Moraleja para Coco Fariñas por Carlos Wotzkow Este texto es puro resultado de otro. ¡Somos una nación de hipócritas! Acabo de leer en una página de la Internet del exilio que, interrogado sobre si Guillermo Fariñas había detenido su huelga de hambre, Vladimiro Roca Antúnez, presidente de un grupo de oportunistas autodenominados socialdemócratas, afirmaba que Fariñas nunca había abandonado su postura. "Todo parece ser una lamentable confusión", concluyó. Bueno, hay que ser un reverendo hijo de la gran p… para llamar “lamentable” al hecho de que otro cubano se reviente la vida en vano. Pero, ¿qué vamos a esperar de un tipo como Vladimiro Roca, al que alguien de su propia familia cataloga como emocionalmente “tolerante” y sumamente “comprensivo” con los visitantes de su casa? Yo creo que muchos de los problemas con los que cuenta Cuba se pudieran resolver con un pensamiento un poco más individualista e incisivo. Hace poco una iniciativa para actuar contra Castro llegó a Cuba, fundamentalmente, por la vía de un tabloide en PDF llamado “El Opositor”. Varios fueron los que se opusieron a su publicación. Otros tantos, los que criticaron de soslayo a Jay Martínez por hacerlo. El texto, “incitaba ciertos niveles de violencia” y por ende, no era apropiado. A Fidel, como bien se sabe por allá por Lawton, hay que combatirlo con mucha baba. Nada de acciones armadas y mucho menos, de alianzas con aquellos a los que el Departamento de Estado de los Estados Unidos y Castro llaman “terroristas”. En Miami, grandes sectores del exilio se han pasado al lado del FBI. ¿Entienden? Hace apenas una semana las autoridades de Inmigración y el FBI (que trabajan gratuitamente para Castro) arrestaron al Sr. Ernesto Abreu en Nuevo México. Abreu es hijo de un connotado anticastrista y tiene apenas 43 años. O sea, no es de los duros de ayer, sino de los dignos hijos de aquella generación. Y sólo por eso, por ser hijo de los que verdaderamente quieren acabar con Castro, pronto será otro caso olvidado. No me avergüenzo repetirlo. No tengo nada contra ese cubano llamado Guillermo Fariñas que no sea criticarle su tamaña estupidez. Y a Guillermo (Coco) Fariñas lo están utilizando como estandarte de la estupidez surrealista cubana en todo el mundo. Porque es una estupidez total eso de hacer una huelga de hambre dentro de un régimen como el castrista. Si ha de hacerse una huelga de ese tipo contra Castro, esta debe hacerse fuera de Cuba, pero nunca dentro. Por un lado, Castro y las ONG’s estilo Amnesty International han demostrado hacer caso omiso a ese tipo de auto-inmolaciones. Por el otro, ellos están volcados en el sufrimiento de los árabes que engordan en Guantánamo, y no a favor de los que adelgazan al otro lado de la cerca. Hacer una huelga de hambre donde las posibilidades de éxito son nulas estimula además una sospecha. O el que la hace es un astuto practicando el ramadán y que sólo simula para ganarse la pira, o se está deseando un suicidio con aureola de mártir en un país en el que los mártires van casi siempre a parar al basurero. Los que hablan de Fariñas dicen que es un hombre preparado, luego entonces, descarto que no tenga idea de lo que significa (a nivel fisiológico) una huelga (de verdad) que sobrepase los 60 días. Peor que peor. Los que sí lo saben, ya empiezan a dudar de la veracidad de esa huelga que se adentra (a bombo y platillo) en el sexto mes. ¡Acabáramos, ni que se pudiera entrar en fase de hibernación en un clima como el de Cuba! Cuando uno tiene valor (y yo no dudo ni un solo minuto que Coco Fariñas lo tenga), es más lógico intentar otras cosas antes que ponerse la soga al cuello voluntariamente. Sabido es que los europeos los prefieren Ghandi, pero en lo que a mi me toca, ya hubiera sacado de la lista de amigos a todos esos que, haciendo propaganda sobre mi coraje, me incitan a continuar en semejante actitud. Esos amigos son los peores con los que se pueda contar, pues saben que de Fariñas no hablan más que cinco gatos (siempre los mismos) y siempre entre ellos mismos. Por desgracia, el pueblo de Cuba no es ese que nos ha cantado un pinche mexicano, sino otro bien distinto y, la mayor parte de las veces, muy olvidadizo. Después de ver la poca atención (a nivel local, claro está) que ha tenido el caso Fariñas en el mundo (sí, ya sé que los egocentristas del exilio van a saltar para decirme que ellos se han ocupado mucho de él con miles de correos basura y sus comunicados sobre su estado de salud) con apenas ningún reclamo que incumba (ya se sabe que lo que haga incluso RSF es nulo en el ámbito de Cuba) al gobierno de Castro, nunca ha existido un mejor momento para cambiar de táctica. Con o sin Internet, sigo pensando que no hay que ser científico o ingeniero para hacer uso de la razón. Por ende, Fariñas debe poner fin a esa payasada de la cual son otros los que se están beneficiando. La razón, queridos incitadores (incitadores para que el muerto lo ponga otro), es multidisciplinaria y puede ser extraída del contexto social y aplicada en función de este. Hay miles de posibilidades de protestar y combatir contra Castro sin machacarse las células tan estúpidamente, o sin mancharse las manos con mala sangre. En lo personal, me importa un pito la opinión de aquellos que no gusten de mis adjetivos, pero si hay una palabra para describir el esfuerzo de protesta de Fariñas, esa palabra es “estupidez”. Y que conste, prefiero parecer despreciablemente áspero con los demás, antes que ser un vil hipócrita conmigo mismo. Todos los que realmente quieren luchar por algo, normalmente crean las posibilidades para lograrlo. Y todo creador, en tanto que opositor, debe evadir todos los problemas hasta con sus propias uñas. Si el gobierno de Cuba no da acceso a la Internet, niégueselo usted también a aquellos a los que el gobierno se la otorga. No hay nada más fácil que derramar un vaso con cualquier líquido sobre un ordenador del estado, o “conectar”, con un trozo de cadena, las líneas del alumbrado. ¿No está usted decidido a morir por ver la porquería que publicamos aquí en el exilio sobre Cuba? Pues arriésguese entonces un poco menos y niéguele a los del régimen esa misma posibilidad. Y si no sabe cómo, imagínelo, que no seré yo el más capacitado para decírselo. Estimado Sr. Fariñas, no le haga el juego a todos esos hijos de p… que le incitan a continuar jodiéndose su precaria existencia. Mire usted cómo en este exilio se olvida todo y qué rápido. Ya nadie recuerda que fue Posada Carriles quién desmanteló más de 8 grupos comunistas en la Venezuela de finales del 60 y la década de los 70. Ya nadie le agradece a Carriles que Castro no haya tenido acceso al petróleo venezolano en épocas tan tempranas como aquellas. ¿Se lo imagina a Castro joven y con petróleo? Mire como se olvidan hoy de Santiago Álvarez y Mitat. Mire cómo lo harán mañana con la familia Abreu. Pocos fueron los que se acordaron de Pedro Luís Boitel, ergo, así mismito se olvidarán de usted. ¿Cuál es la moraleja que nos han dejado todas las víctimas del castrismo? ¿Qué debemos ser valerosos y estar dispuestos a dar la vida? ¡No joda compadre! Al menos nunca por un pueblo como el que ahora mismo puebla aquella isla; plagado de ovejas castro-obedientes. Pero mucho menos, para facilitarle las cosas a una clase dirigente “opositora” que se nos anuncia como de la más oportunista de toda nuestra historia nacional. Desconfía Fariñas, sobretodo, de esos que le dicen al exilio que es “lamentable” que alguien haya creído que no sigues en tu calvario. No estamos en épocas de héroes, al decir de Ernesto Sábato, sino en tiempos de cavar más tumbas.
Carlos Wotzkow
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