¡DÍGANME LA VERDAD! por Carlos Wotzkow Recientemente, la revista Science (Vol. 309, Issue 5740, 1495-1497, September 2, 2005) dedicó unas páginas a una científica cubana. Científica, vale que lo aclare, dedicada a resaltar los avances y las buenas intenciones del régimen de Castro en materia de salud pública. Al igual que todos los proponentes de la excepcionalidad cubana en materia biomédica, la táctica de la doctora María G. Guzmán es, en la revista Science, la misma de siempre: desde hace 46 años, los defensores del régimen se han limitado a dar cifras no corroboradas (ni corroborables) de la mejoría en el sistema de sanidad cubano. Para ello, han utilizando la simple estrategia de promover la discusión en la comunidad internacional con el fin de ganar una plataforma que les permita desviar la atención a sus reclamos. El objetivo fundamental del régimen cubano no es sólo el de mentir sobre supuestos avances domésticos, sino el de criticar el retraso del entorno geopolítico del área y hacer creer a los pueblos que, asumiendo el modelo político de Cuba, se alcanzarían los mismos “resultados”. A tal extremo se prioriza la propaganda en la isla cárcel, que el dictador y sus científicos ya no se preocupan por ocultar que es allí donde más problemas sanitarios surgen en toda la cuenca del Caribe, porque, al final, es allí “donde más rápido se les da solución”. Cuba, por ejemplo, es el país que más transplantes del corazón realiza, ¡y nadie (ni siquiera Science) se pregunta por qué. Todos alaban el esfuerzo quirúrgico, pero nadie se pregunta por qué hay tantos problemas cardiovasculares. El efecto es contundente y National Geographic, Smithsonian Institution, Nature, Science, y todas esas revistas norteamericanas dirigidas por tontos liberales, se rinden al encanto. En el artículo citado, Science nos demuestra como la propaganda comunista es capaz de engañar con insana perversidad la ingenuidad que los americanos padecen. No hay forma mejor para Castro de influenciar a los Estados Unidos que utilizando su propio sistema de revistas científicas para timar al público. ¡Y de qué manera lo logra, pues Science, se presta sin pudor a publicar cifras y estimados y supuestos descubrimientos, sin preguntar a la selecta científica de Castro lo siguiente: ¿por dónde entró esa variante del virus a Cuba? ¿Por qué no dan copia de las publicaciones para someterlas a escrutinio especializado? A los cubanos les doy un dato: El terrible dengue (DHF/DSS) entró en Cuba vía Nicaragua a finales de 1980, y los municipios aledaños a los 3 aeropuertos de Cuba, por los cuales se recibían las tropas que Castro envió al país centroamericano (1), fueron los primeros en padecerlo. Desde entonces, el dengue se ha convertido en una pesadilla para nuestra población. Miles de personas (no cientos) murieron en la primera epidemia de 1981 y el país entero fue considerado vivario para la experimentación. Zonas enteras del territorio fueron bombardeadas con pesticidas a grado técnico incrementando así en un 63 % el número de muertos por asma (noten que la científica correlaciona en la revista Science al asma con el dengue), y municipios completos en el interior del país fueron abandonados a su suerte para seguir el curso natural de la enfermedad y sus vías de propagación. De esta manera, Science resalta al público americano la historia y el desarrollo personal de una científica castrista, al tiempo que oculta el drama que padeció nuestro pueblo (cual conejillos de indias en jaula sin barrotes) en los años de 1981, 1997 y 2002. Sin dudas, los marxistas de Harvard dirán “el mejor método para sacar conclusiones estadísticas sobre los estragos de una enfermedad viral es el cubano, ya que en una sociedad cautiva, la indefensión es absoluta y la ética permite utilizar subgrupos poblacionales como si fueran animales de laboratorio. Por añadidura, Science permite a la científica cubana describir las razones por las cuales la enfermedad ha hecho tanto daño en Asia (pobreza, casas improvisadas, aguas contaminadas), mientras ignora que esas mismas razones han sido el caldo de cultivo que ha permitido el brote de la enfermedad cada 5 o 7 años en Cuba. Science además, publica como “descubrimiento” de la científica cubana que ciertos linfocitos pueden retener una “memoria” de la infección del dengue que ocurrió 20 años antes. Si no me equivoco, parecen hablar de las células T, o de los natural killer (NK), encargadas de eliminar los virus a nivel celular. Peor, parecen hablar en serio sobre una magnífica memoria de 20 años, cuando debieran tal vez hablar del florecimiento de progenitores involucrados en la producción de un tipo específico de células (¿Tc por ejemplo?). Quizás. En Mayo de 1996 (24 de mayo, para ser exacto), la revista Science publicó un informe de John Mellors en el que se mencionaba que la vida entera de un linfocito CD4 era de 2,2 días. Ahora, parece que la memoria de esta prestigiosa publicación es peor a la de los longevos linfocitos cubanos. Vaya, nada serio, apenas un comentario para entretener al público aburrido con esa barata propaganda para lectores incautos. Pero hay más, el ser diabético, padecer anemia, o el ser blanco, puede influenciar el efecto devastador del dengue en el organismo afectado. Una decena de nombres latinos, todos colaboradores de la afamada científica “han documentado” lo anterior, pero, como por arte de magia, y para sorpresa de los lectores escépticos, la prestigiosa revista Science no nos indica la bibliografía en la que todos esos autores, con nombres latinos, hayan publicado sus resultados. Es más, se habla en términos de “demostrar” que el virus pertenece al genotipo asiático, cuando debiera hablarse de “corroborar”. Identificar en sí un genotipo viral no significa descubrir nada, excepto, claro está, si se describe por primera vez al susodicho. Science, al más puro estilo propagandístico de la revista Ciencia y Técnica, da como un descubrimiento cubano la relación de IL-10 con el dengue. Y esto, cuando desde principios de los 90 se sabe que la producción de cytoquinasas y la cytolisis activada mediante los linfocitos T son contribuyentes potenciales de la enfermedad. Para cualquier principiante en Biología Molecular resulta obvio encontrar en procesos inflamatorios (con alta expresión de MMP’s), la respuesta de varias interleukines (no sólo IL-10, sino también IL-2 y IL-8, etc.). Elevados niveles de los receptores de TNF-alpha, IL-2 soluble, y CD8, han sido históricamente correlacionados con el dengue. Por ende, el incremento de los niveles de citoquinas tales como IFN-g, TNF-alpha, IL-10 en circulación demuestran que esa relación es harto conocida (2). Más aún, entre las referencias de Science no aparece esa reciente de Halstead y los científicos cubanos, sino una de Halstead de 1970. La científica habla de una hipótesis publicada en 1997 y yo preguntaría: Have these people in Science been taken in by this hoax of the Cuban regime? Imagínense cuantos tontos americanos creerán a partir de ahora que Cuba es líder en los estudios sobre el dengue. Para ser más exactos, la mayoría dará por ciertos los “descubrimientos en materia médica” y todo, ¡gracias a Science! Pero bueno, que se puede esperar de estos editores americanos cuando Greenpeace afirma (y ellos publican) que “la energía nuclear en Cuba no ofrece peligro porque los técnicos cubanos están altamente calificados”. ¡Sobretodo, si consideramos nuestra larga historia en ingeniería nuclear!
Carlos Wotzkow Nota del autor: El Instituto Pedro Kourí, largamente involucrado en proyectos de guerra biológica contra los Estados Unidos, desarrolla en la actualidad programas para el desarrollo de virus mutantes de numerosas enfermedades tropicales. Recientes confirmaciones de mis amigos en Cuba (así como la propia revista Science) aseguran que el West Nile Virus, el SARS y el Asian Flu están entre sus más recientes prioridades. (1) Hernández, L. R. 2002. El bumerang maldito. Encuentro en la Red: Diario Independiente de Asuntos Cubanos, Año III, Edición 278. Enero 14, 2002. (2) El “Archive of Life Science Journals” muestra un repertorio de 38 publicaciones dedicadas a la relación de IL-10 y el dengue. Cada uno de esos trabajos posee una literatura de entre 20 y 80 títulos publicados entre 1980 y 2005. Ninguno es de los autores es cubano.
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