Castro y Chávez: alcohólicos anónimos “Los caudillos Castro y Chávez, vieron de repente en Lula un competidor en el mercado de crudos de los Estados Unidos y salieron como buenos neoliberales a defender a dentelladas el nicho que piensan es de su personal usufructo.” Castro: - Yo era un adicto perdido al alcohol, pero desde que te encontré, ya no lo necesito. Chávez: - Bueno mi amor, entonces ayúdame a elevar el precio de nuestro producto familiar. He dejado pasar unos días antes de opinar sobre el asunto, no sólo porque mi familia, mis amigos y mi tiempo de recreo, son las tres cosas que más atención merecen en mi vida y en estos momentos, sino porque estaban saliendo muy buenos artículos que tocaban el tema y lo hacían con muy buena puntería. Entre ellos, vale destacar los de Jorge Hernández Fonseca, Manuel Malaver y Ernesto Betancourt. Así las cosas, voy a referirme aquí a lo que ellos no abordaron sin dejar claro está, de reforzar algunos de sus válidos enfoques. Para empezar debo decir que uno de los atributos que describe mejor a un buen ecologista es su evidente contradicción entre el discurso y su actuación personal. En esto, Fidel Castro, mucho más que el tonto vicepresidente Al Gore, es un verdadero maestro medioambiental. El consumo eléctrico de las tres casas principales del dictador cubano ya sobrepasaba el millón de kWh en 1984, pero en 1989, este imponía al pueblo una penuria energética que él no padecía gracias a las líneas de seguridad y los múltiples generadores “Made in the Capitalism” que tenía para su uso doméstico. Otro ejemplo de esa contradicción ecologista de Castro es el genocidio cubano (ya cercano a las 100’000 víctimas) y que ha tenido lugar directa o indirectamente gracias a su cruel dictadura. Tal y como lo ha hecho el gran ecologista africano Robert Mugabe, Castro no ha seguido lo prometido en sus discursos. Pero si Jacques Costeau pudiera afirmar que Castro ha actuado “ecológicamente bien” (recuérdese que la meta del francés era eliminar 350’000 personas por día para salvar el planeta) asesinando a miles de personas en África, Sudamérica y en el sudeste asiático, en la vida privada Castro nos ha defraudado con casi una novena de hijos*. Pero a lo que nos concierne: el etanol. Los primeros pasos interesados de Fidel Castro por el alcohol que producía la industria azucarera cubana datan de su primera visita a la Unión Soviética. El plan para alcoholizar a la población rusa era vital para la KGB y Castro comprendió desde aquellas primeras conversaciones en Moscú, que canalizar las frustraciones de un pueblo hacía el consumo de alcohol era una magnífica solución para mantenerse en el poder, acusando luego de borrachos, a todos aquellos oponentes que, según el caso, valiera la pena mencionar. ¡Cuidado Lula, que te puede llegar el turno! En 1995, Fidel Castro y Dwayne Andreas (ADM) cenaron juntos en la ciudad de Nueva York. Allí iniciaron planes para que el magnate del alcohol invirtiera en Cuba y reciclara la industria cubana del azúcar. Andreas quería convertirla en una industria puramente “energética”. Un año más tarde, ya tenía “amarrado” el mecanismo para burlar el embargo de su propio país: una subsidiaria española (Alfisca) construiría la primera refinería de alcohol a partir de la melaza de caña en Cuba. Por su parte, Castro ya había militarizado la gerencia de la industria azucarera. El alcohol, era ahora un producto “estratégico”. No creo que tenga necesidad de decirles que Dwayne Andreas es también un amigo íntimo de la familia Bush, o que en la década que respiramos, el alto precio del petróleo y los ecologistas de Al Gore han puesto al etanol producido en EEUU en un altar sumamente atractivo para ADM y colaboradores. Lo que si es necesario recordar es que en el año 2000, Humberto Cabezas, Jefe de las Relaciones Internacionales en el Ministerio de la Industria Alimenticia de Cuba decía que ADM no era un competidor de Cuba y Ramírez de Estenoz (Jefe de la sección de Intereses de Cuba en los EEUU), ya había visitado sus cuarteles generales en Decatur, Illinois. Es curioso que Maxine Waters y Barbara Lee (D-California), Sheila Jackson (D-Texas), Julie Carson (D-Indiana), Gregory Meeks (D-New York) y Earl Hilliardorff (D-Alabama) y los Pastores por la Paz hayan estado presentes en una Feria de productos norteamericanos que en La Habana fue patrocinada por la ADM. Y si digo curioso, no es por ironía, sino porque ha quedado ampliamente demostrado que desde la cena mencionada, Fidel Castro cuenta en los EEUU, no sólo con un aliado energético “opuesto” al embargo, sino con un abogado de sus propias políticas que cómo él, sabe comprar congresistas y senadores a como sea menester. Etanol y azúcares derivados del maíz fueron dos de los productos más subsidiados en los EEUU dentro de los programas de ayuda alimenticia al Tercer Mundo. De ahí viene la inmensa riqueza de Andreas que ahora, para mayor prepotencia, pregunta a sus lugartenientes en Europa si los políticos están atreviéndose a fijar precios al etanol. Curioso, repito, porque el interés de Castro no es el de atacar al etanol como producto competidor, sino el de elevar los precios del petróleo (recuérdense que Castro es co-propietario del petróleo de Venezuela) como una medida de fuerza contra la soberanía y el alcohol que pudiera vender Brasil. Tanto Castro como Andreas saben que el capitalismo norteamericano es pura falacia. Sólo aquellos que no conocen el poder de los granjeros norteamericanos en las planicies centrales ignoran que más de la mitad del territorio norteamericano se guía por reglas socialistas (casi comunistas) de mercado centralizado. Nada de libre mercado, a no ser que los congresistas en Washington quieran prescindir del 35% de los productos alimenticios que consumen a bajos precios. Si usted se fija, los subproductos de ADM están presentes en más de 30’000 artículos de consumo en el mundo entero. Prácticamente no existe un biocombustible que no envíe una atractiva fracción de sus ganancias hacia ADM. Empezando por el etanol en la época de Jimmy Carter y sus subsidios vía el “Energy Tax Act” (1978), y terminando con Bill Clinton y sus empujoncitos de última hora en 1996 (ver más abajo). Si usted es un buen observador, usted verá cómo todos, incluso ese sabio ecologista anti-etanol de última hora llamado Castro, pagan sus tributos a Decatur. La ADM no sólo produce el alcohol que hace posible un Martini, un Vodka, un licor jamaiquino, o el sabor dulce de la Coca Cola. Las esencias de ADM están presentes incluso en el oficialista Havana Club. Castro sabe que con la ayuda del petróleo venezolano su gobierno puede tirar un poco más, y Andreas sabe que ADM puede sobrevivir sin la colaboración del gobierno de Castro, pero ambos están convencidos que una simbiosis como la de ambos es sumamente beneficiosa para enfrentar al Brasil. Al fin y al cabo, el verdadero capitalismo salvaje es únicamente posible allí donde una bandera roja y un sistema comunista se permitan el abuso de dirigir los destinos de un pueblo entero. ADM sabe que el azúcar se vende como en una mini-OPEC y Castro es experto en la destrucción de industrias nacionalizadas y en la imposición de precios. Expertos a mi alcance afirman que el deterioro acelerado de la industria azucarera cubana en los últimos 10 años parece un acuerdo entre la ADM y Castro ante las amenazas de Clinton de levantar el embargo. El fin del embargo amenazaba con dejar al dictador sin la comisión de esos millones de dólares que le reporta la caña de azúcar producida en el sur de la Florida. Parecería una ironía propia de Maquiavelo, pero la ausencia de Cuba en el mercado norteamericano garantiza el mercado del alcohol de maíz que produce Decatur. Los elevados precios impuestos al azúcar que se vende en EEUU, aparte de afectar a Brasil, protegen a ADM de la competencia regional y engrosan las arcas del dictador. En 1996 (ya mencionado arriba) el presidente Bill Clinton ordenó que el 30% de las estaciones de gasolina de las ciudades más “contaminantes” vendieran productos con etanol. Inmediatamente (dicen que al día siguiente), Bill recibía un cheque de 100’000 dólares de ADM. ¡Andreas ha insistido públicamente en que el envió de dinero y la acción presidencial fueron simultáneos por casualidad. Pero todos saben como Bob Dole propuso un subsidio de 54 centavos por la compra del galón de etanol e impulsó la legislación del “Clean Air Act de 1992, en momentos en que sus vínculos con Andreas eran, además de comerciales (adquisición de hoteles), muy familiares. ADM por tanto, es una multinacional vinculada al etanol y aliada de Fidel Castro. Castro estuvo muy interesado en un inicio en el etanol que pudiera producir la caña de azúcar, pero Andreas le convenció de invertir en la industria biotecnológica. En vez de reparar una industria azucarera que se encontraba en ruinas, ADM prefería pagar a los científicos cubanos para que le produjeran químicamente un equivalente proteico al que produce la Soja. Desde entonces, no es poco el presupuesto asignado a esos proyectos de investigación en La Habana. Cualquiera que sepa lo que esto representa, no perderá su tiempo en preocuparse por el ataque al alcohol que simulado Castro. Dwayne Andreas ciertamente ha ayudado a Castro (en lo económico y en lo político) en varias oportunidades, pero sé que el viejo dictador ha pagado un alto precio por esos servicios. Bush ha ido a “negociar” con Lula, pero ha mantenido las cuatro patas del sofá donde reposa la ADM intocables: (1) la producción del alcohol de maíz sigue subsidiada (2) el etanol de Brasil, con acuerdos o sin ellos, seguirá pagando altos impuestos de importación (3) el azúcar a importar (venga de donde venga) tiene una cuota establecida y (4) la política energética ya tiene su acta desde el 2005. Esto quiere decir que hasta el 2015, siete millones de galones de etanol de ADM deberán ser utilizados como “energía renovable” dentro de los EEUU. A nivel mundial los gobiernos subsidian la producción de etanol con sumas que van entre los 6.3 y 8.7 billones por año. ADM controla un 33 % de esa producción. Tomando una media de 7.5 billones, Andreas ganará cerca de 2,2 billones gracias a esa ayuda gubernamental. Gracias a los subsidiados esfuerzos del ecologista Al Gore, el mundo se mueve hacía la producción de un galón de alcohol que le cuesta al ciudadano 2.8 dólares, mientras que reporta una ganancia neta de un dólar a una sola multinacional: la ADM. No olvidemos que ADM es el principal proveedor de los biocombustibles en Europa y que nadie, ni los más astutos economistas de Bruselas han podido oponerse a su invasión. La ADM sabe que una chochada de Castro contra el etanol no pasa de ser pantalla. Apenas un tete de consuelo para la bemba en puchero de Hugo Chávez. Además, el etanol a partir de la celulosa de ciertas gramíneas es un ya producto conocido y los laboratorios de La Habana, pagados por ¿ADM? trabajan a destajo. Para cuando el producto se haga comerciable, o sea, dentro de muy poco, ya no le hará falta a los herederos de Castro contar con la depauperada Venezuela de Hugo Chávez. Entonces veremos a los venezolanos con cientos de miles de hectáreas de tierras desmontadas e improductivas, sin el azúcar prometido por Castro, ni el etanol boycoteado al Brasil. Y todavía los hay que hablan de ecología y de hambrunas. Por favor, permítanme una cervecita de maíz y una sonrisa.
Carlos Wotzkow * Fidel (con Mirta Díaz Balart), Alexis, Alexander, Alejandro, Antonio, Ángel (con Dalia Soto del Valle), Alina (con Natalia Revuelta) y René (con Irma Sehwerert).
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