El verdadero poder de Fidel Castro “Todos los días me matan. El día que me muera de verdad nadie lo va a creer. Podría andar como el Cid Campeador, ganando batallas después de muerto.” Hay pocos analistas del entramado político cubano a los que yo doy siempre crédito respecto al tema de Cuba. Varios de ellos son personas mayores, la mayoría, ex-miembros de grupos anticastristas que sí combatieron con las armas a Fidel desde los mismísimos inicios de su dictadura. Uno de ellos, en particular, pertenece a la Brigada 2506. Pero para hacer la necesaria salvedad, no comulga con los tontos inútiles que apoyan a la disidencia interna cubana, sino que es de los que no cree en ninguno de los chismes que desde Cuba se dan a la publicidad. Si usted es un lector interesado en el tema de Cuba y gusta además, de algunas lecturas inteligentes en el ámbito político cubano, no tiene más que visitar el sitio de Internet llamado Guaracabuya (www.amigospais-guaracabuya.org). Busque entre su nutrido grupo de colaboradores un poco de información sensata y necesaria. Estoy seguro que la encontrará. No por gusto son la CIA y el MININT cubano sus más asiduos visitantes. Según ellos, y yo lo creo firmemente, hace rato que Fidel no detenta el poder en Cuba. A no ser, claro está, el poder de tomar el pelo a los demás. A las 4:44 de esta mañana sonaba el teléfono en mi casa. Era uno de mis hermanos que quería ser el primero en darme la buena noticia de que Fidel se había visto obligado a pasar el poder a su hermano. A las 5:00, ya mirando la televisión con una taza de café humeante en las manos, era un amigo entrañable el que lo hacía con alegría. Ambos saben que el día que Fidel Castro guinde el piojo, los cubalibres que se preparen en mi casa van a alcanzar para regar los bosques al Este de este pueblito llamado Bienne. Más, no tan rápido. El verdadero poder de Fidel Castro en los últimos 47 años ha sido justamente el de engañar a medio mundo. Y no me refiero aquí a sus engaños diplomáticos que ya son notorios y escandalosos a todos los niveles de la comunidad internacional, sino a los engaños diseñados para el pueblo, que además de notorios, siempre han sido de una perversión inigualable. Si hay una frase que yo deba creer de Fidel Castro, esa frase lapidaria la encontrarán ustedes en el exergo. No hay nada que le de más placer al dictador que ver las esperanzas de su pueblo hechas añico a cada rato. Pero no todo es tristeza cada vez que veo a esa masa de cubanos ovejunos y tontos celebrar en la Calle 8 una muerte que nunca acaba de llegar. También hay algo que me da alegría al mirar ese patético espectáculo: es imaginarme la cara de todos esos escritores pro-castristas que hay en Miami y que, al servicio de régimen, no paran de decir que el exilio anticastrista está sólo y formado por viejitos barrigones. Son los que nos aseguran qué en Miami, esos viejos roñosos son los únicos que están contra de Castro. Entonces, cada vez que veo tanta gente joven bailando y celebrando, ya compenso mi disgusto. Y es que hay ciertos cubanos varones por allá por la Florida que necesitan de un pene ajeno para sentir un poco su propia virilidad. No son muchos, pero siempre son los mismos. Son los que cada día entrevistan, o publican en el Nuevo Herald, el canal 51, o Radio y TV Martí. Allí siempre están, en todas esas emisoras en las que las opiniones sobre y para la comunidad exiliada es pura propaganda originada en el Comité Central del PCC en La Habana. Son de los que piensan ¡si Fidel eyacula, yo soy hombre! Entre estos eunucos castristas tenemos al puerco ilustrado de Alejandro Armengol (analista estrella del Nuevo Herald y Encuentro en la Red). Contamos además con un impotente con gafas Ray-Ban nombrado Norberto Fuentes. Con un balsero sin quemaduras de sol apodado (pues eso no parece un nombre) Alcibíades Hidalgo. Los hay invitados como Rafael Rojas (historiador cuya musa se llama Tequila) y otros tantos “altos ex-funcionarios” del régimen de Cuba que gozan, no sólo de la miopía política de sus entrevistadores, sino también del engaño generado por el portador de su testosterona prestada. Así que hoy, queridos amiguitos, es 1° de Agoto y voy a celebrar como es debido el Día Nacional de Suiza, que para eso he comprado un camión de cerveza. Pero dejaré para otra fecha, por conveniencia y deseos de divertirme un poco más, eso de la muerte y los problemas de trasero que atañen al intestino de Fidel Castro. No sean tontos. No crean ni un ápice de lo que la televisión les dice. El verdadero poder de Fidel Castro es y ha sido siempre el de engañar a medio mundo. No sean reincidentes. Este artículo va enteramente dedicado a Miguel Uría, miembro de la Brigada 2506 (de la parte de esa Brigada que aún no se ha podrido junto a los descarados disidentes cubanos) y una referencia patriótica y moral que el pueblo cubano debiera tomar en cuenta.
Carlos Wotzkow
|