La Rebelión de los chihuahuas: 10 razones para morderle los huesos a los dos Heraldos

“My confidence is that there will for a long time be virtue and good sense enough in our countrymen to correct abuses.”

Thomas Jefferson


A Ernesto Betancourt, por su digna posición*


A mi no me molesta en lo absoluto que me llamen chihuahua. Es más, me da risa y me resbala. Primero, porque yo no me siento perro. Segundo, porque en todas mis visitas a Miami he visto como los cubanos llaman a los inmigrantes sudamericanos “indios de mierda” y a los de la raza negra cual si fueran criaturas hechas de la misma materia que los indios. Esa característica racista nos viene de España, que es el país más racista del mundo y el origen genético del 95% de la emigración cubana en los Estados Unidos. O sea, que para racista, nosotros, y el rasero, o se mide igual para todos, o no se mide. Más el problema no es un asunto de razas, sino de intereses y es obvio, que los caballeros del Night Ridder no quieren que les creemos más conflictos

Así las cosas, si soy coherente conmigo mismo, no me puedo molestar porque alguien me llame “chihuahua” si yo me paso una buena parte del tiempo despreciando a los demás. Además, creo que nos comportamos como histéricas mascotas que no son capaces de darse cuenta que los dueños del periódico temen pérdidas multimillonarias y no unos cuantos miles de subscripciones locales. Así que eso de chihuahuas va y nos pega, pues en el área de la información somos, de los mexicanos, sus peores empleados. Yo sé que la culpa de todo lo que le pasa al cubano la tiene el Totí, pero también creo que es deber propio el educarnos en las virtudes del equilibrio, la justicia, y los principios morales. Y noten, que no hablo de ética, pues somos los primeros en clamar escándalo sin saber dónde se ha metido el que lo formó.

Tengo entendido que por todos los pasillos del Miami Herald se comenta que el Sr. Tom Fiedler es flojito y que al parecer fue un cubanito el que un día se cansó de su arrogancia y lo dejó por los encantos de una jovencita. ¿Será por eso que desde entonces el racistómetro del editor heráldico explota cada vez que trata con la testosterona de los cubanos? ¿Qué más da? Más allá de la orientación sexual de este liberal (recuerden que si usted es gay siendo liberal eso es además ser progresista), el problema es que el señor Fiedler es un colaborador confeso de Castro y un mercader de la noticia de la más baja calaña. Por tanto, contra este tipo de enemigos, lo único que cuenta es llevarlo a la quiebra económica. ¡Ni un anuncio más, ni un periódico más, ni una subscripción más!

Eso sí, tampoco olvidemos que parte de culpa la tenemos nosotros. Si Mas Canosa viviera hoy día, estuviera celebrando otra victoria. No por leer las falsas disculpas del Sr. Tom Fiedler, sino porque él sí que hubiera puesto de su dinero y todo su empeño moral en hacer daño económico a los Heraldos. Recordemos que en su momento, Mas fue el único que echó el pulso contra ese monstruo y lo ganó, obligándoles a sacar la bandera blanca. Los Heraldos a fin de cuentas, son una empresa recientemente comprada (¿por quién?), vil y traicionera y que ahora vuelve a cargarla en contra de la FNCA porque todavía encuentran chihuahuas como José Antonio Llama para que le sirvan como perros.

Veamos entonces cuál es la mejor manera de demostrarles que nosotros no somos perros, o de enseñarles que nuestro orgullo no se reciente tan fácilmente y que nos pueden levantar por el pellejo sin obligarnos a aullar. Pero no perdamos de vista que estamos ante una institución liberal norteamericana penetrada hasta los tuétanos por la inteligencia cubana y quién sabe qué otras mafias. El que mire a los Heraldos como una institución periodística políticamente autónoma, o de alguna utilidad para la comunidad cubana, sencillamente es un chihuahua ERRADO. No hay en los Heraldos la más mínima intención de reconciliarse con nuestra comunidad. Su función más bien, es la de acabar con el anticastrismo moral y con ese voto republicano que tradicionalmente ha arrebatado el Estado a los demócratas.

El primer razonamiento que nos obliga moralmente a cortar con los Heraldos debe ser entonces, el de la infiltración castrista en sus filas. ¿Cómo saber quienes son los agentes infiltrados? Muy fácil. Y aquí les regalo una pieza de inteligencia que la mayoría de ustedes no merece. Se sabe que los verdaderos infiltrados no son personajes públicos, pero además, está claro que si usted logra desenmascarar a las caras visibles, estos propagandistas terminarán cantando el nombre de los que le “orientan su pluma”. Pídase por tanto el despido inmediato de Humberto Castelló y el fin de la propaganda castrista generada por las plumas de Alejandro Armengol, el portugués Rui Ferreira, el Pilatos Andrés Reynaldo, y ya verán que rápido se esfuman los clones cancerígenos de Janet Comellas, Ana Menéndez y Oscar Corral.

Por el contrario, no se afane usted en demostrar el doble rasero que caracteriza a la dirección liberal de esa institución anti-exilio y anti-republicana, y notará cómo poco a poco le convencen de que la mejor gasolina es la que se compra en CITGO mediante una libreta de racionamiento “Made in Cuba”. ¿Cómo, que usted cree que yo exagero? Bueno, entonces usted demuestra que no sabe nada de nostalgias cubanas, ni de banderitas y eslóganes en la Plaza de la Revolución, y mucho menos sobre los cubanos recién llegados al exilio. Es más, pregunte en Miami cuantos irían a Cuba con un cartel de chihuahua colgado al pescuezo como condición, y ya verá usted las multitudes de cubanos que alegremente levantarán la mano. ¡Pa’ lo que sea Fidel, pa’ lo que sea!

Y si yo estuviera equivocado, se los juro, ni el defenestrado Jesús Díaz, ni el super protegido Humbertico Castelló, ni el cara-e-guante de Tom Fiedler, se ganarían un kilo en los Heraldos. Se los ganan justamente porque cumplen una función, que no es otra que la de dividir al exilio hasta la nano-fragmentación. Ergo, hasta crear entre las fuerzas productivas de nuestra comunidad la desconfianza, una doble moral idéntica a la que existe hoy en Cuba, y poder pastorearnos hacia la tolerancia de una Cuba eternamente comunista. Esto, sin contar esos a los que la comunidad cubana llama “periodistas patriotas, dignos y decentes”, pero que a la sombra se dan la mano con la crápula antes mencionada y en ciertos programas de pacotilla llegan incluso a jurarse una babosa amistad eterna.

¿Saben por qué?, pues porque el viejo se está muriendo y sólo los que un día fueron perros del amo saben cómo se entra en la casa por el hueco de la cerca que ellos abrieron en el patio. ¿Qué no me entienden? Voy más claro entonces: pues porque todos esos que hoy se las dan de cubanólogos y de patriotas demócratas, periodistas sindicados, liberales tolerantes, feministas hispánicos, libertarios sin complejos, millonarios bondadosos, o pobres desafortunados a los que la vida nunca les sonrió, están aquí entre nosotros, como buitres: a la espera de que el cadáver sea enterrado para abalanzarse sobre Cuba y empezar a comprar las simpatías y los votos de los embelezados cubanos. El zafarrancho está ya listo en la línea de partida, solo falta que suene el disparo.

La segunda razón por la cual todo cubano en la Florida debe romper con los Heraldos es por su labor dentro de la política norteamericana. Los mexicanos fueron los primeros en darse cuenta que si compraban todos los medios de divulgación masiva hispanos en el Estado, podrían manipular a su antojo una imagen negativa de la inmigración cubana. Esto les sirvió para desviar la atención hacía “ciertos privilegios de la Ley de Ajuste Cubana”, y finalmente lograron la derogación práctica de muchos de sus beneficios. Desde entonces, los demócratas norteamericanos hicieron lo mismo en Radio y TV Martí, mientras Fidel Castro se dedicó a los Heraldos. Y si usted se fija un poco, el voto republicano cada día pierde más adeptos. La propaganda demócrata de los Heraldos, de sutil, ha pasado a ser descaradamente impúdica.

Una tercera razón por la cual todo cubano debe anular su subscrición a los Heraldos es la demonización que han hecho de los combatientes anticastristas. Son como gotas de agua que caen día a día de manera constante y al cabo de tiempo, dejan ver que ambos periódicos abogan abiertamente por la extradición de Luís Posada Carriles y larga prisión para Álvarez y Mitat. Los Heraldos están a la búsqueda de un escarmiento anticastrista, pues saben que eso bajaría la moral del exilio militante y cómo en el caso de Joe García, los tránsfugas políticos saltarían por doquier. Vean cómo allí se autoriza la publicación de bazofias como las que escribe Fernando Ravsberg, mientras censuran los textos documentados de Enrique Encinosa.

No tenemos que ir muy lejos para comprobar lo antes dicho en el párrafo anterior. En nota fechada Octubre 5, el Nuevo Herald publicó un texto firmado por Andrea Rodríguez en el que se acusa a Posada Carriles de ser el autor del atentado al avión de Barbados y de seguir en libertad. ¿Está Posada Carriles en libertad? Bueno, yo no me había enterado, pero lo peor es que los del Nuevo Herald sí saben que continúa en prisión y aún así, anteayer publicaban esa mentira. Además, en esa nota se aseguraba que Orlando Bosh y Posada Carriles fueron los autores del atentado (lo que es incierto, pues fueron absueltos en sendos tribunales [militar y civil] en Venezuela). Si eso no es propaganda al servicio de Fidel Castro y Hugo Chávez, que venga la pájara pinta y me lo diga.

Yo, ya sea por un problema de principios, o por escrúpulos éticos, me niego a darle a ningún cubano anticastrista el mismo calificativo que le haya otorgado Fidel Castro. Y prueba de ello es que de Gutiérrez Menoyo soy capaz de decir lo que me venga en gana, menos llamarlo agente de la CIA. Sabido es que Castro llama agente de la CIA a cuanto opositor le parezca inteligente, pero además, porque se imagina que todo agente de la CIA tiene acceso a su dossier propio de colaboraciones. Y claro, si hay alguien que ha colaborado ampliamente con la CIA en los últimos 47 años, ese agente “aparentemente” gratuito ha sido Fidel Castro, y lo mismo afirmo de la CIA, pero a la inversa. Son, de la misma ave carroñera, sus dos alas

La cuarta razón para alejarse del hedor comunista que despiden los Heraldos son los variopintos “periodistas” y “editores” que allí colaboran. Los hay, ya lo he explicado, que miden los niveles de libertad de expresión en España según sea la vulgaridad sexual de sus amigos, más que quede claro, se puede ser homosexual sí se es liberal o del PSOE, pero nunca si se es republicano, o se trabaja en la conferencia episcopal. Cuando uno lee textos tan primitivamente anales, tan double-minded, no nos es difícil imaginar lo que escribirán del congresista Foley. Más eso sí, sólo porque se trata de un político de derechas y para cualquier colaborador del Herald, la campaña electoral que se avecina es lo primero. Ya me imagino a Fiedler, cual si fuese Rumsfeld, en el campo de batalla.

Una quinta razón por la cuál el divorcio es necesario es que, aunque la comunidad cubana sigue siendo la predominante en el Sur de la Florida, esta se ha quedado sin voz. Aquí, la culpa no la tiene el Totí, sino nosotros. Fue nuestra abulia política la que permitió que Univisión (en primer lugar) nos dejara mudos. Fue nuestro desgano patriótico el que permitió que un argentino comprara el canal 41 y pusiera a un fantoche dominicano a darnos lecciones de periodismo anticastrista. Algunos dirán “mejor alguien que ninguno”. Yo les respondo: ¡Shame on you, chihuahua! ¿Quiénes son los dueños del Diario de las Américas”, nuestro único bastión? Pues nada más y nada menos que un nicaragüense (si, uno de esos “inditos de mierda” como a veces decimos), junto a la familia de Maurice Ferré (liberal y puertorriqueña).

Nada, que me resulta todo un buche gástrico esto de sentirse “atacado” porque nos llamen chihuahuas sin saber siquiera como deshacernos de las molestas garrapatas!

La sexta razón es el racismo, aunque la mejor forma de demostrar un poco de decoro no es pedir la dimisión del Tom Fiedler, sino cancelar inmediatamente la suscripción producto de la permanencia en los Heraldos de semejante racista. Fiedler no sólo no siente las disculpas que nos ha dado, sino que en e-mail privado a nuestra compatriota Vivian Gude ha dejado en claro que él apoya verbalmente a la dictadura de Castro. Veamos, si esto no es cinismo de la peor calaña, ¿cómo catalogarlo? Fidel Castro es un moralista (como mismo lo fue Hitler) que en todos sus actos ha estado convencido de la rectitud de su causa. Por tanto, Fidel ha asesinado cientos de miles de cubanos consciente de lo que hacía y Fiedler, lo apoya verbalmente. ¿Bastan unas simples disculpas de quién apoya a Castro?

La séptima razón es que el cubano debe aprender a romper desde ahora (y cuanto antes mejor) con la inercia y la apatía política. El costumbrismo crea inmovilismo y los únicos que no descansan son los agentes de Castro. Sí, el viejo se está muriendo, pero sus agentes no, y de sus últimas jugadas depende que la partida de ajedrez, comenzada hace 47 años, quede en tablas. Pues bien, esta parálisis política de la comunidad cubana en momentos como los que vivimos, pudiera permitir a los castristas las ansiadas tablas, aunque el rey acorralado sea, de continuar las cosas como van, la ficha con la cual terminemos los del exilio. ¿Es eso lo que queremos? Si la respuesta es no, métanselo en la cabeza: los Heraldos son un instrumento de Castro.

La octava razón debiera ser detallista. Por ejemplo, ¿por qué aceptar que un apesadumbrado Soren Triff nos diga que el artículo de Oscar Corral fue posiblemente un “error editorial”? ¿Creen ustedes eso posible con editores como Tom Fiedler, Alejandro Armengol y Janet Comellas? Soren Triff estará loco, pero a todas luces se sabe que el texto de Corral fue meticulosamente “preparado” por la línea política de la institución. ¿Leyeron ustedes todas las cartas de “solidaridad” con los periodistas? Lo pregunto porque aquella del borracho Rivero parecía más bien una carta de apoyo moral (y beneficio de la duda) a Corral, Castelló y al Nuevo Herald. ¿Cómo aceptar que este pésimo poeta nos convenza políticamente con su suplica de rectificación? Mal negocio señores, aunque ustedes sólo vean liebre, el gato cada vez es más evidente.

La novena razón para cancelar, e incluso auto-prohibirnos malas lecturas se la debemos a algunas estrellas de las letras heráldicas. Son gente famosa, amigos de la realeza española (claro de la parte chusma y vulgar de esa realeza), y que nos amenazaron con mudarse a Groenlandia si Bush ganaba las segundas elecciones y después, parece que se arrepintieron. A veces se erigen como defensoras de los derechos humanos de la mujer, pero otras, se declaran extasiadas por los poemas de borrachos maltratadotes a los que llaman “prodigiosos”. Esto claro, porque en España “el país con mayor libertad de prensa en el mundo” (repito sus palabras) eso de caerle a bofetadas a las mujeres se ha asumido tan bien que ya ni se notan las incongruencias.

La décima razón es la edición On Line del Nuevo Herald. Si a pesar de todo lo dicho a usted le interesa meter sus ojos en la porquería que allí se publica, o leer el horóscopo, o los clasificados, o sentirse importante al leer una publicación galardonada con el premio Ortega y Gasset, usted puede hacerlo yendo a: http://www.miami.com. Allí encontrará todo lo que le guste, desde un cabeza-de-puerco que se cree intelectual y se las da de haber sido amigo de Cabrera Infante, hasta un portugués convertido al castrismo fundamentalista. Más los anuncios, muchos anuncios, que si los cubanos fuésemos capaces de parar, pondrían a la dirección de los Heraldos en apuros. Pero, ¿seremos capaces de cerrar filas como los judíos hicieron contra el The New York Times? Lo dudo.

Ahora bien, si seguimos cantando victoria por la restitución de los periodistas despedidos, o por las disculpas hipócritas de Fiedler, no lo duden: nos seguirán tratando como a chihuahuas y embalando la píldora por donde más parece gustarle al redactor en jefe. Así que perros, pero sólo hasta que terminemos de ladrar y nos pongamos manos a la obra. ¡Boicot total al The Miami Herald y a su “nuevo” y heráldico hermanito! ¡Boicot total a los productos anunciados en ambos libelos castristas hasta que los anunciantes dejen de utilizar esa plataforma publicitaria! ¡Protesta inmediata y por escrito a las redacciones de ambos periódicos contra todos blogueros comunistas que allí escriben!

¡Paremos de una vez el guau, guau, guau, que ya nos ha llegado la hora de morder!


Carlos Wotzkow
Bienne, Octubre 7, 2006


* Nota: La carta que envió Ernesto Betancourt al Nuevo Herald después del despido estalinista de dos periodistas y una comentadora cultural es, a mi modo de ver, la respuesta ética más contundente de las enviadas. El resto, con excepción de alguna que no haya leído, eran todas vaselinas. Las hubo desde las más viles hasta las más ridículas, incluidos algunos de los afectados y otros invitados a la comparsa. Es por eso que hoy este artículo va dedicado a este compatriota.

Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org