señal. Pues bien, aún cuando esto suceda todo buque estaba obligado a portar una boya EPIRB que al hundirse la nave queda flotando y al adquirir una posición vertical se activaba, comenzando a transmitir una señal que sería captada por satélites que procesaban la posición geográfica de la nave y retransmitían la misma a las estaciones SAR (Search and Rescue)

Nuevamente pregunto, ¿por qué se demoraron tanto en reportar la pérdida de contacto con la nave? Nadie podrá contestar esa pregunta pero el no hacerlo es sumamente desastroso a toda esperanza de supervivencia. Supongamos que la nave haya desarrollado una velocidad promedio de 12 nudos, en 24 horas recorrería una distancia de 288 millas y en 9 días 2592, o sea un área extremadamente extensa para realizar una búsqueda en el mar, se debe sumar también a las dificultades el abatimiento y deriva producidos por los efectos del viento y la corriente en esos días, lo que aumentaría la extensión de la zona de búsqueda.

En resumen, aquellos infelices desaparecieron víctimas de la complicidad de muchos elementos en contra de sus vidas, las cuales se sabrán solamente cuando caiga ese régimen, pero sepamos cual fue la miserable solución al enfrentamiento con los familiares de las víctimas. A cada familiar se le prometió continuar pagándoles como si el ser perdido se encontrara navegando, ese pago incluye los dos dólares diarios que se le pagan a cada marino cubano. A otros se les obsequió artículos de primera necesidad y en el caso de Martica la esposa del mudo, fue premiada con una de las casitas de Alamar sin tener ella necesidad de viviendas. Esta práctica de sobornar a parientes la vienen realizando desde hace muchos años, incluyendo a familiares de personas que han sido fusiladas. Luego, reinó el silencio y aquellos pasaron al paraíso del olvido como muchos miles de cubanos, ante la humillante y vergonzosa complicidad de sus propios parientes, eso es una muestra de la miseria humana que hoy reina en nuestra patria, y que será necesario el paso de varias generaciones de cubanos para borrarla de la memoria.


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2001-10-06

ecasanasl@videotron.ca


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