Transgrediendo la lógica por Carlos Wotzkow “Este sujeto repite su misma actitud, vomitando su resentimiento, su desprecio y su odio contra la oposición interna y nuestro pueblo, que ahora la personaliza en Payá, pero que en el fondo es la misma que ya expuso en su "manual", pontificando despóticamente sobre lo que debería hacer la oposición.” Roberto Jiménez hablando de Carlos Wotzkow ¿Cuántos tontos caben en un exilio? La respuesta parece ser ilimitada. Los tenemos de todas las categorías. Los hay tontos intencionales y los hay despistados innatos. Tenemos a los tontos patrióticos y a los despóticos (no porque tengan nada que ver el uno con el otro, sino porque el cubano es el único animal capaz de confundir al tocino con la electricidad). En resumen, la tontera nos abraza a todos, sobretodo, cuando se transgreden las fronteras de la lógica. Empiezo por mí. Soy uno de los tontos más cercanos que tengo.. Me conozco por tanto, muy bien. Sé que fui un reverendo tonto cuando en 1992 salí al exilio y creí en los discursos que escuchaba por Radio Martí.. ¿Libertad de expresión? La chucha.. No conozco otra emisora que desinforme más que Radio Martí a no ser su prima hermana: Radio Reloj. Después creí que se podía militar en un partido político del exilio y preservar la identidad ideológica de manera intacta. ¡Ingenuo! Creí en tantas tonterías, que ya ni me acuerdo de las veces que después me arrepentí. Creí muy al inicio en la Unión Liberal Cubana. Pensaba que las bases del liberalismo biológico tenían algo que ver con aquel partido. Después, sus representantes empezaron a apoyar públicamente a todo tipo de marxistas: Rafael Rojas, Cuesta Morua, Carlos M. Estefanía, Oswaldo Payá. Seguramente el tonto fui yo, que no supe identificar el momento exacto que ahora doy a ese “empezaron”. Después creí un tilín en Marta Beatriz y dos semanas después, la archifamosa Cabello se nos metía a pacifista. Nada de galletazos a al que nos desfigure la cara con un trancazo. A los europeos no les gusta que nos tiremos de los pelos. Acabáramos. Se me cayó el (la) cabello. Viniendo de Cuba, todo era posible. Y ahí estaba el tonto Wotzkow saliendo al frío a gritar a favor de la liberación de desconocido abofeteador de mujeres que, como no podía ser de otra manera, prefirió radicarse a vivir en España. Ya ven, no soy perfecto. Pero ¿dónde están los ardientes defensores de Payá que de vez en cuando salen a morderme? ¿Dónde se han metido todos esos babosos que dicen que para lograr la fuerza deberíamos estar más unidos? Ni “más o menos”, ni “parecido”. Lo que Payá acaba de decir pública y netamente es que nadie se hace eco de las barbaridades que ocurren en Cuba y que él denuncia. No dejó claro que es lo que más le molesta, si las barbaridades, o el poco caso al denunciante. ¿Cómo entender a los que defienden a este facineroso? ¿Cómo respetar a esos que lo apoyan políticamente? El que apoye políticamente a un histriónico mentiroso como Oswaldo Payá, está apoyando de hecho la farsa y deseándole muy poca credibilidad al futuro gobierno de Cuba. No, no lo acepto. No estoy de acuerdo con ese que diga que nuestro único enemigo es Fidel Castro. ¡No señor! Nuestro enemigo es Castro y todos los que como él quieren para Cuba más de los mismo. Me incomoda ver a muy buenos amigos tomando partido por “la unidad”. Pero me repugna ver a ex-presos como Huber Matos darle un abrazo a un asqueroso moral de la talla de Raúl Rivero. Vomitivo no, todo un verdadero emético eso de leer en el Miami Herald que este ex-comandante legendario diga que Rivero es un verdadero patriota. Irrita como si fuera un purgante de la peor marca ver a tantos “exiliados” organizar misas para cualquier tontería e incluso, dar excusas públicas por haber divulgado las sandeces del alcohólico enajenado. A tal extremo llevan la comemierdería de lo políticamente correcto, que estoy a punto de darme un trago con Rivero (por no decir por meterme a miliciano). Ese cara-e-guante si que es coherente: cuando vivía en Cuba como un Rey la curda no le dejaba ver los abusos del tirano. Dejo la curda, y la realidad le pareció tan tétrica que se metió a disidente. Ahora, volvió a empatarse con el rabo de la jutía, y el dictador es otra vez todo un primor. Coño, díganme de este tipo lo que ustedes quieran, pero su lealtad a la guachipupa y a Fidel son incuestionables. Estamos a punto de romper el tontímetro mundial. Estamos en una etapa en que nos inventamos un héroe dentro de una botella. Así, con sus deformaciones ópticas y todo.. Creer tan sólo en uno de esos disidentes engendrados por el castrismo es galardonarse a sí mismo con el mojón de San Expedito.. ¡Caballeros seamos ingenuos, pero no comemierdas! Le ronca el tallo que con tantos pelos regados por todo el cuerpo todavía los haya que por apoyar a este tipo de gentuza vayan y se alíen con acéfalos similares al Sr. Estefanía. No hace poco una “bellísima persona” (palabras del amigo que ahora me da lecciones de “unidad” a favor de la bellísima persona) me acusaba de odiar al pueblo de Cuba, y de atacar a gente que SI tenía el valor de contradecir a Castro desde el interior del monstruo. ¿Puedo decirles algo? No sigan mezclándola, no les cae bien, hacen el ridículo y al final, joden lo único que sirve entre nosotros: algunos raros y escasos vínculos de amistad. El monstruo jamás se comerá sus propias tripas. El resto, queridos amiguitos, es pura tontería. Carlos Wotzkow Bienne, Diciembre 14, 2005
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