Transicionando pacíficamente

por Carlos Wotzkow


“En todo caso, ¿qué significa actuar con buen tino y mano firme? Significa: Primero, establecer un pacto social entre la mayor parte de los agentes políticos dispuestos a la moderación y la sensatez.”

Carlos Alberto Montaner
Desayunos del Ritz
Madrid, 27/07/2007


¿Qué significa llevar a cabo una transición pacífica en Cuba? ¿Se ha puesto usted a pensar en ello? ¿Ha pensado usted en la enorme plasticidad política que demuestran todos los defensores de la transición pacífica? Piensen. Son, ante todo, gente que se consideran “presidenciables”, o “ministeriables”. Gente que han estado flirteando bajo la mesa con los ministros de Castro durante décadas. Gente que van a Washington y apoyan el embargo y las medidas de Bush, y luego van a Miami y le dan palmaditas en la espalda al exilio histórico. Días después, no obstante, también van a Suecia y confraternizan con cualquier anarco-marxista trasnochado. Son gente que creen en los “opositores” colaboracionistas del régimen, o que no se cansan de afirmar que Raúl Castro es un hombre pragmático, moderado, y que quiere dialogar.

No, para nada. No se trata de gente tonta, o despistada, sino de políticos astutos que llevan años diseñando una componenda con los alfiles del régimen de Castro y por ello nos doran la píldora con una transición rosada, pacífica, civilizada. Una transición a lo “demócrata”, para el caso del tránsfuga político Joe García, o a la “española” para los efectos y defectos de solicitado periodista Carlos Alberto Montaner. Pero es igual, ¿qué quiere decir en el caso concreto de Cuba, llevar a cabo (y cuanto antes, pues todos nos ponemos viejos) esa transición de rosas? Quiere decir dialogar, negociar, conceder (sobre todo conceder) y proteger los intereses personales de aquellos que a cambio de algunas minúsculas parcelas de poder, garantizarían su vida, sus millones de dólares robados al pueblo cubano, y sus propiedades.

¿Qué hace falta entonces para negociar con la dinastía de los Castro? ¿Por qué no se ha empezado ya? Muy sencillo: Primero, porque necesitan que desaparezca físicamente el factor psicológico que resulta demasiado repulsivo a la mayoría de estos nuevos buitres políticos de Cuba. Segundo, que una vez muerto Fidel, los EEUU (para el caso de García), o España (para el caso de Montaner) ofrezcan todo su apoyo político y económico a sus pomposas (deben serlo, de otra manera no impresionarían) candidaturas. Tercero, que las presiones sobre los efectivos bancarios de los “agentes políticos” castristas (porque es a ellos a los que se refiere Montaner en el exergo) dejaran de ser un eterno simulacro, y les obligara a aceptar a los nuevos comensales. Cuarto, que los recién llegados ofrecieran villas y castillas a fin de poder pedir un postre.

Es decir, impunidad absoluta y garantías de ningún tipo de persecución posterior. No sólo prohibir la persecución criminal por decreto, sino además la financiera. Poner en activo y a toda carrera una ley de punto final similar a la Argentina. Y ya por último, modificar con cosméticos de baja calidad el maquillaje de la actual constitución (esto le daría a Payá hasta un orgasmo). En el caso de Joe García, no dudo que el partido demócrata le dé su respaldo y ello allane su camino al banquete. Pero en el caso de España, la situación es más compleja, porque aunque el PP seguramente daría el apoyo a Carlos Alberto Montaner, el PSOE se lo daría a una alianza fácilmente negociable entre Gutiérrez-Menoyo y Oswaldo Payá, que son los dos anexionistas más activos que tiene el Rey de España en Cuba. Y atención, porque corona y PSOE comparten la misma ideología.

Como todos podemos ver, el desequilibro ideológico es notable. En la derecha estaría un Carlos Alberto Montaner rápidamente aislado e incapacitado de acercarse a Marta Beatriz Roque (por las connotaciones mercantilistas y oligárquicas que la izquierda opositora le atribuye) y por el otro estaría Joe García, que con el beneplácito de los comunistas y el apoyo financiero de millonarios floridanos (tocayos míos algunos de ellos), acordaría alianzas con Cuesta Morúa, Gutiérrez-Menoyo, Oswaldo Payá, Vladimiro Roca, Yndamiro Restano, Elizardo Sánchez y demás marxistas del exilio. Resultado: el papel de Montaner se vería reducido al de “legitimador” de una nueva alianza “democrática” marxista, más peligrosa que la que se pretendía erradicar.

¿Vale la pena negociar en esas condiciones? ¿Merece Cuba semejante mierda? Ayer un amigo me decía que la Policía Nacional Revolucionaria, asesinando dentro de una estación a un opositor, había superado el sadismo de la policía batistiana. ¿Sabía usted que en España (sí, la España que algunos quieren de modelo para Cuba) matan a palos en una comisaría sólo por haber cometido una infracción de tránsito y allí no ha pasado nada? ¿Creerán los cubanos, o usted, amigo lector, que a alguno de los arriba mencionados le importa un chícharo la mala suerte de cualquier familia cubana? Y perdón, no se equivoquen, que no se trata de acusar, o de difamar, o de calumniar a nadie. Se trata de ser realista. Si yo negocio con el violador de los hijos de mis vecinos, le estoy enviando al vecindario una señal muy clara: ¡me importa un carajo “tu mala suerte”!

¿Quieren transición pacífica? ¡Que les aproveche!


Carlos Wotzkow
Suiza, Junio 30, 2007



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